Lo siguiente le dir찼 algo a los condisc챠pulos que han vivido en Canad찼. Despu챕s del 11 de septiembre de 1973, nuestra geograf챠a se ampli처, se desparram처 m찼s bien. Nuevas nostalgias se agregaron a nuestra bit찼cora, diferentes tal vez, pero que perduran.
Hace algunos días entré a curiosear en las páginas web de la prensa de Québec y la radio de Radio Canadá y me encontré con dos noticias que me impactaron. Primero, la publicación de la biografía "René Lévesque, l'homme brisé" (Pierre Godin, Les Éditions du Boréal, 2005), y las revelaciones sobre sus difíciles últimos años de vida, pasando por toda su actividad política, sus triunfos y derrotas, una vida que amerita que se le llame un gigante del siglo XX. La otra, la muerte de su viuda, Corinne Côté-Lévesque, víctima de cáncer, el 28 de octubre. Y recordé una nota que escribí en noviembre de 1987 sobre el ex primer ministro de Québec, que muchas veces sentí cercano por muchos aspectos. Lo reproduzco a continuación.
RENÉ LEVESQUE[1]
Septiembre de 1976. La gran sala est찼 llena de bote en bote. La Asociaci처n de Chilenos en Montr챕al conmemora el sexto aniversario del triunfo electoral de Salvador Allende y de la UP y el tercero del golpe militar. En el escenario desfilan poetas, cantores, invitados latinoamericanos y quebequenses. Un hombre de corta estatura y extra챰o peinado toma la palabra. Nos habla de lo que sabe de Chile, de la esperanza que hab챠a venido desde aquel lejano pa챠s, de la tristeza ante la muerte de tantos patriotas y dem처cratas, de su convicci처n que todo no es sino una corta pesadilla y que podremos retomar nuestro proyecto de crear una sociedad m찼s soberana, m찼s solidaria, m찼s justa...
El caso de Chile, agrega, sin duda ha hecho profundizar la reflexi처n de los quebequenses sobre la dificultad de los pa챠ses peque챰os para reafirmarse. “Ustedes vienen de un país que podría parecernos remoto, pero nosotros los comprendemos y nos sentimos solidarios, porque ustedes vehiculan anhelos e ideales universales que compartimos... Ustedes viven ahora en Québec, muchos de manera temporal, porque querrán regresar a Chile cuando las circunstancias lo permitan. Y eso también lo entendemos. Mientras convivamos en una misma tierra, ustedes también traten de conocernos, de comprendernos, quizás así compartirán nuestro proyecto como pueblo, nuestros sueños...”.
Dos meses m찼s tarde, el peque챰o orador invitado era elegido Primer Ministro de Qu챕bec. Fue una gran tarde. Extra챰amente, me sent챠 entonces menos extranjero, menos ajeno a lo que nos rodeaba. No porque comparti챕ramos necesariamente su proyecto de independencia de la provincia, sino quiz찼s por su mensaje de cambio, de preocupaci처n social, de modernizaci처n. Lo sent챠 siempre cercano, a pesar de sus vaivenes en la administraci처n del Estado.
Esa alquimia –más que química- que constituye el carisma, sigue siendo un misterio. ¿De dónde viene esa capacidad rara para transmitir ideas, emociones y hacerlas compartir, lograr que quién las escucha se sienta formando una comunidad espiritual con quién las enuncia? Sandino hablaba de la transmisión de fluídos para explicar el establecimiento de esas coincidencias en el sentir y el pensar. El hecho es que cuando René Lévesque hablaba, no se le escuchaba como a un funcionario de partido, ni como a un profesional de la política, sino como a un hombre que encarnaba un proyecto de nación –más que de sociedad-, como a un verdadero portavoz de anhelos enraizados en la conciencia profunda de su pueblo y, como tal, contradictorios, vacilando entre el sueño y las realidades cotidianas, un hombre-símbolo.
Su voz era cortante, algo dura. Pero hab챠a humanidad y simpat챠a de hermano mayor en la mirada y en esa sonrisa fugaz que aparec챠a y se desvanec챠a como el rayo, que no alcanza a dibujarse completamente y se quedaba en una especia de mueca. Una sonrisa de t챠mido, pero tambi챕n de sabio en naturaleza humana.
Seguramente en muchos rincones del mundo el recuerdo de Qu챕bec estar찼 asociado a este so챰ador pragm찼tico en la mente de muchos refugiados pol챠ticos, que habr찼n dejado de serlo gracias a la lucha de sus propios pueblos y tambi챕n a la solidaridad de seres cabales como Ren챕 L챕vesque, el hombre del cigarrillo eterno.
Ren챕 Levesque (1922-1987), fue corresponsal de guerra en Europa de
Gracias Patricio por tu interesante nota sobre Rene Levesque. Aunque cuando yo llegue a Canada ya Levesque habia fallecido hacia dos años, he sido en estos 16 años testigo de la aun polemica sobre su personalidad no solo como Premier de Quebec sino como lider del movimiento de soberania para la Provincia de Quebec. es dificil ser indiferente a una personalidad como la suya. Como residente de Ontario, mantengo mi opinion de que Quebec es mas fuerte siendo parte de Canada que estando afuera y siempre he tenido la sospecha que los soberanistas son los mas temerosos de que triunfe su portura de separarse. En el ultimo plesbiscito la diferencia a favor del federalismo fue de apenas el 1 por ciento. Hoy, con los escandalos de corrupcion de los liberales en el gobierno, la postura independentista de Quebec es mas acentuada. El futuro es dificil de prever, pero tal como lo señala Patricio, el fallecimiento de la esposa de Levesque a vuelto a activar la polemica sobre ste politico canadiense, opositor acerrimo de Pierre Trudeau, defensor del federalismo y su contrincante triunfador en el plesbiscito. La imagen mas clara que tengo de Levesque es su cara de frustracion y tristeza la noche aquella de la derrota. Pero esa imagen es tambien la imagen de gente que acepta vivir en democracia, aunque los resultados de ella le revuelvan las tripas y les destruyan el sue챰o de toda una vida. En ese sentido soy Ontariano, pero entiendo que los Quebequenses ( asi se dice?) sue챰en con su propia soberania. Levesque fue un nacionalista, defensor de su nacionalidad, pero amante de la democracia. La actitud con los chilenos exiliados que relata Patricio asi lo demuestra.
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