miércoles, 15 de abril de 2009

Fidel, la OEA y los turistas.

 

Queridos Lumumberos !

                                         Hablarle de la OEA a Fidel Castro es lo mismo que ponerle un ají cacho e” cabra en el culo. La ruptura de relaciones diplomáticas masiva de los países latinoamericanos con Cuba en 1962, lo dejó marcado para toda la vida. Jamás se le ha pasado por la mente que incluso una organización internacional como la OEA pudo haber evolucionado en todos estos años. De ahí entonces el odio con que Castro replica las palabras del chileno José Miguel Insulsa, secretario general de esta organización, cuando este le dice que la organización recogerá con gusto a la Cuba que respete los derechos humanos y se acerque paulatinamente a la democracia. Sobre el particular se puede discutir mucho, dicho sea de paso. No siempre, por decirlo de una manera suave, la OEA cumplió el mandato de su estatuto original para con los pueblos del continente al sur del río grande. Generalmente allí se escuchaba la tribuna de Estados Unidos de América, obligatoria de su cumplimiento para casi la totalidad de América Latina. Con los años, sin embargo. Se nota la personalidad casi perdida de sus miembros latinoamericanos. Han habido avances y Fidel creo que se le pasa el sable cuando habla de una organización infame y de basura. Pero parece que Fidel no tiene oído auditivo para los cambios que han tenido lugar no solo en América Latina, sino que también en el mundo. La oferta de Barack Obama hacia la Cuba de adentro y de afuera, la han apoyado un 93% de los Cubanos norteamericanos residentes en EE.UU. Ni hablar de la mayoría silenciosa de los isleños. La apertura no exigió de Castro y Cia algo a cambio. No solo los viajes y las remesas en billete dejaron de tener límites, sino que también el envío de medicamentos, semillas, vestuario, jabones, detergentes, equipos de pesca y una extensa lista de exportación más, bajo la denominación de “donaciones” ahora es posible. Lo único que Obama no puede hacer por el momento, es dejar sin efecto el bloqueo, puesto que para ello necesita la aprobación del congreso. Y el congreso de Estados Unidos no es como el parlamento Cubano o la DUMA de Rusia. Allí se necesitan mayorías para los proyectos de importancia nacional y no es posible “obedecer” órdenes de “arriba”. Según Hector Palacios, excarcelado por razones humanitarias (salud), dice que Fidel se enreda cuando saca cuentas. –“en los últimos diez años han llegado más de 10 millones de turistas y no ha pasado nada extraordinario”, dice el dictador-. Su mayor preocupación es el problema ideológico que se le presentará con los nuevos “turistas”. Ya no se trata de los norteamericanos que llegaban a chupar a diestra y siniestra , a cachetearse con las flamantes tostaditas y a sentirse en el verdadero paraíso terrenal por las atenciones, en el supuesto de una generosidad usual gringa, de dejar sobre la mesa el 10% del valor de la cuenta como propina. Esta vez son Cubanos los turistas. Los mismos que dejaron la isla hace unos años, dejando a parientes y amigos que no tuvieron la oportunidad ni el coraje de subirse a una embarcación de gomas de automóviles para echarse el pollo por el mar Caribe. Tampoco son los turistas europeos que llegaban a Varadero y pensaron haber recorrido toda la isla, llevándose una realidad tergiversada y absurda. Naturalmente los europeos exigen el término del bloqueo económico contra Cuba, pero al mismo tiempo que el régimen escuche por lo menos al pueblo y sus demandas. Sin presentarlos como agentes del imperialismo norteamericano o europeo. Exigen además que todos los “turistas” sean admitidos en el territorio Cubano y no devueltos a sus países de origen como sucede con frecuencia cuando se trata de ex Cubanos. Lo dijimos hace poco en otro mensaje cuales son los miedos de la élite del régimen. Lo repito un poco aquí, cuando leo los diarios latinoamericanos y europeos en torno al nuevo problema de los hermanitos Castro. No solo se necesita ser revolucionario, estimados esbirros del pueblo Cubano. También hay que practicar serlo. Un pueblo sin derechos reales y con necesidades básicas insatisfechas, jamás apoyará revolución alguna.  Un fuerte abrazo, con la fraternidad de siempre.

René

Alemania, 15.04.2009.-

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