domingo, 4 de abril de 2004

Homenaje a ANTON CHEJOV

ANTON CHEJOV

 

El Jardin de los Cerezos, La Dama del Perrito, La Gaviota, El Tio Vania, Las Tres Hermanas, todos aun muy vivos.

ANTON CHEJOV, el autor, se pasea sonriendo y agradeciendo modestamente el aplauso de todos los publicos...cien a챰os despues.

Hace cien a챰os, en la Selva Negra , en Alemania en 1904 murio Anton Pavlovich Chejov. Junto a el estaba su esposa, la actriz Olga Knipper y el medico que le atendia. El escritor sintio sed y pidio champa챰a. Cuando sintio en sus labios el frio sabor, exclamo sus ultimas palabras: "Hacia tiempo que no bebia champa챰a". Asi, modestamente, como habia vivido, se apago la vida de uno de los mas grandes escritores rusos de todos los tiempos. Se habia pasado los ultimos a챰os de su corta vida de balneario en balneario, en Yalta y ahora en Alemania, tratando de aliviar los sintomas de la tuberculosis que le aquejaba y que ahora ha derrotado a este hombre de espiritu invencible, de modesta apariencia, sin aires de gran se챰or y mas bien con aspecto de profesor de escuela o medico de aldea.

En estas modestas lineas de homenaje y admiracion, intentaremos decir que el escritor que ha muerto en 1904, hace cien a챰os, es el escritor ruso mas grande de todos los tiempos, el escritor que ejercio mas influencia en el publico, en la gente comun, en el publico de teatro de todos los paises, el mas querido por sus lectores, el mas releido, el mas editado; en definitiva intentaremos decir que el modesto Anton Chejov es la maxima contribucion de la literatura clasica rusa a los pueblos y la cultura de todos los paises.

