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La esposa de Pinochet es el flanco más débil en el nuevo escenario judicial. Esta ‘dueña de casa’, a la que no se le conoció actividad comercial pública, compartió titularidad con su cónyuge en una de las cuentas del Riggs, retiró de allí medio millón de dólares en el 2002 y posee en Chile cuántiosas inversiones en bienes raíces. Y esto no es un invento del marxismo internacional.
Ocurrió en 1979, con ocasión del centenario de la chilenidad de Antofagasta, en una ceremonia en alta mar. La entonces Primera Dama, como siempre, se explayó gozosa frente a las cámaras y micrófonos. El acto había sido un éxito, las flores lanzadas al mar lucían espectaculares y la presencia de ella y su marido le daba, decía, ‘un realce especial’
Pero todo cambió abruptamente cuando decenas de periodistas se congregaron minutos después en torno a la esposa del intendente Adrián Ortiz Cuttman, “una rubia despampanante”, como la describe uno de los asistentes.
-¡Tráigame a los periodistas!-, le ordenó visiblemente indignada a uno de sus escoltas. Sin poder disimular su incomodidad, el suboficial cumplió el cometido. “¡Aquí, la última que habla soy yo! ¿Está claro?”, les espetó a los profesionales de la prensa.
Esa es Luc챠a Hiriart Rodr챠guez, autoritaria y temida, la misma que ahora, a sus 80 a챰os, tendr찼 que someter al escrutinio p첬blico sus bienes. No s처lo porque aparece compartiendo la titularidad de una de las seis cuentas detectadas a Pinochet en Estados Unidos, a la que se le atribuyen saldos de hasta un mill처n 200 mil d처lares (m찼s de 750 millones de pesos).
En un memorando del Riggs Bank, anexado al final del informe del Senado norteamericano, la ex Primera Dama es mencionada también como destinataria, junto a su marido, de un millón 900 mil dólares que el capitán general retiró entre agosto de 2000 y abril de 2002 desde la entidad. Según precisa el documento, los fondos se emitieron en 38 cheques por US$ 50 mil cada uno (más de 32 millones de pesos al valor actual del dólar) “pagables a él mismo y/o su esposa”.
“Cada uno de esos cheques de caja fue depositado en diferentes fechas en una cuenta bancaria a nombre de los clientes, en su país de origen”, precisa el memorando enviado el 11 de septiembre de 2002 por uno de los ejecutivos del banco a otro directivo de la misma institución.
Entrevistas contestadas por ella por escrito, plagadas de faltas de ortograf챠a, como 챕sta, abundan en el archivo de este diario. |
En otros documentos del Riggs a los que accedi처 LND se informa que do챰a Luc챠a recibi처 de esa instituci처n medio mill처n de d처lares, en 10 cheques por 50 mil cada uno, que fueron emitidos a su nombre. En la planilla (ver facs챠mil) aparecen absolutamente detallados los n첬meros de cada cheque y la fecha en que se giraron: todos el 4 de agosto de 2002.
LA HUELLA DEL DINERO
La presidenta del Consejo de Defensa del Estado (CDE), Clara Szczaranski, ya advirtió que las indagaciones iniciadas en Chile sobre los bienes del ex dictador deben centrarse “en todas aquellas personas que aparezcan como titulares, destinatarios o beneficiarios de los recursos cuyo origen se ignora o no aparece explicado”.
Y Luc챠a Hirart, sin duda, es una de ellas.
El juez Sergio Mu챰oz, pese a que no ha recibido a첬n de la Canciller챠a la traducci처n oficial del informe norteamericano, ya est찼 tras esta pista. Entre sus primeros oficios, hay uno dirigido a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras para que especifique qui챕n, en qu챕 fecha y por qu챕 forma cobr처 cada uno de esos documentos. Pide adem찼s que se le notifique sobre las cuentas corrientes y de ahorro que la familia Pinochet Hiriart posee en Chile.
En los informes preparados por el Riggs para el Senado, se identifican los diez cheques que le giraron a Luc챠a Hirirat, por un total de medio mill처n de d처lares. Todos fueron girados en la misma fecha: el 4 de agosto de 2002. |
Según las bases de datos de Dicom, Pinochet y su esposa son -o fueron- cuentacorrentistas del Banco de Chile. Si los cheques fueron depositados allí, esta entidad financiera -propiedad del grupo Luksic- deberá dar más de una explicación. Fuentes del CDE recuerdan que en el país, al igual que en Estados Unidos, está vigente una ley contra el lavado de dinero que obliga a los bancos a informar cualquier “movimiento sospechoso de dinero”.
Pero podr챠an haber otras cuentas en Chile, porque se ha observado un s첬bito inter챕s en la banca por los antecedentes comerciales de la familia. En la 첬ltima semana, en Dicom, han consultado por los datos de la pareja y sus cinco hijos el Citibank, el Bank Boston y el Banco Santander (en dos oportunidades).
