sábado, 2 de mayo de 2009

Vietnam ya no es una Guerra.

Con especial emocion he leido la tercera y ultima parte del relato viajero a Vietnam de Juan Escobar. No habia querido opinar sobre este relato en general, por estar ligado personalmente a mi casamiento en ese pais;  Juan y su esposa viajaron especialmente a mi boda y las vivencias y  narraciones me llegan muy hondamente. Pero ahora, ya con mas tranquilidad deseo señalar algunos hechos y opiniones sobre este bello texto.

Primero que nada debo decir con absoluta certeza que Juan y Bernardita han caido tambien en  el inevitable “embrujo de Vietnam”, lo cual me tranquiliza por un lado; no soy el unico loco que cae rendido ante esa patria exotica y lejana. Llama la atencion en el relato de Juan, que su emocion ha ido en aumento al contar las experiencias, clara señal que Vietnam es mucho peor que la fiebre amarilla o la actual fiebre porcina. Percibo mas emocion en el relato de Juan, que en sus propios relatos de la desaparecida URSS, lo cual para un lumumbero ya es mucho decir.

Por supuesto no me referire al texto descriptivo que hace mi amigo. Ahi esta para que todos lo lean y lo disfruten. Mas bien prefiero referirme al aspecto personal. Por un lado lamento mucho que mi amigo Huaso Ronda, o el gato Cerda, o Patricio Ayala, o cualquier otro amigo lumumbero no haya podido estar con nosotros. Estoy seguro que tambien habrian caido victimas del “sindrome de Vietnam”. Ir a Vietnam una vez  es ir muchas veces. Es el deseo incontenible de volver, de respirar ese aire caliente, de sentir ese insoportable ruido de motocicletas, de sentir el olor de las sopas en la calle, de asistir a la reverencia de los templos, mirar desconcertado la mezcla de banderas rojas y retratos de Ho Chi Minh con las imagenes budistas y el incienso encendido.

Pero hay muchas otras cosas y algunas absolutamente indefinibles e inexplicables. Yo antes sentia esto cuando el avion comenzaba a cruzar los Cordillera de Los Andes. Ahora lo siento cuando el avion se acerca al mar de la China, despega de Hong Kong y se que luego, en un par de horas, estare de nuevo en Saigon, ciudad que, tras cuatro viajes, ya siento como si fuera mi Valparaiso del oriente.

Pero insisto, no es turismo, ni ganas de comer comida vietnamita. Es verdad, yo ahora alli tengo mi familia, mi casa, mi esposa y mis amigos, una hija adoptiva y mil picadas donde sentirme en mi tierra. Pero hay algo mas y quizas en unos dias me vaya a Montreal a conversarlo con Juan, a ver si llegamos a alguna conclusion explicable, esta fiebre, esta obsesion afectiva por este pais y por este pueblo.

Yo se que Juan y Bernardita recuerdan Vietnam con nostalgia y cariño. Mi familia vietnamita tambien les recuerdan y sonrien al ver las fotos de Juan acostado en el asiento reclinable de la casa de mis suegros, o de Bernardita cuando se atrevio a que mi esposa Thuy la llevara en motocicleta por las calles de Phan Thiet. Nadie olvidara cuando Juan y yo salimos vestidos con el Ao Dai Vietnamita y aunque muchos no lo crean, ahora varios miembros vietnamitas de mi familia se han casado o asistido a bodas vistiendo Ao Dai, costumbre tradicional y antigua, despues de habernos visto a  nosotros hacerlo.

Lo que quiero decir es que el texto de Juan Escobar es notable y merece ser leido. Su amor por esta nueva patria, le ha permitido a Juan Escobar escribir un  texto lleno de conocimiento, de emocion. Juan Escobar se ha involucrado con Vietnam y me siento muy contento de haber sido participe de esto, en alguna forma. Ojala se nos cumpla el sueño de estar juntos otra vez en Vietnam, poder tomarnos las botellas de vino que quedaron pendientes e impedir que mi suegro cometa otra vez el sacrilegio de ponerlas en el altar budista y no poder beberlas hasta tres dias despues.

A proposito de esto, Juan Escobar, al referirse a la anecdota del vino hace referencia a mi recuerdo de las garrafas de vino convertidas en agua en la Lumumba por efectos de un milagro al reves, en 1965. Eso lo recordamos cuando no pudimos tomarnos el vino en mi boda porque estaban en el altar intocable. Bueno, la verdad es que me las tome yo con mi suegro cuando volvimos con Thuy de la luna de miel en Dalat, cuando Juan y  Bernardita ya estaban lejos, cerca de Hanoi.

Eso fue sobre el vino. Pero un dia yo le recorde a Juan otra cosa. Y eso se refiere a la ley de causas y efectos, al karma lumumbero. En 1965, cuando llegamos a la Lumumba el 23 de agosto, nos recibieron los estudiantes antiguos. Habia dos que se hicieron pasar por rusos, vestidos con impermeable y antiguos sombreros de viejos burocratas, Esos “rusos” eran Juan Escobar y Pepe Sommariva. Estos  “rusos” pretendian ser periodistas de Novosti y entre otras pachotadas, nos dijeron a los recien llegados que, una vez egresados de la Lumumba, deberiamos irnos a la Guerra de Vietnam, a luchar por el pueblo vietnamita, en pago por la educacion recibida en la URSS. Ahi mismo quedo la peleria. Se le acabo el internacionalismo propletario a todos y recuerdo muy vivamente como Juan Plaza, muy inocentemente reclamo y casi con lagrimas en los ojos decia que porque no le habian dicho eso antes; pobre Plaza estaba desesperado. Quizas seria por eso que a los dias Juan Plaza se corto el pelo al cero y fue bautizado como el Bonzo Plaza, en recuerdo de los monjes budistas de Vienam, quemados vivos en protesta por la persecusion catolica del presidente Diem. Otro karma, Diem murio a balazos cuando intentaba huir del palacio presidencial de Saigon.

Yo recorde esto y le dije a Juan que todo se paga en la vida. No es necesario ni paraisos ni infiernos. Su broma de hace 44 años se hizo realidad y el mismo tuvo que viajar a Vietnam a  mi boda, la Guerra ya ha terminado, pero yo me desquite, se tuvo que vestir de Vietnamita, llevar las bandejas de mi boda por la calles de Phan Thiet y hacerme sentir, tras casi medio siglo, que la amistad es el sentimiento y lazo mas fuerte que se puede establecer entre la gente.

Gracias Juan Escobar por este texto. Yo no puedo escribir un  texto asi; ya Vietnam se me metio tan hondamente que se me tupe la mollera para decir cosas de mi patria vietnamita. Ojala se cumpla nuestro sueño, compadre Juan, hacer otra reunion huachaca pero ahora en Vietnam, sacarnos algun premio de loteria y llevar al Pato Ayala con su experiencia huachaca, al gato Cerda, querido amigo nuestro, al Huaso Ronda, y otros valientes que se atrevan a exponerse al sindrome de Vietnam, ponernos todos el Ao Dai, bebernos hartas botellas de tinto junto al mar en Phan Thiet y comprobar, una vez mas, que la Amistad no tiene fronteras, que Vietnam ya no es una Guerra y que, al menos para nosotros, Vietnam es un Corazon.

Marcos Medalla,

Nacionalidad, desconocida.

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