El sentido del cambio
Carlos Pe챰a
Mi챕rcoles 09 de Enero de 2008
Los gabinetes ministeriales cumplen, en t챕rminos generales, dos funciones: por una parte dise챰an y ejecutan las pol챠ticas p첬blicas; por la otra, dibujan el rostro del gobierno e inciden en sus niveles de reconocimiento. Un gabinete puede funcionar en una sola de esas dimensiones o en ambas. Puede ser eficiente desde el punto de vista del policy making; pero torpe a la hora de lograr el reconocimiento. A la inversa, puede ser sagaz a la hora del reconocimiento; pero torpe a la hora de las pol챠ticas p첬blicas.
El ideal, claro, es un gabinete capaz de ambas cosas: de eficiencia y de reconocimiento.
쩔En cu찼l de esas dimensiones fall처 el gabinete saliente?
El cambio de ayer parece estar inspirado en el convencimiento de la Presidenta de que no es el policy making el problema del gobierno, sino la pol챠tica. Es decir, que su principal obst찼culo no es la eficiencia en el dise챰o o ejecuci처n de pol챠ticas p첬blicas, sino su relativa incapacidad para traducir esas pol챠ticas en adhesi처n y en reconocimiento de las 챕lites y del electorado.
De ah챠 que a la hora de escoger ministros eligi처 en puestos claves a pol챠ticos profesionales. Es decir, a personas que saben c처mo ganar la voluntad ajena, construir acuerdos y, cuando es necesario, pero s처lo cuando es necesario, retroceder.
El paradigma de lo anterior es Edmundo Pérez Yoma. Es difícil encontrar a alguien más enterado de los recovecos del poder y de lo que es necesario para imponer la propia voluntad que el nuevo ministro del Interior. Él es el político por antonomasia: se mueve como pez en el agua en la administración del Estado y sabe ganar la voluntad ajena o, cuando es necesario, torcerla (es cosa de preguntarle a Stange) o simplemente abandonarla (como ocurrió con Frei).
Por su parte, la sustituci처n del policy making por la pol챠tica la ejemplifica bien el cambio de Bitran por Bitar.
Bitran, desde el punto de vista técnico, fue inobjetable y el tiempo ayudará a aquilatar su buena gestión. Su problema es que no podía evitar la convicción –que suele ser fatal en política- de que hay un continuo entre la racionalidad de una decisión y el reconocimiento de la ciudadanía. Que basta ser racional para ser popular. Bitar en cambio sabe que ese continuo no existe y que la tarea de la política consiste en producirlo.
En fin, las nuevas designaciones son un signo elocuente de la voluntad de la Presidenta de aliarse con los partidos en contra de las disidencias o facciones que han surgido el 첬ltimo tiempo: en su conjunto, el gabinete es todo un gesto a Alvear (contra Zald챠var); a Bitar (contra Flores y Schaulsohn); y a G처mez.
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