3 VECES VOLODIA
Ha muerto Volodia. Reproduzco nuevamente un recuerdo que escrib챠 en 2001.
UNA
El bus pasa dejando la estela de voces/aullidos, “Suelta el remo, marinero, que me conmueve tu manera de remar..., “, “adolorido, adolorido...”, con muchos “mmm, mmm...” allí donde no se atreven a pronunciar la nueva versión de la letra, “vamos a Chantago, vamos a Chantagooo, vamos...”. Varios vamos por primera vez a la capital. Ya era tiempo. Estamos en Sexto de Humanidades, listos para salir a enfrentar al mundo.
Elena, la profesora de franc챕s, mira sonriendo, paciente, sonroj찼ndose de vez en cuando.
A la entrada de Santiago, griter챠o ensordecedor. Una gran motocicleta roja se pega al bus. El conductor, con chaqueta de cuero, con gorro y anteojeras como piloto de la primera guerra mundial, agita la mano. El choro M찼rquez, Julio de apelativo, nuestro profesor jefe.
El bus se detiene ante del Congreso Nacional. Muchas columnas, macizas y altas. No puede existir solemnidad sin columnas. Jardines, prados, 찼rboles, palmeras, como un cintur처n verde del edificio. El Choro nos saluda y nos dirige hacia el interior. Va hacia Informaciones. Esperamos unos minutos. Un personaje con cabeza de caricatura se aproxima. Caricatura solemne, con presencia, que impone respeto. Cabeza grande, redonda, el cabello se ha atrincherado alrededor de las orejas y los m첬sculos alrededor de la cintura, sobre todo en la parte delantera, nariz aguile챰a, voz pausada, manos atr찼s, mira con curiosidad a estos bichos de provincia. Su nombre es tan complicado como su f챠sico. Volodia Teitelboim Volosky, diputado comunista desde el a챰o anterior, 1962. Tres a챰os despu챕s ser챠a elegido senador.
Volodia nos conduce por los salones y dependencias del Congreso. Maderas oscuras, brillantes, cielos rasos muy altos, l찼mparas innumerables, pasillos, oficinas, gente circulando apresurada, algunos rostros vistos en los diarios. Volodia informa, da detalles, cuenta an챕cdotas, con su voz tranquila. Nosotros somos apenas un zumbido, un semic챠rculo que avanza tras sus pasos, enjambre de cabezas que giran, ojos ansiosos, o챠dos atentos. El Poder legislativo, que hemos discutido en Educaci처n C챠vica, pero que nos hemos representado gr찼ficamente estudiando la revoluci처n francesa antes que en la historia de Chile, que siempre se terminaba con la enumeraci처n de las obras de los decenios de la Rep첬blica autoritaria y la guerra del Pac챠fico.
Broche final: la gran sala del Congreso Pleno. All챠 donde Gonz찼lez von Mar챕s, el l챠der nazi, sac처 su pistola y dispar처 hacia el techo, y los carabineros lo sacaron a rastras. All챠, donde Allende y Frei Montalva insistieron en pedir la palabra para responder al Mensaje a la naci처n de Jorge Alessandri. El abrazo de Maip첬 de fray Subercaseaux preside todo, all찼 arriba de la testera, donde se han sentado el Le처n, Allende, Frei, tantos ilustres.
Nos despedimos de Volodia, agradeciendo la visita, las informaciones y las ricas onces.
Camino al Teatro Antonio Varas, el Choro nos informa sobre nuestro anfitri처n, a la saz처n de 46 a챰os. A principios de siglo, su progenitor hab챠a dejado el molino de su padre en la gobernaci처n de Kamenetz-Podolsk, Ucrania, y parti처 en busca del Ed챕n. Lleg처 al fin del mundo, a Chile. Por su parte, quien ser챠a su esposa, madre de Volodia, viv챠a con su familia en Brechon, cerca de Kishiniov, la capital de Moldavia; muerta la madre, los ocho hijos se rebelaron contra la madrastra e iniciaron la di찼spora. Siete terminaron en Chile, una en Montr챕al, Canad찼. Los futuros padres de Volodia se conocieron y casaron en Chile.