Hace muchos a챰os, en Valparaiso, en la biblioteca del Liceo Eduardo de la Barra nos topamos por primera vez con un libro de relatos cortos de Chejov. Acostumbrados como estabamos a leer a los "clasicos chilenos", Blest Gana, Durand, Baldomero Lillo, Mariano Latorre o Manuel Rojas, este Chejov que ahora llegaba a nuestra lectura era diferente, la traduccion nos entregaba unos personajes rusos que bien podian ser chilenos, sus dialogos y sus afanes eran propios de cualquier lugar y el caracter ironico, a veces con humor triste de esta gente que salia de cada relato nos indicaba que teniamos entre las manos a un maestro inigualable. Despues de leer el primer cuento, ya no podiamos soltar el libro. Con suerte, aparecian en ese libro historias celebres, como "La Sala Numero Seis" y "La dama del Perrito". Debo confesar que ese dia termino mi etapa primera de leer literatura chilena y a traves de Chejov pase a la literatura rusa y aunque tuve la suerte de leer en el liceo a Turgueniev, Tolstoi y Gogol y ademas esa deliciosa novela El Heroe de Nuestro Tiempo de Lermontov, la primera novela rusa, muy pronto volvi a Chejov y con ayuda de algunos profesores pude conseguir mas libros de cuentos, alguna novela corta y hasta pude leer las piezas teatrales El jardin de los cerezos y El Tio Vania. Asi, creo que cuando sali del liceo en 1964 habia tres nombres rusos que me eran absoltutamente familiares: Chejov, Lenin y Gagarin. Pero ninguno me era mas querido que Ana Sergueievna y Gurov, los amantes de la Dama del Perrito. Hasta ahora. Lo que yo no sospechaba para nada, era que mi admiracion por Chejov y mi amor ilimitado por sus personajes, era compartido por millones y millones en Rusia y en otros paises. Lo de Rusia pude comprobarlo un poco despues , cuando en agosto de 1965 llegue a Moscu por primera vez y aunque habian pasado mas de 60 a챰os de su muerte, yo andaba buscando en las calles, en las casas y edificios, en los buses y en el rostro de la gente en el Metro, a los personajes de Chejov, a la gente de las historias y relatos, a los personajes de las piezas teatrales. Cuando comence el arduo camino de aprender el idioma ruso, cuando los profesores fueron paso a paso desentra챰ando para nosotros los misterios del alfabeto cirilico y la gramatica endemoniada de las declinaciones gramaticales, los verbos determinantes, la fonetica exotica de sonidos nuevos y lentamente se iba develando el misterio de este idioma maravilloso, yo pensaba para mis adentros: "Uno de estos dias voy a leer a Chejov en ruso". Debo reconocer que leer a Chejov y hablar con las bellas muchachas que andaban por la calle, fueron las dos mas grandes motivaciones que tuve para aprender el ruso. Aunque hablar con las chicas en ruso lo intente desde el primer dia, leer a Chejov en cambio fue diferente y no tome un libro del gran medico-escritor hasta sentirme relativamente seguro de poder hacerlo con comodidad. Y eso fue en Febrero de 1966, tras terminar los primeros examenes y en viaje de vacaciones de invierno a Volgogrado. Acostado en un tren que viajaba de noche, en pleno invierno ruso, con la oscuridad mas absoluta en el paisaje invisible y con las luces encendidas en los habitaculos del tren, esa noche, lei La Dama del Perrito en el idioma que habia sido escrita. Hoy, 38 a챰os despues no temo confesar que derrame lagrimas de emocion y lagrimas de reconocimiento, como si en ese momento Gurov y Ana Sergueievna estaban por fin presentandose ante mi como realmente eran. Mis queridos personajes de tiempos del liceo, el Chejov de entonces volvia en el idioma original y de ahi en adelante, comenzo la larga tarea de leer a los clasicos rusos en su idioma. Algun tiempo despues consegui entradas para el teatro y pude ver en Moscu la representacion de La gaviota y El tio Vania. Por entonces, se filmaron en Moscu dos peliculas sobre obras de Chejov. Una fue La gaviota, donde el papel principal lo hizo la actriz francesa Marina Vlady, que fue la esposa nada menos que de Vladimir Vissotsky, el gran artista, cantante, poeta, autor, loco, rebelde y cuyas canciones eran escuchadas casi en la clandestinidad. Vissostky era por entonces, como un personaje de Chejov en medio de la sorda represion brezhneviana. La segunda pelicula que se hizo por entonces fue "En la ciudad de S.." basada en La Dama del Perrito. No tengo que decir que ambas peliculas fueron un exito y habia que esperar dias para conseguir entradas. La gente no solo leia a Chejov en el tren, en el Metro, en las estaciones, en las bibliotecas. Asistian a la representacion de sus piezas y esperaban meses para conseguir entradas. Y durante la representacion, se podia ver al publico llorar y padecer por los personajes. Anton Chejov habia escrito sus piezas teatrales y las habia designado como comedias. Sus personajes, ridiculos, pateticos, ignorantes de su destino y del papel que desempe챰aban en la sociedad, sin saber ni tener la mas minima idea de su destino, eran personajes que Chejov creo para hacer reir; que mas se podia hacer por gente tan ridicula? Pero Chejov se equivoco; al menos en esa apreciacion, el publico no reia y no ha reido jamas. El publico llora y sigue llorando por esos personajes, la gente se sigue viendo a si misma, las comedias devinieron en dramas y las gentes ridiculas de Chejov se convirtieron en heroes del pueblo, del publico, se hicieron amar y querer, inspiraron y siguen inspirando los mas entra챰ables sentimientos de cari챰o que ningun personaje ficticio ha inspirado en la historia de la ficcion-no-ficcion. El modesto Anton Chejov no se imagino ni en sus mas alegres momentos que cien a챰os despues de su muerte los moscovitas seguirian llorando por Lopajin del Jardin de los Cerezos, ese jardin que no es jardin sino que es "nuestra Rusia". El arte supera la realidad y el escritor en este caso supero la historia. Cien a챰os despues, Rusia cambia de nuevo de sistema y vuelven los personajes de las "comedias" a tener vida real. Vuelven los terratenientes, los nuevos ricos, las damas de la sociedad y los pobres diablos. Y el publico otra vez en Moscu y en toda Rusia reconoce a los personajes de Chejov como vecinos, como gente real y llora, llora por ellos y llora por si mismo, como en Yalta hace mas de cien a챰os, cuando el publico lloraba y el pobre Chejov enfermo le escribia a su esposa Olga Knipper que no representaban el Jardin de los Cerezos como se debia, como comedia que era.

Un dia de 1966 en plena primavera, visite por primera vez la tumba de Chejov en el cementerio de Novodevichi en Moscu. Es el cementerio que se encuentra en el Monasterio del mismo nombre, el mismo donde la Zarina Sofia fue encerrada los ultimos quince a챰os de su vida por su hermano el Zar Pedro. Alli se encuentra este cementerio de los celebres, los VIP de Rusia, donde se mezclaban los ilustres y los parientes de los ilustres y poderosos. Ahi, junto a la muralla central, en medio de la parte antigua, se encuentra la tumba de Chejov y su esposa Olga. Un poco mas alla descansan Gogol, Fadeev, Mayakovsky, Stanislavsky, que puso en escena las obras de Chejov y el cineasta Eisenstein. Tambien esta ahi cerca Nadia Alleluyeva, la esposa de Stalin. El dia que yo llegue por vez primera a la tumba de mi autor favorito de siempre, la escena era la misma que veria despues, cada vez que acudi a ese lugar. Siempre habia junto a la tumba un grupo de personas, leian textos de Chejov, dialogos de teatro, cartas. Y tras leer, la gente derramaba lagrimas, se emocionaban, sollozaban y saludaban a otra gente que no conocian, pero sabian que eran gente de Chejov, sus admiradores, sus lectores, sus personajes de siempre. Una vez vi algo parecido a esto en Buenos Aires, en la tumba de Carlos Gardel, un cantor que la gente de america amo hasta mucho despues de su muerte.

