viernes, 27 de junio de 2008

La UP, ¿una locura?

Los sectores de derecha (empresarial y pol챠tica) han tenido 챕xito en presentar ante las nuevas generaciones (y a첬n ante ciertos protagonistas de entonces) una imagen unilateral del gobierno de la Unidad Popular, como una tentativa program찼tica y una acci처n de gobierno desbocada, digna de postulantes a la camisa de fuerza. Ni en su empe챰o ni en sus logros habr챠a nada rescatable, nos dicen.

El programa de la UP era, ciertamente, de profundas transformaciones estructurales: pretend챠a instaurar una nueva realidad econ처mica, social y pol챠tica, en que las necesidades y aspiraciones de las mayor챠as fueran consideradas, en que el protagonismo les perteneciera.
Era necesario y posible aplicar tal programa, dec챠a la UP. Pero, 쩔era una pretensi처n aislada en la realidad latinoamericana? No. Dicho programa se inscrib챠a en el contexto de las ideas, programas y fuerzas transformadoras que en aquel entonces predominaban en el continente.

Veamos la ilustraci처n de esto.

1. La idea del cambio necesario

A fines de los años ’50 y principios de los ’60, se había ido imponiendo en los círculos dirigentes de la derecha latinoamericana y de Estados Unidos la idea de que era imprescindible tomar la iniciativa de realizar algunos cambios estructurales, en aras de algunos grados de eficiencia económica y de equidad, pero también para salvaguardar lo esencial del régimen económico. Los de abajo estaban cada vez más impacientes. A los de arriba les era cada vez más difícil guardar las riendas por las vías electorales. La vasta gama de dictaduras que dominaron América Latina en los años ’50 había caído una tras otra. A los gobiernos democráticos que las habían reemplazado no les iba muy bien. La inestabilidad era la regla. En Chile también se había concluido que debía maquillarse algún tipo de cambio para evitar las marejadas.

Así, el gobierno derechista de Jorge Alessandri (1958-1964), el último de dicho signo elegido democráticamente en nuestro país, había prometido y realizó una reforma agraria, tan limitada que se le llamó “reforma agraria de macetero”: consistió en la distribución de tierra fiscales abandonadas.

La Iglesia Cat처lica chilena, siguiendo la doctrina social de la iglesia, entreg처 tierras a los campesinos.

El gobierno de John Kennedy (1960-1963) adopt처 el programa de la Alianza para el Progreso, vasto programa de ayuda financiera y asistencia t챕cnica a gobiernos que se comprometieran a algunos cambios estructurales, en particular la reforma agraria.

El gobierno del DC Eduardo Frei Montalva (1964-1970) aplicó un programa de cambios profundos, bajo la consigna de “Revolución en Libertad”. Hizo aprobar una ley de reforma agraria que introdujo la noción de “responsabilidad social de la propiedad”, la misma que aplicó luego Allende (1970-1973); la ley de sindicalización campesina; la ley de juntas de vecinos y de centros de madres; la chilenización del cobre (sociedad del Estado chileno con empresas norteamericanas); etc.

En su programa, el candidato DC a la presidencia en 1970, Radomiro Tomic, establecía que “las estructuras sociales ya no sirven más en Chile”, que “es impostergable la transformación de la vieja institucionalidad, de base social minoritaria y de expresión capitalista en un nuevo orden social vitalmente democrático”, y prometía que “nacionalizaremos de inmediato e integralmente las principales empresas del cobre”, estableciendo que “la meta suprema es la participación popular, es la sustitución de las minorías por el pueblo organizado en los centros decisivos de poder e influencia que existen dentro del Estado, la sociedad y la economía nacionales”. Existían, pues, importantes coincidencias entre los programas de Tomic y Allende.

El cardenal Raúl Silva Henríquez declaraba: “Las reformas básicas contenidas en el Programa de la UP son apoyadas por la Iglesia chilena (...). Nosotros vemos esto, la Iglesia ve esto con inmensa simpatía (...), la mayoría de las reformas planteadas por la UP coincide con los deseos, con los planteamientos de la Iglesia, así que hay un apoyo claro” (entrevista en “Las Últimas Noticias”, 12.11.70).

En resumen: los principales contenidos del programa de la UP estaban impuestos por la realidad nacional y, adem찼s, estaban en la sensibilidad de otras fuerzas pol챠tico-morales de Chile y el extranjero. Recordemos el proceso peruano encabezado por el general Velasco Alvarado; el boliviano, que arrancara en la revoluci처n de 1952 y su Ley de Reforma Agraria (agosto de 1953); el paname챰o, con el general Torrijos desde 1969, etc. 쩔Se requiere mencionar la revoluci처n cubana, iniciada en 1959?

2. Cambios que perduran, apropiados por otros

Varios aspectos de primera importancia del programa de gobierno –y de las realizaciones- de la UP han sido retomados posteriormente, incluida la dictadura. La paternidad, por supuesto, no ha sido reconocida. Sobrevolemos algunos.