Allí en Chillán nacería Valentín en 1916. La chapa que le impusieran a principios de los años ’30 los de la Jota, Volodia, se convertiría en su nombre habitual. A los 19 se había hecho conocido por una insolencia juvenil. Junto a Eduardo Anguita, de 20, publica en 1935 una Antología de la poesía chilena nueva, donde “los escogidos debían ser los poetas del futuro, los creadores de la palabra nueva”, pues querían abrir paso al siglo XXI; así, excluyen a Gabriela Mistral y Carlos Pezoa Véliz, demasiado anticuados; privilegian a Huidobro, el revolucionario de la poesía, el rupturista, el maestro para ellos; deben negociar con Pablo de Rokha su inclusión (ni una página menos que aquél, inclusión de “la mejor poetisa del mundo”, su mujer Winnet de Rokha); sin obra consistente, ambos antologistas se autoincluyen.
Años después Volodia también escribiría “algunas cositas” notables. “El amanecer del capitalismo” (1943). “Hombre y hombre”. La novela “Hijo del Salitre” (1952). “La semilla en la arena (Pisagua)”. Mucho después, vendría “En el país prohibido”, crónica de su estadía clandestina en Chile, cuando existían listas de no ciudadanos, cuando pasaportes llevaban la cadena de la “L”, cuando la patria se podía visitar con otro nombre, con otro rostro, evitando barrios, familiares y amigos. Vendría las biografías “Neruda”, “Gabriela Mistral, pública y secreta”, “Vicente Huidobro, la marcha infinita”, “Los dos Borges, vida, sueños, enigmas”. Y el balance de una vida larga y fructífera, “Antes del olvido”, en tres tomos. También el volumen con las crónicas del “Escucha, Chile”, las ondas que unían los dos Chile, el interno y el desperdigado por tanta geografía.
Empezó como poeta. Siguió como político, como miembro eterno del Comité Central (CC) del Partido Comunista (PC), como parlamentario, y hasta como presidente del partido, cuando éste necesitaba tener un rostro más amable, más aceptable para la “opinión pública”, en la víspera y los primeros tiempos de la vuelta a la democracia Retornó a paso firme hacia su amante, la literatura, en los ’90. Nunca a tiempo pleno, siempre dejándose tentar por la otra actividad. Siempre intelectual, siempre militante. En ese ir y venir, conservó su propia personalidad más allá de la caricatura que han presentado de los comunistas. Porque, diría Lira Massi, Volodia “es otra cosa. Es una individualidad. No parece comunista. Parece más bien un durazno blanquillo con el cuesco marxista” .
Volodia quedaría en mi memoria junto con ese primer viaje a Santiago y con “El círculo de tiza caucasiano”, obra de Bertold Brech protagonizada en el Antonio Varas por Roberto Parada, ancha su voz y potente, estremeciendo el teatro, como había hecho vibrar el vinilo con el “Viva Chile, mierda”, los versos de Fernando Alegría en un extended play de los ’60. En los ’80, lo vería en otra obra en Montréal, sobre hombres que sufren, luchan y sueñan con la libertad. Sobre un escenario le avisarían que acababan de encontrar el cadáver de su hijo, Juan Manuel, secuestrado días antes, en otro septiembre infame
DOS
Moscú, tres años después de la visita al Congreso. Volodia y Luis Corvalán están de paso. Vienen al 23° Congreso del PCUS (29 marzo-7 abril de 1966). Visitan la universidad, se reúnen con la Asociación de estudiantes chilenos. ¿Ha visto la caricatura que publicaba la revista Topaze de quien sería Secretario General del PC durante 27 años (desde 1958, a la muerte de Galo González)? En realidad, no era una caricatura: era una foto un tanto retocada del Lucho. Como Volodia, Corvalán es achinado, nariz aguileña. Pero con pelo y con patitas cortas. Son de la misma estatura cuando Lucho se pone de pie para hablar y Volodia lo escucha, fraternalmente sentado. Volodia habla bien. Corvalán trata de ser “coloquial”, hablar en “popular”, aunque es profesor. Para quienes están lejos del país ya cierto tiempo y estudiando duro es refrescante, pero sobre todo produce nostalgia escucharlo. Como el invierno ruso es largo, seguramente el Secretario General andaba con su poncho y el sombrero.