Leon Tolstoi, el grande, el gigante Tolstoi hacia lo mismo un dia en la terraza de su casa de Yasnaia Polliana, en frente del mismo Chejov que le visitaba. Leia un trozo de un cuento de Chejov y decia: " esto es tan bello, parece el encaje de una novia". Y Chejov azorado por su modestia le decia:"Disculpe, tiene errores de imprenta". El mismo Tolstoi, que pocas veces era expresivo en su admiracion por otros escritores, decia una vez: ‘Los franceses tienen a Hugo, quizas a Stendhal, pero Chejov es mejor". Muchos años despues el gran Ilyia Ehrenburg, autor de la gran novela El Deshielo, que inicio el camino del aire fresco en la literatura sovietica, decia que al final, relaia a Chejov porque no tenia dudas que era el mas grande de los grandes rusos.

Anton Chejov no solo fue un escritor que supo llegar al corazon del publico, de los lectores. Tambien fue un hombre de conciencia y de posiciones irrenunciables de avanzada para su epoca. Cuando Maximo Gorki fue excluido de la Academia Rusa, Chejov renuncio a su posicion dentro de ella en solidaridad. Cuando hacia el final de su vida Chejov hizo un horrible, indescriptiblemente duro viaje a la isla de Sakhalin, al otro lado de Rusia, a la isla-prision, llego a escribir sobre las condiciones inhumanas del regimen carcelario y hasta denuncio el da챰o ecologico que se hacia a los bosques de Rusia. Sus palabras se usan hoy en organismos de la Unesco para denunciar el inminente desastre ecologico del mundo.

Asi era este hombre, que siendo medico de profesion, decia que la medicina era su esposa y la literatura su amante. Jamas dijo a quien amaba mas, si a su esposa o su amante. Aunque el no lo dijo nunca, el publico de Rusia y de todo el mundo dio su veredicto ya hace mucho tiempo.

Apenas 44 a챰os vivio en el mundo Anton Pavlovich Chejov. Tal como sucedia en sus historias y en sus piezas, el dia de sus funerales, el publico se equivoco de cortejo y como su feretro venia en un tren a Moscu, muchos siguieron el cortejo de un general muerto en Manchuria. El ataud de Chejov venia en un carro con el letrero "Ostras". Ya camino al cementerio, Gorki cuenta que junto a el caminaban unas personas que hablaban de la inteligencia de los perros. Ese dia no solo Anton Chejov entraba en la inmortalidad. Tambien sus personajes, Lopajin, Ana Segueievna, Las tres hermanas, Masha, Olga, el tio Vania, Gurov, la inmortal Dusheshka, el sabio profesor de Una historia aburrida o Yonich, el medico rechazado en el amor que se vuelve frio e insensible. Cada cual tiene sus pesonajes preferidos. Personalmente me quedo con el autor, con su modestia y su decencia, su humanismo sin limites, su afan de servir a su pueblo como medico y como artista, su solidaridad con la gente modesta, los humildes, los que jamas podian pagar sus servicios medicos. Definitivamente me quedo con este medico que no tuvo jamas temor de contagiarse con sus enfermos, como realmente ocurrio y con este artista que jamas bajo la guardia del testimonio, de la sinceridad y de la fe en una Rusia mejor para su pueblo. Tal como las Tres Hermanas, que so챰aban ir a Moscu, a un mundo mejor, que jamas perdieron la fe en un mundo distinto, mas justo y mas feliz. Tal como lo esperan las Tres Hermanas de hoy, las gentes de hoy que como los personajes de Chejov de siempre jamas pierden el afan por algo mejor. La maxima latina dice que la voz del pueblo es la voz de Dios. Si eso es asi, ya hace muchos a챰os el pueblo de Rusia y los lectores de Rusia y otros paises decidieron que Anton Chejov era el mas grande de los escritores rusos.

Marcos Medalla Navarrete

Parkdale-Ontario-Abril 2004

 

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