Hablando de democracia como obra de arte, de dialogo perfecto, de escuchar a los demas, de reflexionar sobre nuestra realidad, llego a la conclusion que tuve mucha suerte en la vida. Tuve suerte porque la mayoria de mis amigos de juventud eran dueños de la verdad, tenian razon en todo y por entonces nadie osaba poner en duda sus juicios. Por supuesto yo tambien formaba parte de esa asamblea de sabios y como tal, vivia en un ambiente de gran concordancia. Las conversaciones con mis amigos y amigas eran siempre agradables porque estabamos de acuerdo en todo. La Verdad presidia nuestro quehacer.
A medida que fue pasando el tiempo, la verdad se fue resquebrajando, surgieron pequeñas grietas y poco a poco se fueron convirtiendo en grandes abismos. A medida que eso sucedia, la interaccion con mis sabios amigos fue haciendose mas dificil. Ya no podia aceptar sus juicios y ellos tampoco los mios.
Cuando finalmente las verdades se derrumbaron, toda la convivencia sufrio un daño irreparable. Tal como yo, mis amigos siguieron aferrados a diferentes escombros de la verdad preterita pero ya era tarde, el templo se habia derrumbado y como todos nosotros habiamos sido educados y formados en la verdad absoluta, el respeto y la tolerancia por las ideas de los demas eran ingredientes muy desconocidos para nosotros.
Asi que enfrentar esta vejez con la nueva certeza de que estabamos equivocados, que debiamos cambiar de actitud hacia los demas y que no teniamos razon en todo, ha sido un ejercicio dificil y complicado.
Tambien ha sido una experiencia unica y enriquecedora. De solo pensar que quizas los demas tengan la razon y que yo estaba equivocado, me otorga una muy nueva, fresca atmosfera de aprendizaje. Te abre las puertas a un mundo completamente nuevo.
Supongo que mis amigos, los antiguos sabios, estan tambien aprendiendo como nunca antes, de solo escuchar a los demas.
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