Queridos Lumumberos !
Me la contó el mismo Copetón en San Ignacio hace a lo menos 45 años atrás. El resto lo pude comprobar observando la conducta posterior de los actores. El Copetón era un personaje que todos conocÃan. Sobre todo en los bares de San Ignacio, con patente o clandestinos. El muchacho tendrÃa entonces unos 25 años. De los cuales llevaba tomando trago, del que le pusieran, por los menos 15. Dejó la escuela en el segundo año de preparatoria para trabajar en lo que fuera. Su familia era pobre, como la mayorÃa de los habitantes del pueblo. Su inteligencia natural le entregaba una simpatÃa muy singular entre sus amigotes y entre los parroquianos que le ofrecÃan un "cañazo" e" tinto a la llegada misma donde apareciera. Contaba las historias más diversas, pero siempre poco creÃbles, sobre todo cuando se encontraba en estado de interperancia. No tenÃa mala pinta y siempre siempre con la misma tenida llena de parches, que su hermana le lavaba mientras dormÃa la mona mañanera. VivÃa con su familia en las cercanÃas del matadero municipal que no era difÃcil encontrar , incluso para forasteros. Bastaba con atender las nubes de moscas y zancudos, los perros vagos del pueblo o simplemente mirando al cielo para ubicar las bandadas de jotes que lo rondaban. Un dia pasó por el matadero una niña de 16 años, estudiante de la escuela de monjas Alemanas, "purÃsima Concepción de Chillán", en busca del matarife que apodaban el "Nene". Un hombre como un ropero de tres cuerpos que todo el mundo le sacaba la vuelta. Por lo menos se decÃa, que siempre cargaba en sus bolsillos los cuchillos "profesionales" por si las moscas. "El Nene" no se encontraba en el lugar, pero se le acercó el Copetón para contestar las preguntas que la niña pudiera tener, hija única de una acudalada familia de hacendados. Casi siempre se trataba de decirle al hombre (El Nene) que la vaquilla que les habÃa comprado para "carnearla" el fin de semana, se encontraba en los establos de una casona cerca del estadio. Naturalmente Copetón andaba con la caña. Entre conversa y conversa con la muchachita, le dijo que lo perdonara, pero que tenÃa que cumplir con sus necesidades fÃsicas de orinar, pero que no se fuera, puesto que Nene le habÃa pedido que le informara que llegarÃa en los próximos minutos. Con toda la intención, empezó a orinar frente a la muchacha en la entrada del matadero, sin darle ocasión que la muchachita abandonara el recinto. La exitación exibicionista del Copetón no pudo pasar desapercibida para la muchacha. A pesar que se cubrió el rostro con las dos manos, pero que segun el Copetón, dejó margen para enterarse de las propiedades del muchachón. Total estaba borracho y jamás habÃa agredido a nadie. Acto seguido y como un linze, se abalanzó contra la muchacha, le subió el vestido y le embistió su prenda Ãntima con su herramienta, acorralada contra una de las murallas. Salió corriendo a su casa y contó a su madre el percance. La madre buscó en los cajones de su casa un revolver de su difunto marido y salió en busca del agresor. Lo encontró en el patio de su casa y vació el revolver en su contra. Pero la surte del curado lo salvó del ataque. Lo llevaron preso, pero la familia de la muchacha no aceptó la presencia de la enfermera, para que le hiciera los análisis que son menester en estos casos. Lo dejaron libre por falta de pruebas y para olvidarse tambien de la balacera que podrÃa haberle traÃdo dificultades a la señora. En la casa del Copetón se encontraban jugando en el patio , dicho sea de paso, varios niños. Felizmente, nadie resultó herido. La punterÃa de la veterana pasó a ser un decir en el pueblo : Cada vez que en un partido de fútbol algun jugador erraba un disparo al arco, se decÃa que "habÃa tomado clases de tiro con la señora Teresa". Pasaron los dias y a la muchachita se la vió muchas veces rondando el nauseabundo matadero. Al parecer se quedó pensando en las petencialidades del muchacho. Lo cierto es que la muchachita tuvo que abandonar el colegio un dia en que le comprobaron un embarazo extraño y curioso. De uno de esos encuentros clandestinos entre un plebeyo y la reina de la primavera de mi pueblo, nació más tarde una niña que era el fiel retrato del Copetón. Se contaron muchas historias, muchas de las cuales fueron de la familia de la muchacha. Lo cierto que nadie se tragó el cuento que habÃa sido producto de una relación que debÃa haber terminado en matrimonio, pero que el "novio" se echó a volar más tarde. El Copetón murió cinco años más tarde, borracho como cuba, ahogado en un canalillo. Los funerales fueron humildes y no hubo gloriado ni flores. Lo curioso del caso que la muchacha apareció en el funeral del Copetón con la niña de la mano. Fué un momento solemne y emotivo. Nunca nadie más comentó la historia. La muchacha encontró el corage para llevar a la hija de ambos a entregarle el último gesto al borrachito. Ahora se cuenta que muchas viejas pechoñas le prenden velas, cuando no encuentran otra forma de solucionar sus cuitas de amores. Lástima que los milagros del Copetón, no han llegado a los oÃdos de los saco e" trolas del Vaticano. De lo contrario no solo habrÃamos tenido a Santa Teresita de los Andes, sino tambien a San Copetón, el milagroso de San Ignacio. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre. Que se diviertan !.
Ren챕
Alemania, 20.04.2007.-
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