jueves, 20 de julio de 2017

Desde Venezuela Jose Ignacio Pino Arancibia

El ministro Menéndez en la entrevista hace referencia a dos aspectos, fundamentalmente, el económico y el socio-cultural. Me referiré, en primera instancia, a lo económico. Cuando habla de la crisis económica de Venezuela, a su juicio, producto de la guerra económica y del sabotaje que realizan los sectores políticos de oposición y el sector empresarial, los argumentos empleados, para tal propósito, por el ciudadano ministro se fundamentan en una falacia. Se da entender que la economía venezolana está y ha estado, en manos de la empresa privada, cuando en la realidad el gobierno venezolano, tanto durante el periodo de Chávez (1998-2013) y de Maduro (2013-2017) se han dedicado a desmantelar la totalidad de la iniciativa privada, en cualquiera de sus niveles y del tipo de actividad. La política de estatización y confiscación de miles de empresas del sector privado, manufacturero, farmacéutico, alimentario, comercial, agrícola y agropecuario es archiconocida, y los resultados de la misma también son evidentes. Las pocas empresas productivas que aún sobreviven deben entregar íntegramente su producción a los organismos gubernamentales para que ellos procedan a su distribución y comercialización. En Venezuela, actualmente, no se vende ni un clavo sin el control del aparato gubernamental. La casi totalidad de las empresas confiscadas y estatizadas no producen absolutamente nada, han sido devoradas por la burocracia política y la corrupción. Conjuntamente con esto, existe un control cambiario de divisas desde el año 2002. Las divisas se otorgan casi de manera discrecional. Es difícil entender como una moneda se pueda haber devaluado en 20 años, UN MILLÓN POR CIENTO. Entonces es de imaginar los niveles de ineficiencia y de los escandalosos y obscenos niveles de corrupción existentes. Ello explica el desabastecimiento y escasez de lo esencial en la vida del pueblo venezolano: alimentos, medicinas, artículos básicos de aseo personal: crema dental, jabón, desodorantes, toallas sanitarias, papel higiénico y todo lo imaginable. La inflación anual superó el 700% en 2016. Los grandes negocios del estado venezolano están en manos de los altos mandos militares. Explotación del oro y diamantes, distribución de combustibles, distribución de alimentos, control de la pesca y todas las importaciones. Durante el período Chavista-Madurista ingresaron, por concepto de exportación petrolera más de DOS BILLONES (DOS MILLONES DE MILLONES) de dólares y no se observa ninguna obra de infraestructura relevante que atenúe tamaño despilfarro y los robos del erario público. Para ilustrar como el ministro Menéndez distorsiona la verdad histórica de la dimensión de la economía estatal venezolana y de la importancia de la empresa privada y su verdadero tamaño frente al aparato económico del Estado Venezolano, intentaré realizar un bosquejo de la misma desde la década de los años 70. En los años 70 del siglo pasado, el Estado Venezolano desarrolló una gran infraestructura industrial asociada a sus riquezas básicas, a saber, hierro, aluminio, oro, diamantes, la generosa riqueza hidrológica de los grandes ríos Orinoco, Caroní y Caura, entre otros, permitió crear la gigantesca central hidroeléctrica GURI, la de mayor capacidad de generación de energía en Sudamérica. La Siderúrgica del Orinoco, las industrias del aluminio ALCASA, VENALUM e INTERALÚMINA. Se impulsó la explotación aurífera y diamantífera (MINERVEN) en la región sur de Venezuela. Paralelamente, en los años 70, el gobierno de Carlos Andrés Pérez, procedió a nacionalizar la industria petrolera en sus fases de extracción del crudo y refinación del mismo. También se inició un agresivo plan de desarrollo de la industria petroquímica para la producción de fertilizantes, plásticos y materiales químicos imprescindibles para el crecimiento industrial de las grandes empresas del estado venezolano. Hay que destacar que el agua, la energía eléctrica, el gas y la empresa de telecomunicaciones más poderosa del país han estado siempre bajo el control del estado venezolano. Bajo este esquema, se promovió el desarrollo de la mediana, pequeña y de la microempresa privada, que servirían de soporte y de proveedores de las grandes empresas estatales. Por otra parte, se desarrolló la agroindustria alcanzando en algunos rubros no solo el abastecimiento nacional en materia de derivados lácteos y cárnicos, sino también se pudo convertir en exportador de café, cacao, maíz y arroz. También se alcanzó niveles aceptables en la producción de medicamentos. En suma, en Venezuela imperó durante más de cuarenta años un sistema democrático representativo, en lo político, y un modelo económico de capitalismo de estado con acentuados tintes sociales en materia de salud, educación y cultura. Toda la información que estoy suministrando es verificable en cualquier medio de comunicación. Las debilidades políticas del estado venezolano se acentúan también durante este período, se hacen patentes las desigualdades y la falta de equidad social, se crean grandes cinturones de miseria en torno a la gran metrópoli capitalina. Hecho común a todos los países latinoamericanos. El surgimiento de una clase política corrupta, propició el debilitamiento de las instituciones del estado y el desprestigio de los partidos políticos, como entes conductores de los destinos del país, más aún, el creciente descontento desemboca en una rebelión popular anárquica signada por el saqueo y por una gran masacre ejecutada por las fuerzas armadas en febrero de 1989. Este hecho favoreció y, de alguna manera, justificó, ante los ojos del pueblo las intentonas golpistas de febrero y noviembre de 1992 encabezadas por caudillos militares con serias desviaciones mesiánicas (Chávez y seguidores). Era evidente la necesidad de emprender la búsqueda de un nuevo modelo político económico para Venezuela. El modelo capitalista de estado resultaba incapaz de satisfacer las demandas de la nación venezolana. En conclusión, el ciudadano ministro le otorga un rol protagónico a la oposición política y a los sectores empresariales en la supuesta guerra económica y al sabotaje, como causas de la gigantesca crisis del país. Ignora, intencionalmente, hechos históricos (el chavismo ha intentado reescribir la historia de Venezuela) y no reconoce el fracaso de las equivocadas políticas que, en materia económica, han implementado tanto el Gobierno de Chávez como el de Maduro, con funcionarios improvisados en la mayoría de las instituciones encargadas de dirigir y orientar la economía del país. Dentro de unos días me referiré a los aspectos socio- culturales de la entrevista.