Corval찼n inform처 de algunos aspectos del 23째 congreso del PCUS, celebrado a un a챰o del 50째 aniversario de la revoluci처n de octubre, con la participaci처n de invitados de 86 partidos comunistas, socialistas y progresistas de todo el mundo. 4.943 delegados de un partido que cuenta m찼s de doce millones de militantes, un tercio m찼s que la poblaci처n de Chile en aquel momento (8.639.000 habitantes).
- 쩔Y Chile, camaradas?
El carácter de la campaña presidencial de 1964 (la campaña del terror desatada por la derecha) y la contundencia de la derrota (Frei, con el apoyo de la DC, Conservadores y Liberales, obtuvo el 56,09 % de los votos; Allende, con el PS y el PC, consiguió el 38.93%), habían dejado huella. Se le negaba “la sal y el agua” al “gobierno reformista”, a la “nueva cara de la derecha”. El FRAP no asistió a la proclamación del presidente electo en octubre de 1964, y la ceremonia debió posponerse para el día siguiente, donde ya no se requería quórum. En las elecciones parlamentarias de marzo de 1965, la DC obtuvo el 43.6 % (82 diputados sobre 147 y 13 senadores de 45), mientras en la oposición el PR sacó 13.7 %, los conservadores 5.3%, el PS 10.6%, el PC 12.8%.
Más allá del rechazo ideológico de este proceso “reformista”, los dirigentes de la izquierda seguramente veían que la discusión legislativa y posterior aplicación del programa de gobierno de la revolución en libertad (promoción popular, ley de sindicalización campesina, ley de reforma agraria, chilenización del cobre, etc.) podía cristalizar por largo tiempo este cambio en la correlación de fuerzas político-electoral. Perder las elecciones es una cosa. Perder las banderas es otra. Y esto último es más peligroso. Por eso, el tono es acervo. Del 10 al 17 de octubre de 1965, el PC ha realizado su 13° Congreso, centrado en estos temas, en ofrecer una vía para evitar la desesperanza.
No es tarea fácil ser reformista. Aún menos, ser reformista consecuente. Por ser reformista, el gobierno de Frei tenía la oposición de la izquierda. Por ser demasiado reformista, tenía el rechazo de la derecha, que veía el pecado capital en esa nueva concepción del derecho de propiedad (sí se empezaba con la reforma agraria, ¿dónde seguiría, donde se terminaría?). Por provocar insatisfacción en los primeros y temor en los segundos, reinaba inquietud en el país, y esto nunca le ha gustado a las capas medias que, además, no tenían claro la respuesta a la pregunta clásica: “¿cómo vamos nosotros ahí?”. La DC estaba en aprietos y había esperanzas, pues, que todo terminara en cosas buenas para la izquierda y para la causa de la verdadera revolución. Tal era la conclusión implícita en el informe de Corvalán.
Con su cara aburrida, Volodia asiente.
짯 쩔Y el FRAP, Volodia?
Optimismo. Todo pasa por la unidad comunista-socialista, que debe fortalecerse cada vez m찼s, compa챰ero. Aniceto Rodr챠guez, SG del Partido Socialista, encabez처 la delegaci처n socialista al 13째 congreso y ha reiterado su intenci처n de continuar con el FRAP, aunque han expuesto divergencias pol챠ticas en una carta dirigida al PC en esos d챠as, y luego otra el 24 de junio de 1966. Hablando de sus socios, Volodia no pod챠a evitar dejar traslucir cierta inquietud paternal impl챠cita. Con sus silencios, encogimientos de hombros, miradas rec챠procas con Corval찼n, se pod챠a leer el mensaje subliminal. Ustedes ya conocen a los socialistas, tan desordenados, voluntariosos, parec챠a decir, con un partido que no es marxista, que no se rige por los principios del centralismo democr찼tico, con los defectos de la peque챰a burgues챠a, que vacila entre el optimismo exagerado y la depresi처n, entre la guerrilla y la colaboraci처n de clases. Pero el pueblo chileno tiene, felizmente, a su partido proletario, marxista-leninista, que tiene las cosas claras...
- 쩔Es verdad que usted ser찼 elegido SG del partido en lugar del compa챰ero Corval찼n, compa챰ero Volodia?
Despu챕s de intercambiar una mirada, Corval찼n entrega la respuesta clich챕, quitando importancia al asunto.
