miércoles, 2 de mayo de 2007

Contribucion Guachaca

La Cosa Guachaca

A proposito de la nota de Patricio, “donde se me alude”, como diria un cuico, tengo hartas cosas que decir pero no hallo por donde empezar. Este viaje a Chile me dejo tan sorprendido, que me he pasado disfrutando de los recuerdos del viaje y le he quitado firme el culo a la jeringa para opinar. Temo meter la pata sobre temas que desconozco, las visiones de Chile fueron como relampago en la noche, destellos afilados en medio de una nostalgia encubierta. De repente recuerdo palabras, gestos, situaciones y me pillo riendo solo como huevon rayado. Supongo que a muchos les pasara al volver despues de tanto tiempo.
Pero es bueno comenzar por la cosa guachaca. Hace años un sociologo cuico, el Pablo Hunneus, escribio un libro titulado “La cultura Huachaca”, refiriendose a esta suerte de subcultura o mas bien sobre-cultura que abarca muchos niveles de la actividad chilensis. Por entonces supe que la expresion proviene de Mexico y se refiere por extension a la influencia de una region, Oaxaca, en el vocabulario azteca. Pero ya sabemos que en Chile somos mucho mas papistas que el Papa y las culturas ajenas se hacen mas chilenas que su origen. Asi, en Chile el tango es mas importante que en Argentina, la cumbia que en Colombia, las rancheras se bailan en ciertos lugares de Chile con mas alma y empeño que en Mexico.
Asi que no es de extrañar que los Guachacas sean tan importantes en Chile. Cuando vimos esa noche que El Cinzano estaba tan lleno y sin posibilidades de que nos tocara una mesa, Patricio me dijo que la mejor idea era dirigirse a un local de la calle Victoria, el Club Guachaca. El solo nombre me hizo volver el alma al cuerpo. Sabia que no llegariamos a un local aburrido ni cartucho. Asi no mas fue, en un segundo piso de una vieja casona colonial de la calle Victoria, habian tirado murallas divisorias y dejaron un amplio espacio con mesas de madera rustica, largas como mesas de campo. En un escenario adornado con banderas chilenas gigantes cantaban y tocaban un grupo de artistas “guachacas”; en un balcon mas arriba observaba el Rey Guachaca que menciona Patricio, al que conoci despues y unas chicas na de piores servian jarros grandes con terremoto y replica, los tragos que abrieron la noche. La escenografia y el ruido no podian ser mejores pa romper el hielo con Chile y Valparaiso. Unas pichangas al medio de la mesa ayudaron a quitar el ardor de estomago y mas terremotos ayudaron a que el Pato sacara a bailar a su señora.
Conversabamos en medio de la sonajera de las cuecas, los valses y otros sones. La noche guachaca de la calle Victoria estaba comenzando, mas brindis, mas pichangas, fotos, nostalgia, los musicos dele que suene, cago la globalizacion, el desplome moral del mundo paso a tercer plano, cuando uno se incorpora al mundo guachaca de “ni un vaso atras” como dice el Dioscoro, que importan las piedras en el zapato, los resfalones de la Michelle o la entrometida insolencia del Chavo.
Fue una noche memorable, al final igual volvimos al Cinzano, donde habia mesa, tangos, mas trago, mas pichanga, mas fotos y mas guachaquismo fundamentalista.
No creo que yo pueda hacer contribucion a las cumbres guachacas como dice el Pato. Ya estoy fuera de categoria en estas lides. En el Valparaiso de hoy me siento como en corral ajeno. Yo soy del tiempo de los Siete Espejos, el prostibulo mas famoso de America en los años cincuenta y sesenta; del Bar Roland , el Bar Pajarito, el Callejon de los Meados, Las Cachas Grandes con acento en la ultima “a”; la pension la Rosa o la Vieja de las Cazuelas. Eran otros tiempos, pero hay algo que no cambia. Valparaiso sigue siendo el mismo, solo cambian los locales. Los guachacas, los mismos, la misma mirada entre tierna y pecadora de las porteñas; pasearse por Pedro Montt sigue siendo aventura de pantorrillas, sonrisas complices e invitaciones ocultas; alla arriba en el Cerro Alegre esta lleno de restoranes artesas, con poemas en las murallas, hasta una pizzeria encontre en mi antigua calle Montealegre.
Uno camina por Valparaiso y cree que aparecera Pablo de Rocka caminando rapido con un cuadro bajo el brazo, listo para ir a comer al Pajarito con su amigo Carlos Drogett o el Poeta Quiñones. En el Cafe Riquet atienden algunos de los mismo mozos, unos con casi ochenta años a cuestas, cuando se van con el pedido se les olvida en el camino a la cocina y tienen que volver a preguntar otra vez. “Merluza frita con chilena, le dije!!!”” Bien caballero, como diga. Al rato vuelven otra vez: “Mechada me dijo, con pure”??
Que se va enojar uno, si son los mismos que nos servian el almuerzo hace 35 a챰os, cuando nos arrancabamos de los duros garbanzos del casino de la aduana.
Asi que la cumbre guachaca del Mapocho seria memorable, pero me la perdi, me vine muy rapido. Este viaje quedo con gusto a re poco y peligran mis peregrinaciones a Vietnam.
Ojala podamos coincidir un dia con el Huaso Ronda para que haga su aporte cultural a esta corriente guachacosa que recorre la larga franja. Me han hablado de Barra, el que menciona el Patricio. Creo que sabe mucho de Esenin, el poeta de las tabernas en Rusia y por lo tanto seria gran aporte. No hay nada serio en el mundo que no sea la poesia. Valparaiso es poesia y Chile es poesia, todo lo demas es puro hueveo.
Nada mas poetico que esa noche en la vieja casona de la calle Victoria, los jarros con terremoto, las caderas moviendose y las miradas atravesando mesas, humo, sonrisas; el eterno vaiven de las olas que en Valparaiso mueven las voluntades aunque uno este en tierra; o en el segundo piso, en este caso.
Salud Guachacas!

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