domingo, 3 de octubre de 2010

La prometida venganza por Jaime Gusmán.

 

Queridos Lumumberos !

                                         No solo Chile es un estado de derecho, según la definición histórica internacional, sino que Argentina lo es también. Si a Galvarino Apablaza le otorgaron asilo político en Argentina, es el derecho inalienable de la nación hermana y soberana de resolver lo que le dé la gana. Sobre todo si tomamos en cuenta que ninguno de los fugitivos chilenos de aquel entonces estaba por liquidar físicamente a sus adversarios golpistas. La necesidad imperiosa de salvar el pellejo y el de sus familias obligó muchas veces a honestos ciudadanos a convertirse en asesinos o en ”terroristas”. La historia está llena de antecedentes en este sentido, pero no siempre se recurre a ellos por el temor de ser tildado de enajenado o de esconder verdades que le convengan a los contrarios. Recuerdo a Jaime Guzmán en sus mejores tiempos. Igual al cura Asbún y a muchos otros que escudados en la fuerza de los militares golpistas, se daban el lujo de aterrorizar a la población chilena en programas completos de mentiras y atrocidades que no podían ser contestadas, por la ausencia de las libertades mínimas. Jaime Guzmán fue para mi un terrorista de la palabra y el autor intelectual de un sinnúmero de asesinatos. Siempre escudado en la violencia represiva de la dictadura, se daba el lujo de guiar a los militares en cambiar esto y esto otro, siempre en desmedro de las grandes mayorías.  Ni hablar del toque de queda, de la puesta fuera de la ley a los partidos políticos y de la eliminación de los sindicatos u de otras organizaciones populares. Personalmente me mamé 17 años de exilio solo por el echo de haber estudiado en la Unión Soviética. Más tarde con razón, por haber trabajado en aserrucharle el piso al gobierno de cuartelazo de la derecha. Son incontables los muertos con la llegada artera de los militares, policías o agentes en las noches o durante el toque de queda. Nadie tomaba nota de este tipo de atrocidades. Que Galvarino Apablaza y un comando del frente patriótico Manuel Rodríguez se haya tomado la libertad de ejecutar a este bellaco, seguramente está en los libros de la derecha chilena de vengar esta ejecución alegando una serie de contingencias legales. Lo concreto que se pide a todos los vientos un nuevo comienzo solicitando olvido, pero recordando con celo las víctimas, sobre todo de uno de los personajes más emblemáticos fascistas del régimen Pinochetista, Jaime Guzmán. De la familia Medina de San Ignacio, o de la familia Maureira de Lonquén, sin embargo, no se acuerda nadie ni nadie pide justicia. De no haber sido por Estados Unidos de América en reclamar el asesinato de Orlando Letelier en Washinton, su muerte habría quedado impune como miles de otras más. Como el asesinato fue justamente en la capital de uno de los fundadores de la asonada en Chile, no le quedó otro remedio que abrir el tarro a los cuatro vientos para conservar el mito de tener seguridad para todas las delegaciones diplomáticas extranjeras. Yo no conozco a Apablaza. Apenas lo he visto en fotos recientes. Estoy seguro, sin embargo, que tendría algo que contarnos de ser verdad de lo que se le imputa. Derechistas hocicones siempre hemos tenido en nuestra patria chilena, por lo que no me sorprende que se arriesgue un impasse con Argentina para cumplir con la prometida venganza a la derecha triunfante de nuestro país en las últimas elecciones. Claro que siempre hemos estado en contra de los asesinatos políticos, pero a lo mejor se trató aquí de la justicia divina, por tantos años ausente de la realidad de la larga y angosta faja de tierra. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre.

René

Alemania, 03.10.2010.-

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.