- Cada cierto tiempo la derecha lanza estos rumores, para crear la impresión que la Dirección del partido está dividida sobre cuestiones personales. Las huifas, compañeros. Tenemos una línea política monolítica, lo que no significa que no se manifiesten ideas diferentes en nuestras reuniones de la Comisión política, en los plenos del CC, en las comisiones, en el congreso. Pero todos aceptan el centralismo democrático: una vez discutida y aprobada, sólo hay una línea. Los personalismos pequeño-burgueses no tienen cabida. Estoy a disposición del partido para servirle en cualquier puesto o como simple militante. Pero el reciente congreso decidió reelegirme. De la misma manera, el partido puede reemplazarme. Pero no es una cuestión que esté hoy a la orden del día. Y Volodia está muy contento de no haber sido nombrado. Él me ha dicho que sus inclinaciones no van por ese lado. El es un intelectual, un escritor, y ya sabemos que a los intelectuales les cuesta asumir la disciplina que requeriría un cargo como el de SG. Quiere tener el tiempo para no abandonar del todo sus labores de escritor. Y el partido lo estimula porque tiene mucho que entregar en ese sentido, ¿verdad, Volodia?
La esfinge sonr챠e. Agrega su granito de arena al clich챕:
- 쩔Me imaginan ustedes todo el d챠a en reuniones, recorriendo las c챕lulas del partido a lo largo del pa챠s, dando conferencia de prensa tras conferencia?...
Los jóvenes también sonríen, comprensivos. Un jotoso me fulmina después de la reunión cuando le pregunto “¿Y tú, te habrías imaginado a 'patitas cortas' como SG, antes de la muerte de Galo González?”.
Para terminar, un frugal c처ctel comunista. Una amiga me arrastra hacia Volodia para proponerle un brindis.
- 징Por los verdaderos revolucionarios, compa챰ero!
- 쩔Y quienes ser챠an esos, compa챰era?, pregunta Volodia, ante el tono algo desafiante de la estudiante.
Ella sonr챠e, misteriosa, y se aleja... Han llegado a Mosc첬 los rumores a첬n tenues de la pol챕mica del PC chileno con el PC cubano sobre las v챠as de la revoluci처n. El MIR ya est찼 dando dolores de cabeza a sus papis...
TRES
Valpara챠so, Biblioteca Severin, 1998. Lanzamiento del libro de memorias "Antes del olvido", tomo I: "Un muchacho del siglo XX". Un profesor universitario hace una presentaci처n demasiado acad챕mica, demasiado apegada al libro en cuesti처n, leyendo largos p찼rrafos. La verdad es que dicha lectura podr챠a alejar antes que atraer lectores. No es gran literatura esta obra. La riqueza no est찼 en la forma, sino en la vida que subyace tras esas l챠neas, en el contexto de esa vida que se asoma al mundo en ese per챠odo de entreguerra, convulso, con muchos esp챠ritus grandes, peque챰os, medianos y muchos obtusos, donde se constru챠an muchos cimientos fundamentales en el siempre renovado proyecto de pa챠s. El primer gobierno del Le처n, el per챠odo de anarqu챠a, la dictadura de Ib찼챰ez, la sublevaci처n de la escuadre, la rep첬blica socialista, los primeros tiempos del poeta del amor y de la Am챕rica profunda (Neruda), el poeta que quiere arrasar todo para revolucionar los esp챠ritus salvo el propio (Huidobro), el poeta torrencial y ampuloso (Pablo de Rokha), la sabia Gabriela, el nazismo criollo, el Frente Popular, la Corfo y el inicio de la industrializaci처n...
Volodia, siempre alerta, pero se nota f챠sicamente cansado. 쩔Es ese d챠a, o son los 82 a챰os? Ha trabajado mucho 첬ltimamente. Tiene muchos proyectos. Siente que le falta el tiempo, que le faltar찼.
Mientras le tiendo mi ejemplar para su firma, le menciono mis recuerdos de Santiago, de Mosc첬. Ah, 쩔estuvo por all찼?, murmura.
- 쩔Cu찼ndo viene el segundo tomo?, pregunto.
- Primero hay que escribirlo, compa챰ero, susurra, con un tono que dice que s챠, que lo escribir찼. Hay poco tiempo, pero hay el suficiente...
쩔Lo habr찼 para el Premio Nacional de Literatura?
16 Diciembre de 2001
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