a. Descentralización administrativa, rol de los municipios. El programa de Allende establecía su disposición a iniciar inmediatamente un proceso de descentralización administrativa, conjugada con una planificación democrática y eficiente. Se modernizaría la estructura de las municipalidades, reconociéndoles la autoridad correspondiente en acuerdo con los planes de coordinación del conjunto del Estado. Serían los organismos locales de la nueva organización política. Se les entregarían los medios financieros y las atribuciones adecuadas que les permitiría –en colaboración y estrecha coordinación con las juntas de vecinos- ocuparse de los problemas comunales. Las asambleas provinciales funcionarían en la misma perspectiva. La dictadura se jacta se haber “propuesto” e “iniciado” dicho proceso de descentralización

b. La reforma agraria. Durante los años ’50, la agricultura chilena se caracterizaba por los dos extremos de la gran propiedad de tierras cultivables no utilizadas y por métodos atrasados de cultivo, y las muy pequeñas propiedades que no bastaban para asegurar el sustento de sus propietarios. Vale decir, los dos extremos del latifundio y del minifundio, despilfarro en un extremo, lucha por la supervivencia en el otro. La reforma agraria iniciada bajo el gobierno de Frei Montalva iba justamente en el sentido de plena utilización de la tierra, creando unidades eficientes, con métodos y maquinaria moderna, para satisfacer las necesidades internas y asomarse al mercado internacional. La reforma agraria terminó con el latifundio, con los métodos feudales de explotación. Ese proceso es el punto de partida de la pujante agricultura actual, que aporta casi tantas divisas como el cobre al país.

c. El rol del Estado en la econom챠a en general y la necesidad de pol챠ticas de seguridad social, con diferentes contenidos e impacto, por cierto, seg첬n las caracter챠sticas de cada gobierno. El Estado como promotor de las condiciones legislativas, de infraestructura, de estabilidad, etc. Hace unos meses, el senador DC Eduardo Frei Ruiz-Table, frente a la debacle del Transantiago, ha insistido en que debe tomarse la medida implementada en los pa챠ses desarrollados: estatizar el transporte p첬blico. La derecha de hoy asume este rol din찼mico del Estado, en el contexto de predominio del mercado, por supuesto.

d. El medio litro de leche y, en general, la necesidad de que el Estado se ocupe activamente de la alimentaci처n de los ni챰os a trav챕s de las escuelas y la red de salud con la distribuci처n de leche. Hoy hay consenso en la ciencia econ처mica de que la pobreza, la desigualdad extrema en la distribuci처n del ingreso nacional, con su impacto en la salud y las posibilidades de acceso a la educaci처n y la capacitaci처n, son obst찼culos para el desarrollo econ처mico. Hoy se considera al conocimiento como un factor de producci처n. Uno de los elementos del c챠rculo vicioso de la pobreza y la indigencia es la desnutrici처n. La idea de entregar a cada ni챰o medio litro de leche diario era una de las muchas medidas contempladas para una real pol챠tica de igualdad de oportunidades para las nuevas generaciones. Hoy en d챠a, incluso en las movilizaciones y huelgas del magisterio se respeta la entrega de almuerzo a los ni챰os.

e. Derecho de voto a las FF AA. Una de las medidas importantes de Allende era la disposición a entregar el derecho a voto a los miembros de las FF. AA. y a integrarlos a tareas de desarrollo nacional. En suma, las FF. AA. como un estamento integral de la ciudadanía. La oposición interpretaba aquello como elementos distorsionadores de la misión “natural” de dichos cuerpos armados, un intento de subvertirlas. La dictadura no tuvo inconveniente filosófico de entregarles dicho derecho a voto, de pregonar su aporte a la construcción de la Ruta Austral (Cuerpo Militar del Trabajo), de incorporar a la Constitución su rol garantes de la institucionalidad, etc. Aún hoy, el voto militar, concentrado en algunas mesas electorales, constituye casi voto cautivo para la derecha.

f. La polic챠a. Ser챠a reorganizada para que sus m챕todos garantizaran efectivamente el pleno respeto de la dignidad y la integridad f챠sica de los ciudadanos. El r챕gimen penitenciario ser챠a transformado para asegurar la recuperaci처n de quienes delinquen. Los gobiernos de la Concertaci처n se gu챠an por estos principios, m찼s all찼 de los eventuales excesos.

g. La nacionalizaci처n del cobre. Codelco a첬n es una empresa estatal. Ni la dictadura se atrevi처 a privatizarlo.

h. El parlamento unicameral. Esta propuesta de Allende fue considerada por la oposici처n como supuesta prueba inequ챠voca de la intenci처n de la UP de instaurar un r챕gimen de tipo sovi챕tico o cubano. Hace algunos meses, se ha escuchado a dirigentes y parlamentarios de la DC proponer instaurar en Chile un congreso unicameral, alabando sus ventajas en t챕rminos de eficacia y econom챠a en el trabajo parlamentario.

Hoy se oculta que un programa como el de Allende fue posible por el fracaso del sistema econ처mico imperante, por el fracaso del modelo capitalista entonces existente, cuyas principales caracter챠sticas eran la protecci처n contra la competencia externa, el alto grado de concentraci처n, la ineficiencia y la ineficacia, el escaso aporte al desarrollo nacional y a la satisfacci처n de las necesidades del consumidor.

Los procesos revolucionarios no son inventados, no nacen de la nada. Hay condiciones objetivas que los posibilitan. Hay hombres y movimientos sociales que comprenden aquellas. Agreguen a eso sentimientos a veces difusos sobre justicia social, fraternidad, solidaridad, y se tendr찼 lo que se ha llamado condiciones subjetivas. De all챠 se inician din찼micas sociales.

Ya se sabe que los sue챰os pueden terminar en pesadillas, que duran 17 a챰os, a veces m찼s, a veces menos. Pero su inspiraci처n perdura mucho m찼s.

Quienes hoy intentan administrar sue챰os, y distorsionarlos, y aceptan la versi처n de quienes los arrasaron a sangre y fuego, terminar찼n como bur처cratas ignorados por la historia con min첬scula. A첬n m찼s de la gran Historia.

Junio de 2008.

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