viernes, 6 de julio de 2007

Ni hay perdón, ni olvido.

Queridos Lumumberos !
                                            Ya pasaron los tiempos en que la impunidad formaba parte de la historia de los pueblos. Los dictadores hoy cuentan con la posibilidad de que algun dia la justicia llegue a cobrarle sus acciones y sus faltas. Lamentablemente no siempre es posible perseguirlos hasta que paguen sus crímenes, pero un sacerdote católico Argentino se encuentra desde ayer, en el banquillo de los acusados. No porque haya violado a niños o porque se haya arrancado con la torta de su iglesia. Se trata aquí de crímenes contra la humanidad. Chistian von Wernich se encuentra tras una pared de pexiglas en un tribunal de Buenos Aires. Se le acusa de 7 asesinatos, 41 secuestros y 31 casos de tortura. Es la primera vez que un sacerdote católico enfrenta acusaciones de tal magnitud, despues de el término de la dictadura Argentina del período comprendido entre 1976 y 1983. No fué posible eludir la justicia, sobre todo tomando en cuenta que no todas sus víctimas parecieron durante el regimen fascista Argentino, que ahora lo acusan. Tampoco niega sus culpas, solo guarda silencio. Que podría agregar este canalla ?. Recuerdo a muchos curas de la iglesia católica chilena que defendieron a los perseguidos por el régimen de Pinochet, pero tambien a aquellos que participaron intelectuamente en el geneocidio. Recuerdo solo al cura de lonquén, quien capitaneaba las bandas de latifundistas en la persecución de los campesinos que soñaron con una reforma agraria que los sacara de la miseria. El libro de Máximo Pacheco (se supo más tarde que él lo había escrito), describió la persecución y la matanza de la familia Maureira en una mina de cal. Máximo Pacheco fué en otros tiempos embajador de Chile en la Unión Soviética, como bien recordarán algunos Lumumberos. No puedo olvidar la tragedia cuando a la única sobreviviente de la matanza, una mujer de apellido tambien Maureira, se encontraba en Alemania entregando su testimonio, le entregaron la noticia del hallazgo de sus 9 familiares asesinados por las bandas. Allí había un cura, más nunca más se supo de su paradero. Una vez terminada la dictadura chilena, se esfumó en los laberintos Vaticanos. Una operación similar a la efectuada por la iglesia católica en las últimas semanas del régimen NAZI en Alemania. Así llegó Walter Rauff a Chile, Adolf Heichmann a Argentina y el médico de la muerte Mengele a Brasil. Fueron muchos los que llegaron a los más diversos puntos geográficos de este mundo, escapando de la justicia terrenal   a trevés de los canales "celestiales". Este cura Argentino pensó que la justicia pasaría de largo, pues disfrazaba su accionar consolando a los familiares de las víctimas inmediatas de la dictadura, sacándoles la información para entregarla luego a los verdugos. Esta vez el Vaticano guarda silencio. Por lo general envía a sus "pecadores" a exilios eclesiásticos, con el único fin de liberarlos del pago de sus deudas con la sociedad. Segun las madres de la plaza de Mayo, este sujeto participó "piadosamente" en la entrega de los recién nacidos en las cárceles, para asegurarles una vida mejor con otros padres. Hasta ahora buscan algunas madres a sus hijos extraviados en la vorágine de la dictaduras. Tengo la esperanza que la justicia Argentina lo seque en la cárcel. Que sea un ejemplo para otras "divinidades", que la justicia de los hombres debe estar sobre la esperanza de la justicia divina que llegaría solo una vez que pases a mejor vida. Lo que vendrá despues es cosa que cada uno de nosotros debe resolver con su propia conciencia. Los bellacos que martirizaron a sus iguales deben pagar ahora. Sean estos civiles normales o estén escondidos en sotanas. En los diarios chilenos no encontré esta noticia y es la razón de mi comentario. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre.
Ren챕
Alemania, 06.07.2007.-

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