domingo, 18 de enero de 2009

Sin Bush y sin el Comandante!

El teatro político latinoamericano liberado de la presencia de Fidel Castro
Elizabeth Burgos

Domingo, 18 de enero de 2009

Ante los rumores de lo que ya parece ser un hecho consumado - la salida definitiva, por muerte definitiva o por muerte cerebral, de Fidel Castro de los asuntos políticos -, vale la pena detenerse en la coreografía que han venido representando los presidentes de la región, en particular los adscritos – abiertamente o disimuladamente - al eje bolivariano, dirigidos por la batuta del presidente del Brasil, Lula da Silva, destinada a la preparación, de la que a todas luces significa una nueva fase de las relaciones de América Latina con Estados Unidos, a partir del 20 de diciembre con la toma oficial de la Presidencia de Estados Unidos por Barack Obama.

No hay duda de que el primer paso del ballet tuvo lugar cuando Lula da Silva en su último viaje a La Habana anunció el 31 de octubre del año pasado, refiriéndose a Raúl Castro : "la alegría de tener la noticia de que por fin su excelencia va a Brasil a participar en el primer encuentro del continente que vamos a tener los países de América Latina y el Caribe sin interferencia de ninguna potencia", dijo Lula, durante la inauguración de una sede comercial de Brasil en La Habana. Ante el disgusto y la enérgica protesta de Hugo Chávez por lo que consideraba un gesto de desagradecimiento insultante que la primera visita oficial del cubano no fuera a Caracas, Raúl Castro declaró en tono de sorna que “si el sobrino así lo deseaba él iría primero a Caracas”. Con anterioridad, el canciller Celso Amorín en visita oficial en La Habana en junio pasado, declaraba que el Brasil deseaba convertirse en el “socio comercial número uno de La Habana”. A lo que Carlos Lage – el mismo que había declarado hacia dos años en Caracas que Cuba tenía dos presidentes, Fidel Castro y Hugo Chávez – respondió que los dirigentes cubanos estaban “favorablemente dispuestos a ello”.

Es una evidencia que las consecuencias de la orfandad de padre de Hugo Chávez comienzan a manifestarse, pese a izar la bandera cubana en el Panteón Nacional de Caracas en presencia de Ramiro Valdés cuando celebró en caracas el cincuenta aniversario de la dictadura de Fidel Castro y de dar demostraciones de su actitud genuflexa, la realidad se impondrá porque el pragmático Raúl Castro, por ser posiblemente el menos castrista de los cubanos, es poco dado a la creencia en los símbolos. Seguramente sucederá en Venezuela lo que sucedió en Cuba a raíz de la Perestroika. Chávez quedará como Fidel Castro defendiendo el “socialismo” y llevando a la isla a la ruina definitiva, mientras que Rusia adoptaba la democracia y se desviaba hacia una mezcla de capitalismo estaliniano. Indudablemente, Cuba, como “socio número uno del Brasil” entrará en una nueva fase, en donde seguirá imperando la ausencia de democracia, pero se entrará en una fase en la que la economía se impondrá sobre los símbolos.

Venezuela, al igual que Cuba en la era post Krutchev, cuando la URSS se fue encaminando a la desestalinización que culminó en la Perestroika, el aparato soviético, para deshacerse de ellos, envió a La Habana los más decididos técnicos de la represión del KGB. No es casual que quien representara a Cuba en la conmemoración del cincuenta aniversario de la toma del poder de Fidel Castro fuera Ramiro Valdés, Ministro del Interior durante la primera fase del castrismo, la más represiva pues fue la fase de la depuración y de la eliminación de la primera oposición cubana. Fue durante su gestión que se crearon las UMAP (Unidades móviles de ayuda a la producción), campos de trabajos forzados donde se enviaba a los disidentes, homosexuales, aficionados a los Beattles, y a quienes vistieran minifaldas o pantalones con pata d elefante.

¿Qué significado tiene el ballet de los mandatarios latinoamericanos desplazándose entre el Brasil y La Habana impulsados por Lula, desconociendo la falta de democracia en la isla, e ignorando el clamor de los disidentes? Otorgarle toda la legitimidad necesaria a Raúl Castro, incluyéndolo en la familia “democrática” latinoamericana, ante las negociaciones que se avecinan entre La Habana y Washington. Para el Brasil significa ensanchar su poder hasta la zona del Caribe, despojando así a Venezuela de esa ventaja geopolítica natural. Para el Brasil, mientras más se debilite Venezuela como espacio geopolítico, más aumenta su poder regional, de allí que Lula considere a Chávez como el mejor presidente que ha tenido Venezuela: le faltó agregar que para el Brasil; de allí que el apoyo del presidente del Brasil a la presidencia vitalicia de Hugo Chávez signifique sencillamente ser coherente con los visos imperiales del país que representa. Su ingerencia en los asuntos internos de Venezuela demuestran esa vocación de presencia imperial. Habría que imaginar las reacciones de la opinión pública mundial si un mandatario de Estados Unidos se hubiese permitido proferir un atentado semejante contra la democracia como el de apoyar una presidencia vitalicia.

En cuanto a la confirmación de la muerte de Fidel Castro , de haberse producido, no se hará antes del 20 de enero, por varias razones de tipo “operativo” según el lenguaje en uso por el aparato cubano. La toma de posesión de Obama le quitaría impacto a los funerales del Máximo Líder. Tal vez La Habana espera que Washington envié un representante a los mismos, y no es lo mismo un representante de Obama, que uno de Bush, en caso de que este hubiese enviado a alguien y que La Habana lo hubiese aceptado. Por esas mismas razones, es más rentable que comiencen las conversaciones entre el gobierno de Raúl Castro con Estados Unidos, libres del Convidado de Piedra.

El poder en América Latina sigue siéndole fiel al barroco, al mismo tiempo que practica el manierismo del teatro.

La incoherencia es pasarse el tiempo despotricando contra los imperios, al mismo tiempo que se niegan a abandonar los métodos heredados del régimen monárquico les dio origen.

Para la nomenclatura cubana Obama le significará un problema mayor: ¿cómo explicarle a los cubanos (62% de negros y mulatos) que en Estados Unidos, en donde todavía hace poco los negros no podía compartir los mismos espacios públicos con los blancos, hoy a ese mismo país lo dirigirá un mestizo, mientras que en Cuba los negros y mestizos constituyen una ínfima minoría en la jerarquía del poder?.

La verdad es que el único mestizo de africano que ha gobernado Cuba fue Fulgencio Batista

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