En mis ocasionales y escasos viajes a Caracas en estos últimos años pude comprobar la grosera brutalidad con que algunas emisoras televisivas atacaban al gobierno de Hugo Chávez, y muy especialmente al presidente. No exagero: en la ahora clausurada RCTV vi como se referían reiteradamente a Chávez como el “mico mandante”, en una gracieta miserable que revela la baja catadura moral de quienes manejaban los programas y la dirección de la emisora. Otras veces, en esa emisora o en Globovisión, a alguien se le “escapaba” calificar al presidente de mono, loco, perturbado peligroso u otras lindezas semejantes.
Pero no se trataba s처lo de eso: la actividad de esas cadenas televisivas, en los horarios en los que yo pod챠a contemplarlas, ten챠a un 첬nico objetivo: acabar con el gobierno bolivariano utilizando las consabidas armas de la agitaci처n y la propaganda.
Se supone que los medios de comunicaci처n est찼n al servicio de la verdad, y que su honestidad informativa est찼 fuera de toda sospecha. En la pr찼ctica, eso nunca es as챠, y los medios, cada vez m찼s, hacen pol챠tica. Eso pasa en todas partes, no tiene remedio. Pero una cosa es favorecer a determinadas formaciones pol챠ticas, incluso manipular partidariamente la verdad, y otra muy distinta llamar a la insurrecci처n, reclamar un golpe de estado, participar en los preparativos del golpe, mentir descaradamente una y otra vez, insultar reiteradamente a presidente y ministros, etc., etc., etc. Eso era lo que hac챠a la RCTV venezolana, y lo sorprendente no es que no se le haya renovado la licencia; lo sorprendente es que se le haya permitido emitir en estos 첬ltimos a챰os.
El gobierno de Jordi Pujol anunci처, hace unos a챰os, la posibilidad de no renovaci처n de la COPE en Catalu챰a. En esta revista, entonces, yo firm챕 una columna rechazando esa medida, a pesar de ser la COPE una emisora odiosa, y a pesar de la acumulaci처n de mentiras que ya en aquellos a챰os la caracterizaba y que fueron la causa del amago de no renovaci처n. La libertad de expresi처n, en efecto, requiere cierta manga ancha, una mayor tolerancia que otras libertades. Pero de ah챠 a permitir que se fomente el enfrentamiento civil media un buen trecho.
Los medios de comunicación españoles, como es habitual, sólo han contado las cosas a medias. En general han ignorado el papel subversivo (que no crítico) que cumplía la emisora, así como los tiroteos y atentados que supuestos manifestantes “por la libertad de expresión” han cometido. Pecata minuta. Han resaltado, claro, las manifestaciones –legítimas– que contestaban el cierre de la emisora, pero no han puesto demasiado énfasis en informar sobre las multitudinarias manifestaciones de apoyo a la medida de no renovación. Ya se sabe que consideran a Venezuela un país totalitario, una dictadura, y de ese burro no hay quien les apee.
Para resumir, y para dejar las cosas claras: se챰ores y se챰oras, queridos lectores, yo tambi챕n hubiera cerrado la emisora. Yo, y cualquier gobierno de cualquier pa챠s civilizado. Yo y cualquier gobierno democr찼tico.
Porque en alg첬n momento, alguien tiene que decir basta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.