lunes, 16 de febrero de 2004

El Señor Pablo Valparaiso.

Sobre el Se챰or Pablo Valparaiso o el Puerto Neruda

A mi cuando me baja la nostalgia, me baja la nostalgia por Valparaiso. Como todo trasplantado en pais extraño, uno sufre de cuando en vez el embate de la "saudade", el hormigueo de las penas patrias, el deseo de sentir las raices y las huevadas de uno, de su tierra y como todos los extranjeros del mundo, uno se pone a desear las cosas del terruño. Pero en el caso mio, por alguna razon desconocida y misteriosa, mi nostalgia es por Valparaiso y nada mas que por Valparaiso. A pesar de no haber nacido en el puerto sino mas adentro, en Los Andes y de haber llegado a Pancho solo a los trece años, Valparaiso se me metio en el organismo como virus de la vaca loca, como influenza de los pollos y ahi se quedo para siempre, no me dejo nunca. Asi, me he llevado a Valparaiso a todas partes. Lo lleve a Moscu y me acompaño en los inviernos nevados, lo puse en la maleta y estuvo conmigo en Stalingrado, alla arriba en Mamaev Kurgan donde construian la inmensa estatua de la Madre Patria Sovietica que habia derrotado al fascismo. Como era un cerro de heroismo y tragedia, en Mamaev Kurgan yo recordaba a Valparaiso y sus cerros del viento. Cuando estuve en Leningrado, en la ciudad de Pedro, y veia levantarse los puentes para dejar pasar los barcos en plenas noches blancas, yo veia a mi puerto de Valparaiso en noches de niebla, con los sonidos del toro, como se llamaba a la sirena que ponia en guardia a los barcos en plena camanchaca del mar. Muchos años despues, encaramado en el Pan de Azucar de Rio de Janeiro o en la punta del Corcovado, yo miraba para abajo y pensaba: "Valparaiso es mas lindo". Y claro que no, no era mas lindo, pero los que sufrimos de la fiebre de Valparaiso, somos como los enamorados, que no le ven el ojo tuerto a su amada, ni sus patas chuecas, le perdonan todo, el mal olor, las caidas bruscas, las rendijas traicioneras, las curvas resbalosas, las inundaciones nocturnas, los vientos imprudentes. Todo le perdonamos a Valparaiso y mas aun, le queremos mas cada dia y cuando nos viene la nostalgia, no hay antibiotico que sirva, ni sicologo, ni terapia de grupo ni cacha de la espada. Lo unico que queremos es Valparaiso. Y el ataque viene fuerte. Comienza con un leve cosquilleo en el estomago por comerse un mariscal donde el loco Raul, dar una caminata por la costanera o subirse a una lancha en el muelle Prat. Cuando uno nota que el ataque de nostalgia porteña continuara fuerte, es porque no basta con el paseo, despues queremos irnos a escuchar tangos a la subida Ecuador, emparafinarse un poco con tinto de la casa y despues irse a comer un chupe de guatas al callejon de los meados o una cazuela de ave donde la Vieja de las Cazuelas, en pleno barrio O’higgins, o un bistec a lo pobre en El Aguila, darselas de politico cuico en el bar Ingles, caballero pasado de moda en el Riquet, el salon de te en decadencia mas famoso del mundo, tomarse un express en la Rotonda, unas empanadas de marisco en el Monico, irse a echar unos polvos donde la tia Maria o en la residencial detras del cementerio de Disidentes. Muchos diran que muchos de estos lugares ya no existen. Y que mas da? Eso que importa? Acaso para nosotros no siguen existiendo igual? Eso es lo bueno de la nostalgia, las cosas no pasan ni desaparecen, siguen vivitas y coleando, para dicha y desdicha del nostalgico.

Y hablar de Valparaiso, es hablar de Neruda. Y hablar de Neruda, es hablar de Valparaiso. Es casi lo mismo. Podriamos llamar al poeta "Se챰or Pablo Valparaiso" o a la ciudad nuestra, el "Puerto Neruda".

El poeta era tan original, deschavetado, ilimitado y loco como Valparaiso. Y la ciudad del viento es tan romantica, profunda, solidaria, y eterna como el poeta del amor, de la lucha y de la vida.