Millonaria
El CDE y el juez Mu챰oz no son los 첬nicos empe챰ados en desentra챰ar la madeja. El juez Juan Guzm찼n encarg처 hace unos d챠as a la Polic챠a de Investigaciones un catastro de los bienes de la pareja. En ello est찼 trabajando tambi챕n el Departamento de Investigaci처n de Delitos Tributarios (Didet) del Servicio de Impuestos Internos. Fuentes que han accedido a la informaci처n que all챠 se maneja aseguran que hay al menos una cosa clara: los fondos detectados en el Riggs no est찼n declarados en Chile.
En la revisi처n que hace el ente fiscalizador, Luc챠a Hiriart tendr찼 que explicar tambi챕n el origen de los fondos con que adquiri처 en Chile tres propiedades, avaluadas por el fisco en m찼s de 535 millones de pesos, casi el doble de lo que tiene su marido en bienes ra챠ces, que alcanza a los $ 270 millones, seg첬n el registro de Dicom.
El valor comercial de estos inmuebles no se conoce con certeza, pero una aproximaci처n moderada aconseja multiplicar por dos o por tres esa cifra.
En lo que respecta a do챰a Luc챠a, se trata de una parcela en Santo Domingo y dos propiedades en Lo Barnechea: la residencia familiar en calle Los Flamencos y un sitio con destino para deporte y recreaci처n ubicado en la calle Luz Larra챠n. Un patrimonio evidentemente sospechoso para alguien a la que no se le conoci처 p첬blicamente alguna actividad remunerada o comercial.
Es cuesti처n de tiempo, dicen algunos. Tarde o temprano se sabr찼 c처mo lleg처 a acumular esta fortuna. Por mientras, hay ciertos indicios. Se sabe, por ejemplo, que se desempe챰처 como presidenta de Cema Chile desde 1974, hasta la fecha. Y ese dato, por s챠 solo, abre inc처gnitas.
Según el diputado socialista Alejandro Navarro, que pidió al juez Muñoz indagar sobre las platas de esta institución, el Cema le entregaba a ella “hasta 10 millones de pesos mensuales” por concepto de gastos de representación. Más allá de que haya destinado o no estos fondos a inversiones personales, los cálculos tampoco cuadran para explicar las propiedades que posee en la actualidad.
De ah챠 que Navarro llame la atenci처n sobre los fondos totales que maneja el Cema, cuyos ingresos superan en ocasiones los mil millones de pesos anuales. De ellos, cerca de 100 millones son aportados anualmente por la Polla de Beneficencia y casi 400 millones se identifican en los respectivos balances como rentas de inmuebles, ingresos por comercializaci처n de artesan챠as, subsidios y otros aportes.
Más de 500 millones figuran como “otros ingresos” de los cuales los balances no dan siquiera pistas de sus orígenes.
Heredera del Cema
Pero hay otras curiosidades, hasta ahora desconocidas. Poco antes de que Pinochet entregara el poder, el 22 de noviembre de 1989, el Cema reform처 sus estatutos para restablecer los roles de su directiva, reducir de nueve a siete los miembros del consejo directivo y definir los requisitos que deb챠an cumplir sus beneficiarios.
En el mismo documento, al que LND tuvo acceso en el Archivo Judicial, se establece que en caso de disolución, el patrimonio de la institución se repartirá entre los siete integrantes del “Honorable Consejo”, que ella aún preside.
Al a챰o 2002, seg첬n el balance de la instituci처n, el Cema pose챠a en activos fijos la no despreciable suma de 3 mil 800 millones de pesos, correspondiendo casi el 95 por ciento a bienes ra챠ces. A la misma fecha, Cema ten챠a en reservas financieras casi 5 mil 200 millones de pesos. Una herencia apetitosa 쩔no?
Un observador de esos tiempos recuerda que doña Lucía también tenía “no sé qué relación” con el Almacén del Ejército. Una fuente militar medianamente enterada cuenta que cuando la señora salía de gira por el país, además de su comitiva, la acompañaban camiones del Cema cargados con mercaderías del Almacén. Allí se llevaba todo tipo de enseres del hogar destinados a ser vendidos al personal del Ejército, con descuentos por planilla. “Se vendía mucho, pero cuánto de eso quedaba para Cema o para ella, se tendría que investigar”, dice.
De piel y sombrero
Lo que s챠 se sabe es que do챰a Luc챠a no hered처 su fortuna de la familia materna.
Que la familia Hiriart era más pudiente que la familia Pinochet es un dato que consigna Gonzalo Vial Correa en “Augusto Pinochet, la biografía”. Ella era hija de Osvaldo Hiriart, abogado, ex senador radical y ex ministro del Interior de Juan Antonio Ríos. En tanto, el padre de Pinochet, del mismo nombre, era un esforzado agente de aduanas.
