jueves, 15 de mayo de 2008

Carta de cuero de Diablo.

Queridos Lumumberos !

                                         Uno de los temas que se eluden con mayor vehemencia en las reuniones sociales, es el tema de la religi처n y la existencia o no de Dios. Durante casi 50 a챰os se especul처 sobre la religiosidad de Albert Einstein, el Dios de la ciencia del siglo veinte, sobre el cual se contaron las historias m찼s absurdas y rimbombantes respecto a sus preferencias religiosas. Ahora reci챕n se dilucid처 la interrogante, cuando fue subastada en Londres, por 260.000 euros, una carta de respuesta al fil처sofo  Eric Gutkind, que le había enviado su última obra “Escoger la vida : La llamada bíblica a la revolución”.  La carta est찼 fechada al 03.01.de 1954, es decir, un a챰o antes de su muerte. En la carta Albert Einstein  denomina la religión como “supersticiones infantiles” y a la Biblia, como “una colección de primitivas leyendas”. La misma palabra Dios, “es la expresión y el producto de las debilidades humanas”. En cuanto al judaísmo y la evolución del pueblo judío como pueblo elegido, dijo que “como todas las religiones, “es una encarnación de las supersticiones más infantiles”. El pueblo judío, agregaba, “al cual pertenezco con satisfacción, no es mejor ni peor que los otros pueblos”. Su única creencia era entender el ordenamiento del universo y las leyes que lo rigen. En varias publicaciones anteriores a esta carta, leí muchas veces que Einstein se habría convertido y que de rodillas había pedido clemencia por las verdades que trajo a los hombres. Según los antecedentes entregados antes de la subasta, el dueño de la carta la habría mantenido en secreto para evitar irritaciones con el clero de aquellos años. Para los religiosos esta carta con la postura de Einstein no significará mucho. Al final de cuentas el hombre pudo haberse equivocado en muchas otras posturas en sus relaciones con los científicos de la época. Las iglesias cristianas no pudieron llevarlo a la hoguera, acusándolo de hereje, como fueron las acusaciones contra Galileo Galilei, que se escapó jabonado una vez que tiró camiseta. La noticia fue publicada en casi todos los tabloides europeos, con los comentarios correspondientes. Menos mal que el inquisidor ahora es Papa y no puede dedicarse a quemar herejes como yo, que no tienen ninguna importancia. Aunque por abrir el tarro, muchos han tenido que abandonar este mundo en forma involuntaria. Que me proteja Dios y la santísima virgen. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre.

Ren챕

Alemania, 15.05.2008.-

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