Quizas por eso, cuando uno lee a Neruda, vienen los malditos ataques de nostalgia por el puerto lejano. Neruda solia pasear por Esmeralda con la Matilde del brazo y a pesar que todo el mundo lo conocia, nadie le interrumpia el paseo y nadie cometia la imprudencia de pedirle un autografo o hacerse el antiguo amigo. Asi el poeta caminaba por su puerto como Pedro por su casa. Cuando uno iba a comerse un estofado de cordero al Bar Pajarito, podia encontrar a Neruda en la mesa del lado, pero cada uno en su lado, nadie le molestaba. Una sola vez vi parroquianos invadir la privacidad de la mesa del poeta y fue en el bar Aleman, en la esquina de O’Higgins y Melgarejo, donde hoy esta la intendencia regional. Esa vez el mismo poeta se puso a hacer bromas con la gente de otra mesa y antes que fuera tarde, todos habian juntado las mesas y se pusieron a escuchar versos e improvisaciones. Yo estaba con el "pueta Polanco" como le llamaban en el Partido a este poeta popular sin estilo pero con tripas. En un dos por tres el "pueta Polanco" se puso a improvisar rimas sobre los presentes y Neruda se cagaba de la risa como todos. Debe ser por todo eso que cuando Neruda murio en Septiembre de 1973, el puerto de Valparaiso estaba mas triste y desolado que barco a la deriva, sin alma, sin timon de poesia ni quilla de balance. En la bahia estaban el Lebu y el Maipo lleno de prisioneros. En los momentos que el poeta moria en Santiago, yo estaba tirado boca abajo en el patio de la comisaria detras de la Plaza Echaurren, donde nos habian llevado presos desde la Aduana. Tiempo despues pense que ese habia sido mi homenaje al poeta, ahi tirado junto a mis colegas, algunos de los cuales terminaron enterrados en Pisagua, como Mario Morris. Cuando al final nos sacaron del patio y nos metieron a un bus para llevarnos al Lebu, esa fue la unica vez que viajamos en bus sin mirar Valparaiso, estabamos tirados en el pasillo y podiamos adivinar las calles por los ruidos y las paradas.

Ese dia murio el poeta pero siguio viviendo como todas las cosas eternas y Valparaiso sigue enarbolando la poesia en cada rincon, en cada bar, en todas las quebradas y en los callejones mas requetecontra callejones que uno se pueda imaginar.

Y todo esto por el ataque de nostalgia y porque ya estamos en pleno 2004, el año del Centenario de Neruda y como chilenos, porteños y nostalgicos nos aprontamos a celebrar este centenario con poesia, con huifas y recuerdos, con positivo optimismo en el futuro de Valparaiso y de la Patria. Miramos pa’atras con fe en el futuro, sin nostalgia huevona, sino con nostalgia chora, pa’ rescatar lo bueno del pasado y desear lo mejor p’al futuro.

Y tambien porque una compa챰era me envio un recorte de La Estrella sobre Neruda y Valparaiso y desencadeno este ataque de nostalgia. Les acompa챰o el recorte.

Disculpen, somos de Pancho, gancho!

1 comentario:

  1.  Articulo enviado por Gladys Quiroz.   s찼bado 06 de diciembre de 2003 Los caminos de Neruda (4) Un hermoso fotomontaje de Rolando Rojas, gran fot처grafo porte챰o, que muestra a Neruda en la terremoteada biblioteca de La Sebastiana, el a챰o '65. Rolando es autor de la fotograf챠a con que se promueve el concurso de poes챠a y cuento, organizado con motivo del centenario del poeta. Esta foto se public처 in챕dita en 1983, en la primera edici처n del libro "Neruda en Valpara챠so", de Sara Vial, Ediciones Universitarias de UCV. Texto y fotos de archivo de Sara Vial   Les dijimos la pasada semana que en este recorrido de hoy hablar챠amos de lo m찼s importante de los caminos de Neruda en Valpara챠so. Y esto fue su "Casa en el aire", como la llamamos. Muy pirateado el t챠tulo. Pero al cabo, somos un puerto que sabe de piratas y no vamos a complicarnos por esto. Los chilenos somos copiones y parece que el hecho de vivir en el fin del mundo, nos otorga una serie de caracter챠sticas que ya todos conocemos y, a veces, tenemos que sufrir con buen 찼nimo. Por ejemplo, el fot처grafo Rolando Rojas -gracias a quien existen las 첬nicas fotos que se han tomado en el mundo, del famoso Club de la Bota-, sabe de piratas como nadie. Sus retratos de Neruda aparecen por todos lados. Sin su nombre, naturalmente, cosa que a 챕l le duele m찼s que nada. Hasta en Nicaragua, con motivo del Premio Nobel, apareci처 en 1971 una estampilla conmemorativa con su fotograf챠a. Le reconoc챠 su estilo apenas la vi. Seguramente ni 챕l mismo sabe de esta elecci처n, que en todo caso, lo honra, pues fotos de Neruda existen por miles. Y ahora que en la p찼gina web de la Comisi처n Centenario de la Presidencia, se piden fotos de Neruda con la persona que las mande, imag챠nense ustedes. Es toda una provocaci처n y de las m찼s inteligentes que se han visto, pues todas ellas pasar찼n a ser patrimonios nacionales. Algunos ser찼n in챕ditos.   LA CASA EN EL AIRE   Como todav챠a vamos en el bus imaginario, integrando ya el cuarto recorrido por las andanzas del poeta en el primer puerto y en diversas 챕pocas, no nos demoremos m찼s en lanzar por el micr처fono ese nombre estelar y ya mundial, La Sebastiana. No les vamos a contar la historia de nuevo, porque la hemos contado muchas veces y quedar찼 como una narraci처n detallada para los pasajeros de nuestro bus, exclusivamente. (!) Recordaremos, por ejemplo, cuando estuvo cerrada diez a챰os, despu챕s del '73, llen찼ndose de enredaderas que parecieron convertirla en

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