martes, 28 de octubre de 2008

Discordia entre el pasado y el futuro.

Queridos Lumumberos !

                                          Recibí inesperadamente la visita de un viejo amigo que andaba patiperreando por Europa. Uno de esos compañeros de la vieja guardia. De esos compañeros que eran de fiar a todo tarro. De los que se codeaban con los grandes caudillos del movimiento obrero chileno y que se las sabían todas por libro. Como pasaron estos años, le dije en un suspiro, al verle las arrugas y las canas. Las mismas que tengo yo después de tantos porrazos por la vida. – Y como detenemos el tiempo para asumir las grandes realizaciones - ? , me dijo antes de empinarse el Cognac de Armenia que aún guardo en mi bodega.  A mi pregunta de las grandes realizaciones, sacó un panfleto de un maletín bastante maltratado, que bien se parecía al maletín de nuestro inolvidable amigo Carlos Bascuñán de Rancagua. Entre los panfletos, documentos de “Juntos podemos”, del PS (nunca supe cual), del Partido Comunista y de las “gloriosas JJCC”. Adiviné que no sería una tarde sin dificultades. Su esposa me observaba desde una esquina de la sala, como tratando de adivinar mis posturas o mi militancia política. Una señora de buena presencia, quizás con algunos kilitos demás, pero amable e inteligente. Se habían conocido en el exilio y ambos se olvidaron de sus familias anteriores, mancornados en la búsqueda afiebrada de las soluciones que deberían conllevar a la revolución socialista en la republica de Chile. Se trataba de revolucionarios profesionales, en consecuencia. Aunque estaba convencido de que estas especies estaban en vías de extinción o que ya habían desaparecido definitivamente del mercado de la demagogia.  Primero Cuba, luego Venezuela, para terminar en Angola. No, no se trataba de cooperantes. Por lo que deduje, no le habían trabajado un día a nadie en todos estos años. Se trataba del ambular apelando a las conciencias y a la “solidaridad” de los que nos dábamos la vida del OSO en el extranjero. Ahora andaban por el mundo dando charlas sobre la Concertación en los grupos de chilenos. Hablaban de un gobierno fascista en Chile, enemigo de los pueblos latinoamericanos y súbdito del imperio del norte. La fraseología aún se mantenía en mi memoria, dicho sea de paso, desde los lejanos tiempos de mi marchita juventud. No quise interrumpirlos en el desmadre del relato de la realidad chilena. Tampoco cuando hablaban de las grandes transformaciones en Cuba y Venezuela. No tenía ánimo para enfrascarme en una discusión de grandes dimensiones, pero no pude resistir la tentación de que me resumieran de cómo debería ser el socialismo en la patria común. Se trataba de un retrato del poder soviético y de la revolución Cubana. La democracia en el socialismo, según esta pareja, fue de lo más exquisito. “Toda revolución tiene partidarios y enemigos, en donde a los enemigos había que convencerlos o simplemente internarlos en escuelas de convivencia para no dejarlos al margen, porque la revolución es para todos. Incluso para los enemigos de la revolución”. Honestamente, pensaba que estos 35 años habían sido una lección para todos los chilenos y para muchos latinoamericanos, pero estaba frente al eslabón perdido, del que hablaba nuestro querido gato Cerda al esclarecernos algunos detalles y aspectos de la física moderna. Estaban muy contentos de su paso por Suecia. Allí habían encontrado a la flor y nata de las semillas que serán necesarias para los cambios revolucionarios en la patria chilena. Los titubeantes mejor deberíamos mantenernos en nuestro exilio, porque no entenderíamos las circunstancias ni las necesidades de la revolución chilena. Fui lapidario en mis posturas, aunque hice lo posible para no ofenderlos. Le conté, sin embargo, que estábamos al tanto de la situación chilena, Cubana y Venezolana. Aparte de haber entendido casi hasta el final la historia y las causales de la derrota de la revolución socialista de Octubre. Sin democracia, nunca triunfará el socialismo, fueron mis últimas palabras antes de irnos a dormir, como a las cuatro de la mañana. A veces me pregunto, de donde cresta saco tanta paciencia para atender a este tipo de ejemplares. Pero debo reconocer que soy un sentimental. Cada cual tiene su sueño y sus esperanzas. Lástima que las esperanzas de estos compadres, de llegar a ser algún día dirigentes de cualquier cosa, no llegarán a cumplirse. Aunque me aseguraron que la situación chilena ya había llegado a una situación revolucionaria.

Quisiera agradecerle al Gato Cerda y al Pato Ayala, sus artículos. Hubo mucha gente en Alemania, Francia y Suiza, que pasaron la noche del día “D” del acelerador de partículas en las iglesias, por si empezaba a formarse el hoyo negro del que hablaron algunos físicos despabilados. En cuanto a los ahorritos de los que hablaba el Pato, debo corregirlo apenas en un aspecto. No solo en las islas Caimán, las islas vírgenes y el Alto de Jahuel, sino que una de las mayores concentraciones de billete se encuentran también en Quillota. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre.

Ren챕

Alemania, 28.10.2008.-

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