lunes, 5 de marzo de 2007

Libertad de prensa.

Queridos Lumumberos !
                                           Leí con mucho interés la entrevista a Ligeia Balladares y a Guillermo Ravest. Son los entretelones de los dias pavorosos, inmediatamente después del golpe militar en Chile. Me quedó un sabor agridulce, debo reconocer. Dulce por el heroísmo de muchos chilenas y chilenos, que si bien andaban con el culo a dos manos como muchos de nosotros, no perdieron la calma y lograron guardar para la posteridad los testimonios y las conductas de mucha gente con responsabilidad en los procesos. Agrio o amargo, sin embargo, porque se entrega inequivocamente el valor de la libertad de prensa en toda actividad humana,  olvidando los aplausos y las flores que se entregaban a los estados, en donde no existía libertad de prensa alguna. Recuerdo mis años mozos, cuando se tildaba de "criminales" a las personas que manifestaban algunas inquetudes en voz alta. Ni hablar de las personas que mantivieran en sus casas máquinas de escribir sin haberlas registrado debidamente o que estaban en pocesión de mimiogrfos o que tenían acceso a ellos. Había especial cuidado en que la información se mantuviera al alero y de responsabilidad exclusiva de la "clase" triunfante. Recuerdo que para hacer una fotocopia, había que recurrir a alguna notaría, esperar un par de dias y luego registrarla, una vez que se le agregaran las cintas rojas y el lacrado correspondiente. Reconozco que eran tiempos en la U.R.S.S. donde la revolución científico-técnica no había llegado en plenitud. Claro que en Chile existe una desigualdad enorme en las posibilidades de montar una prensa de oposición a los monopolios que manejan el grueso de la prensa. Mi comentario es solo para que nos nos olvidemos de la historia cuando reclamamos. Es obvio que la dictadura fascista de Pinochet no entregaba chance alguna a la oposición, a pesar de la evidencia de que en el pais se atropellaban los derechos elementales del hombre. En el mundo, sin embargo, se publicaban los testimonios de los encarcelados y de los familiares de los desaparecidos. Estos testimonios llegaron a las Naciones Unidas, donde más de una vez fueron invitados a declarar en las comisiones los familiares que buscaban a sus seres queridos por todos los rincones del pais. Pinochet y sus lugartenientes le temían a la prensa. Me gustaría que los defensores de la palabra escrita o articulada, como fuera que sea, hubiesen mostrado la misma sensibilidad con los pueblos que viven la oscuridad de una ley mordaza permanente. Ayer justamente, las fuerzas policiales de Leningrado, apaleaban a 7 mil manifestantes, que a viva voz protestaban por la ausencia de las libertades mínimas de expresión. Ahí no existe libertad de prensa ni jamás existió realmente durante los 70 años del poder soviético. Los panfletos escritos con migas de pan remojado, eran pasados por las armas o recluídos en campos de trabajos forzados y nadie se enteraba de ello. Recién se publican algunos documentos de la Lubianka, en donde, con el cuidado que es menester, se examinan las penas de quienes fueron sorprendidos en "actividades subersivas" en contra del estado.  Los diarios Cubanos mantienen siempre la misma linea : exagerando los éxitos del socialismo en Cuba y ocultando los fracazos. Nunca dijeron tampoco nada sobre los disidentes encarcelados, ni mucho menos los llamados de los estados europeos a reconsiderar las penas de los 75 encarcelados en el 2005. Un par de ellos recuperaron su lebertad para que no se murieran en los calabozos, pero la mayoría de ellos esperan que se cumplan los 25 años de presidio a que fueron condenados. Estoy muy agradecido de la información que nos hizo llegar nuestra amiga y compañera Eugenia Espinoza. Forma parte de nuestra historia. Ojalá que nunca los chilenos olvidemos la responsabilidad que asumieron los democratas del mundo, cuando levantaron la voz ante los abusos de la dicatdura. Oajlá, al mismo tiempo, que no le tengamos miedo a denunciar los atropellos que tienen lugar en los denominados paises socialistas. Creo que se trata de la inercia de otros tiempos. Pero algunos acostumbran a guardar silencio cuando los crímenes ocurren en aquellos paises que proclamaron el socialismo, pero que aún no saben como se escribe la palabra democracia. Estoy convencido de la honestidad de mucha gente de Cuba, Mexico, Argentina, etc. que ayudaron a nuestros periodistas a guardar los testimonios. Cuando Heinrich Boell, premio Nobel de literatura Alemán sacó los manuscritos de Alejandro Solrrenizen de la Unión Soviética ("El Archipielago de Gulag"), fué declarado "enemigo de los pueblos de la U.R.S.S.." En el mundo entero se escucharon las voces "solidarias" con la administración de la Unión Soviética, que Boell era un mentecato. Principalmente de los partidos comunistas y obreros. Heinrich Boell, sin embargo, creó un comité de solidaridad con el pueblo chileno y se declaró enemigo a cérrimo de la dictadura fascista. Recibió muchas veces en su casa a los refigiados chilenos y delegó a sus hijos a prestar toda la solidaridad necesaria con ellos. No soy un lector de A. Solrenizin en la acutualidad, a pesar que le celebro el haber publicado sus experiencias en los "Gulags" y entregarlas al mundo.  Hubo muchos que no quisieron enterarse de lo que sucedía en los campos de trabajos forzados, alegando que se trataba de propaganda al servicio del imperialismo. No le quito heroísmo el haber guardado los testimonios de los martirizadfos de Chile y el haberlos publicado en en exterior. En Chile hubo muchos héroes anónimos, pero sus nombres quedaron en sus familias  en sus amigos. Pido perdón si a alguen le duelan mis palabras, pero cerrar el tarro lo dejé definitivamente en el pasado. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre.
Ren챕
Alemania, 05.03.2007.-

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