A첬n as챠, la familia Hiriart no ten챠a grandes bienes. Se le conoce s처lo la propiedad de una casa en San Bernardo, a la altura del paradero 30 de Gran Avenida, donde viv챠a la joven Luc챠a cuando conoci처 al teniente Pinochet, all찼 por 1941.
M찼s informes del Riggs |
Fastidiado por las noticias que vinieron del país del norte, un cercano a la señora Lucía, recordó para LND que “hace unos años ella recibió una herencia, pero en ningún caso alcanzaría para tanto”. Además de la modestia de las propiedades de la familia Hiriart, destaca que eran cinco hermanos los beneficiarios.
Los inicios del matrimonio fueron tan humildes que, seg첬n relata el libro de Vial, un amigo de su familia debi처 poner a su nombre una propiedad para que el Ej챕rcito lo autorizara a casarse, en 1943. Es m찼s, su luna de miel trascurri처 entre Quilpue, Talca y Vi챰a del Mar, en las dos primeras ciudades en casas de familiares.
Cuando llegaron al poder, los Pinochet Hirart vivían como un típica familia de clase media. Como prueba, algunos de sus colaboradores recuerdan el destartalado Fiat 600 en que “la Lucía chica” llegaba a visitar a sus padres en el Diego Portales, a ella en el piso 17 y a él, en el 22.
Otros que estuvieron cerca en los primeros años post Golpe coinciden en señalar que hasta 1978 la familia mantuvo la austeridad. “Eso fue hasta que llegaron los Chicago Boys. Ahí todo cambió”, comenta un ex uniformado. Su medio ya no era sólo la familia militar, ahora se codeaba también con otro tipo de ‘gente decente’. Y la señora Lucía no tardó nada en adaptarse.
De esos años quedó en la retina de algunos la imagen de su llegada a las tiendas, que cerraban sus puertas para atender a tan apetecida clienta, que compraba todo por docenas. “Si quería comprarse lentes, se llevaba la bandeja completa. Si eran zapatos, dos pares de cada color y modelo ¿Por qué? No tengo idea, tal vez por el placer de comprar”, recuerda un acompañante de esas salidas de shopping.
Fue el tiempo en que empez처 a usar pieles y sombreros. Estos 첬ltimos los compraba siempre en Punta Arenas, en la misma sombrerer챠a, ubicada a media cuadra de la Plaza Mu챰oz Gamero, cuyo due챰o corr챠a al Hotel Cabo de Hornos cargado de los 첬ltimos modelos cuando sab챠a de su llegada.
Su acompañante ocasional en las compras confidencia que tanto gasto inquietaba al general. “Pero ella se las arreglaba para convencerlo que no era tanto, que gastaba sólo lo que él daba. Pero obviamente gastaba más”.
La molestia del pinochetismo
“Uno trabaja toda su vida y a lo más llega con sacrificio a tener una casa. Y ellos que nunca le trabajaron un día a nadie, que ni siquiera tienen estudios, llegan a comprarse varias casas de cientos de millones cada una. Eso da mucha rabia”, comenta otro de sus asesores de entonces, de los que destinaba el Ejército para trabajar en la casa de los Pinochet Hiriart.
La molestia cunde en ese entorno, es evidente. Un alto ejecutivo de la Fundación Pinochet, que pidió reserva de su nombre por razones obvias, descartó tajantemente que el origen las platas detectadas en Estados Unidos pudieran estar en las donaciones recibidas durante la permanencia del matrimonio en Londres. “Todo lo que recolectamos en esa época está documentado. La Fundación pagaba directamente a los abogados y el arriendo de la propiedad de Virginia Water. Nunca le enviamos dinero a la familia”, sostuvo. Añadió que era muy difícil juntar los 57 millones mensuales que se necesitaban. “Algunas veces debíamos llamar más de dos veces a algunos donantes”, relata, así es que es poco probable que los mismos mecenas hayan aportado por otra vía.
La generosidad no abundaba entonces. Hoy tampoco. La sede de la fundación prácticamente se cae a pedazos, sus paredes piden a gritos una mano de pintura y hay varias averías sin reparar. El mismo directivo recuerda que cuando se puso en funcionamiento la recaudación telefónica, a través de Advertising Contact Center, “una empresa de Darío Paya”, a lo más se recaudaban entre 3 y 5 millones mensuales. Y eso fue sólo por un par de meses.
“De los manejos financieros de ellos debe tener información Mónica Ananías, la secretaria que les mandó el Ejército hace 30 años y que todavía trabaja en su casa, pese a haber jubilado, y sigue recibiendo sueldo de la institución. Ella hacía los depósitos y tenía poderes para todo”, dice el ex uniformado.
