lunes, 26 de mayo de 2008

Manuel Marulanda, alias tirofijo.

Queridos Lumumberos !

                                          No existe la vida sin la muerte, ni la muerte sin la vida. Una verdad irrefutable que nos recoge a todos. Algunos pasan a la posteridad por sus legados, sean salvajadas o aciertos, logrados en los años de sus existencias terrenales. Pinochet, por ejemplo, pasó a la posteridad por los crímenes cometidos durante su dictadura, mientras que Einstein, por sus descubrimientos científicos. Pocos recordarán a Pinocho en el transcurso de los años, mientras que Einstein seguirá rompiéndole el mate a los estudiosos del mundo por muchos años. No logro ver lo extraordinario de Manuel Marulanda (tirofijo o Pedro Antonio Marín), sin embargo. El presidente Nicaragüense Daniel Ortega lo elevó a la categoría de los inmortales en el foro de Sao Pablo en la capital Uruguaya, Montevideo. También preguntó a la concurrencia sobre la autoridad que tienen los europeos y norteamericanos para tildar a “tirofijo” de terrorista. Manuel Marulanda fue sin duda el “guerrillero” de mayor aguante en las selvas Colombianas, pero que no se trataba de un demócrata, también no acarrea dudas. Todo depende del punto de vista de donde se examinan las actitudes, aciertos y desaciertos. No tengo dudas que la guerrilla Colombiana fue el resultado de varios momentos de mucha trascendencia en América Latina. La revolución Cubana y los movimientos de liberación nacionales en África y en nuestra América, fueron los principales puntales de la aparición y fortalecimiento de la FARC, aparte de la desastrosa gestión de los gobiernos civiles en Colombia y la prepotencia de los grupos paramilitares, aceptados y apoyados por los gobiernos de turno. Fueron muchos los que se integraron a la lucha armada de las FARC, pero también fueron muchos los que “desertaron” por el carácter de la guerrilla y su conducción en manos de Marulanda. No se le puede dar crédito a todo lo que se publica sobre la FARC, pero que se transformó en un pilar de la droga y centro de secuestros arbitrarios para financiarse, creo que estaba bien demostrado. No todo fin justifica los medios. Sobre todo si los secuestrados eran, en su mayoría, civiles de poca importancia en el manejo de los asuntos del estado Colombiano. No era el caso de la revolución Cubana en sus inicios, dicho sea de paso. Allí se luchaba por derrocar una dictadura que gobernaba en forma despiadada contra el pueblo trabajador. La solidaridad y simpatía que generó la revolución Cubana fue mundial. No así, sin embargo, los procesos que la llevaron a la isla al aislamiento y a transformase en otra dictadura de un partido y de una casta dirigente. La FARC, en mi opinión, se encuentra al borde de la hecatombe. La mano “férrea” de Manuel Marulanda desaparece con su muerte, así como también con la muerte de sus otros lugartenientes, que la dejan al borde del abismo político. El cautiverio de muchos años de muchos de los secuestrados, la ha debilitado enormemente en el exterior. No existe una razón revolucionaria que justifique el sacrificio de personas inocentes. Tampoco que se mantengan en cautiverio personalidades de la vida civil y política, en el intento de chantajear a las elites gobernantes o a gobiernos extranjeros. A más tardar, a partir de ese momento, la guerrilla se transforma en una banda terrorista. Sería la respuesta para el presidente Ortega, que en pasadas ocasiones vendió su carisma político por volver a las estructuras dirigentes de su país, con alianzas confusas con el “adversario”.  Pero no es solo Daniel Ortega el malo de la película. Creo que solo aprovechó el momento para salir del anonimato político en que se encontraba. Son otros los “grandes” en este momento, en el difuso escenario de cambios estructurales que se pretenden implementar en nuestra América. El proyecto “reanimado” de la UNASUR y las organizaciones que deben complementarlo, forman parte del sueño de una América independiente del poderío de las grandes naciones industriales. En este magno proyecto no hay lugar para el chauvinismo patriotero ni para terroristas al estilo de Marulanda. Tampoco para los que pretenden una hegemonía política, disfrazada de “socialismo del siglo XXI”.  Y eso es justamente lo que hace fracasar las intenciones de visionarios como Ignacio Lula da Silva y de otros mandatarios de nuestro continente. A Manuel Marulanda le lleg처 la hora y muri처 en su ley. La nuestra llegar찼 sin que nadie lo note, aparte de nuestros hermanos Lumumberos y de nuestras familias.  Un fuerte abrazo, con la fraternidad de siempre.

Ren챕

Alemania, 26.05.2008.-

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