lunes, 20 de junio de 2005

Recuerdos en "chascarros"

De mi viaje a Chile. -Recuerdos y chascarros-
 
          ......,El caminito de malvas, mentas,violetas y de cardos amarillentos, había desaparecido del huerto de mi casa rural. Escudriñé mi memoria, recorriendo a partir de un manzano la rivera del canal y sus rumores, sumergido en un manto de zarzamoras perladas de viento y polvo. Pregunté al peral, a los nísperos, al durazno, al colibrí, al rocio, pero nadie recordaba mi sendero bajo las estrellas. Fué creciendo la tarde, con una brisa fresca y con el horizonte enrrojecido con las fogatas del astro rey. Los pájaros volvían a sus nidos, mientras las compuertas dejaban pasar el agua por los nuevos surcos, rebosando de alegría los sandiales, los tomatales, el alcachofal, las madreselvas, los pepinales, las hortalizas enmarcadas en rectángulos de tierra negra y fecunda. El aroma de la tierra inundó el areal, mientras las coles echaban a volar el rechinar de sus hojas apretadas y las rosas en una hilera, cerraban lentamente sus capullos para esperar el nuevo dia. Busqué el lugar del escaño de mi niñéz, frente a la carretera polvorienta de tierras coloradas, que lleva al rio y a sus afluentes. Las lagartijas succionaban los últimos rayitos de sol, para enfrentar el frio de la noche y revivir cuando apareciera nuevamente en el oriente montañoso. Tambien se había marchado !. Las vidrieras de la terraza habían sido blanco de las pedradas de los muchachitos del lugar, mostrándo un mosáico de ventanitas diminutas, con una vorágine vegetal que se había adentrado en la galería.. Un zernícalo descansaba en las alturas de un manzano, observando sin prisa el caminar de una joven que habría y cerraba las compuertas del riego. Me miraba de reojo, con los pudores rurales en presencia de un extraño. Vestía una blusa blanca, una pollerita de percal azulada y una chupalla de paja muy rubia, ocultaba su rostro moreno y bello. Guardé silencio para no incomodarla, apartándo la vista y para detenerla en la majestuosidad de la cordillera de los Andes. El volcán Chillán resplandecía en plenitud, con sus cimas rocosas y desprovista de su plumaje blanco y helado. Las colinas azuladas del entorno absorvían todos los sonidos y las luces. Los castaños y los pinos se empinaban hacia el cielo, en una lucha fraternal por dominar las alturas. El arroyo murmuraba una cancioncilla de amor de tiempos pretéritos, con su fresca fragancia, que robaba de los culenes que acompañaban sus laderas. El quillay permanecía a orillas del estero de aguas rápidas, mostrándo en su corteza las heridas que ofrendaba generoso para suavizar el cabello de las doncellas lavanderas del canal, pero con la vitalidad de costumbre. Comprobé el sabor del fruto de los "maquis" y sus tintes escarlatas, señalando el comienzo del verano en los labios pintados de los niños y de las muchachitas del entorno. La recordé con respeto !!. Olvidando el clamor de sus mejillas encendidas, cuando me susurró a la llegada del rio, que su amor se marchó a otros lares. Olvidé el estallido del universo, la muerte de la luna, el éxodo de los pájaros, la muerte instantánea de los trigales, de los manzanales, de los almendrales, del brillo infatigable de las estrellas, del mumullo alucinante del arroyo, el apagón espontáneo de los volcanes, la muerte de la laguna y de sus junquillos melodiosos, de los sonidos galácticos, de los océanos y de las canciones de amor. Olvidé el haber quedado solo en el sendero de madrigales, en el silencio de la muerte de mi amor de niño. Busco el sendero y no lo encuentro. Porqué se marchó con ella a otros lares, como dijo. En el avión que me trae de vuelta a mi casa del norte del planeta, recorro el huerto de mi casa nuevamente en busca de mi sendero de luces.- El huerto permanece en mi memoria como ayer. Del sendero, ni rastos !!. 
Ren챕
Alemania, 20.06.2005.-

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