Como guinda del postre, aporta otro dato: la 첬ltima casa que se compr처 Marco Antonio Pinochet le cost처 la friolera de 879 mil d처lares. La cifra la conoce con certeza porque, sin saberlo, se la compr처 a un amigo de otro directivo de la Fundaci처n Pinochet.
Las faldas del poder
Luc챠a Hiriart se esforz처 en aparecer como pieza clave detr찼s del golpe. Y de esto, hay registros. Uno de ellos data de marzo 1974 y los chilenos lo vieron por televisi처n. La ocasi처n: una coloquial reuni처n de la se챰ora Luc챠a con las socias del Cema.
- Yo estoy aquí chiquillas, para decirles la verdad. Me costó convencer a Augusto, pero lo terminé por convencer. Yo le había dicho muchas veces: “Mira, Augusto, yo no sé hasta cuando los militares van a seguir aguantando a estos rotos. ¿No te das cuenta de lo que significa el desabastecimiento? ¿No te das cuenta de las colas? ¿Dónde tienes puestos los pantalones? ¿Me lo quieres decir?-, le dijo a la audiencia que la aplaudía a rabiar.
Como esposa del dictador, ella dio muchas entrevistas. La mayoría previamente pautada y contestada por escrito (varios de estos cuestionarios y sus respectivas respuestas –repletas de faltas de ortografía- abultan la carpeta de archivo a su nombre en La Nación). Pero tuvo también otras agudas salidas de libreto. Como aquella vez, en marzo de 1984, cuando en medio de las protestas y una brutal represión, aseguró a la prensa: “Si yo fuera jefa de gobierno, sería mucho más dura que mi marido. ¡Tendría a Chile entero en estado de sitio!”.
Lo suyo era la improvisaci처n, qu챕 duda cabe.
“Cuando discutíamos sobre su futuro, él manifestaba que algún día le gustaría ser comandante en jefe. Yo le decía que al menos tenía que llegar a ser ministro de Defensa”, confesó la misma Lucía a Jon Lee Anderson, el periodista del The New Yorker que fue el último en entrevistar al capitán general antes de su detención en Londres, en octubre de 1998.
El mismo 챠mpetu que pon챠a en hacerle la carrera a su marido, lo derrochaba tambi챕n cuando se trataba de alejar mujeres de su lado.
De manera solapada, Gonzalo Vial incluy처 algo de eso en su libro.
“La señora Lucía se escandalizaba recordando a las mujeres quiteñas: en la mañana –diría después- muy de velo y misa; en la tarde, flirteando descaradamente con maridos ajenos”. Vial se refería así a las versiones que le atribuían a una encantadora pianista ecuatoriana, de nombre Piedad, ser el verdadero amor del militar.
Lucía Gevert, entonces una agraciada periodista, nombrada agregada de prensa en Alemania en noviembre de 1973 y luego embajadora en el mismo país, fue otra de las rivales –reales o imaginarias- de Lucía Hiriart. En una entrevista publicada en septiembre del año pasado en la revista Mujer contó lo ocurrido en una reunión de gabinete. “Yo estaba sentada a su lado y él se mostró como siempre: caballeroso y amable. De repente, su edecán entró y le susurró algo al oído. Él dijo: ‘Viene mi mujer. Y ustedes saben que donde manda capitán, no manda marinero. Así es que usted, Lucía, córrase para allá, y usted Carvajal, pásese para acá’”.
Con igual celo se encargaba de cuidar tambi챕n a los maridos de otras. Como al coronel Alberto Labb챕 Troncoso, ex director de la Escuela Militar, candidato a senador en 1973 y alcalde designado en Las Condes, que debi처 abandonar abruptamente el cargo a petici처n de la mujer de Pinochet, despu챕s que 챕sta se enter처 que manten챠a una relaci처n sentimental con su secretaria de la alcald챠a.
No fue el único que supo de la estricta moral de doña Lucía. Una vez, toda su comitiva esperaba en el aeropuerto, lista para partir al sur, pero ella no llegaba. Consultaron por radio y la respuesta fue inquietante: “Pasó al edificio”, informó un edecán, refiriéndose al Diego Portales. Después supieron que el trámite, corto y conciso, consistió el despedir a su secretaria, Luz María, que andaba de amores con un capitán ahora ascendido y casado, por lo que la fuente lo identifica sólo como Sergio.
Es cierto. Doña Lucía demostró ser una mujer con carácter. Para muchos, el verdadero poder detrás del trono. Un rol en el cual ahora la justicia también escudriñará. A sabiendas de aquello, y en consideración a su vulnerabilidad, sin fuero y sin enfermedad conocida que la haga inimputable, el asesor y vocero de la familia, general (r) Guillermo Garín, se adelantó a afirmar que “ella no sabe nada, porque nunca se metió en asuntos de dinero “. ¿Usted qué cree? LND
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