viernes, 18 de julio de 2008

Un viaje de placer por la Habana.

Queridos Lumumberos !

                                         Nunca fue fácil hablar de socialismo con mi amigo Detleff, escritor y periodista Alemán. Sobre todo sobre el socialismo de la Cuba de los hermanos Castro. Visitó la isla en la primera década de la revolución y transmitió durante todos estos años sobre la liberación de hombres y mujeres de la isla y la abolición de la explotación del hombre por el hombre y el establecimiento de igualdad de oportunidades para todos. No había forma de convencerlo que era menester renovar su experiencia en un viaje a la Cuba actual y real de nuestros días en calidad de turista, para así obtener la información que completara su optimismo y fidelidad al proceso que tantas esperanza había sembrado en el mundo. Conocía las desgracias y desaciertos de casi todos los países de nuestra América latina hasta en los últimos detalles.. No se le escapaba cifra alguna ni personalidad política del pasado, del presente y tampoco del futuro, en el concierto latinoamericano. Un estudioso en la materia y autor de varios artículos del desarrollo latinoamericano, que no siempre encontraban espacio en las revistas y diarios donde normalmente escribía. Según decía, por las directrices políticas reaccionarias de sus redactores. Comprendía que había una pérdida de entusiasmo por los temas de actualidad, pero más que nada supeditada a la sombra amarga de los problemas europeos que no querían entregar en forma gratuita una alternativa como la Cubana a sus soluciones. No quería desilusionarlo en su entusiasmo por las realizaciones que tenían lugar en la isla de los Castro, pero tampoco aceptaba sus lucubraciones sin réplica. Se dedicó al estudio del idioma Español para recorrer los pueblos y ciudades de Cuba, sin tener como intermediario a un traductores que le tergiversaran las cosas. Sabía que había un sector poblacional que intentaba menoscabar los aciertos y disminuir los triunfos, pero ese no sería el obstáculo que lo privara de la verdadera realidad de la revolución Cubana. Puede ser, me repetía, que los cambios que han tenido lugar no sean de la perfección que sería menester en una sociedad socialista, pero que esos cambios conllevarían irremediablemente a acentuar los esfuerzos para crear el hombre nuevo, no tenía duda alguna. Su esposa, una mujer que también conocí en los años de la solidaridad internacional con el pueblo Chileno, guardaba normalmente silencio en nuestras conversaciones, pero no sin asombrarse de la seguridad con que su marido describía a Cuba y sus procesos. El viaje lo había programado con ella después de muchos años de abstinencias. Los hijos de ambos tenían edad suficiente como para soportar la ausencia de los padres por las tres semanas que duraría el viaje. Detleff y Samantha visitaban con frecuencia la embajada de Cuba en Bonn, antes que se instalara como la mayoría de las sedes diplomáticas, en Berlín. Recibían varias revistas y periódicos de funcionarios del consulado, aparte de participar casi en todos los encuentros que organizaba la representación diplomática. Siempre encontró absoluta concordancia con los pensamientos del máximo Lider de la revolución. Consideró, sin embargo, como una pérdida de calidad el cambio del mandatario por su hermano Raúl ante el mundo. Mantenía la esperanza, sin embargo, que el hermano de Fidel actuaría de la misma forma y con la misma audacia y fidelidad en la conducción del país. Los cuentos del desabastecimiento y la eternidad de las libretas de suministros eran parte integral del proceso educativo que cualquier revolución debía estar dispuesta a enfrentar. Llegaron de la Habana con depresión. En él aeropuerto empezaron las primeras dificultades. Las autoridades de inmigración le revisaron hasta los calzoncillos, las cámaras, las tarjetas de crédito y los paquetes con los encargos de sus amigos Cubanos del consulado. Algunos de sus antiguos conocidos tenían prohibición de escribir, aparte de que sus cartas nunca llegaron a sus destinos. En el hotel no podían recibir visitas y los taxis tenían que encargarlos a los conserjes del establecimiento a precios fijos en moneda dura. Le advirtieron que solo podía visitar los Restaurantes autorizados. La visita a locales clandestinos estaban reñidos con la ley, así como también con las “damas” (jineteras” que hacían nata en las postrimerías del hotel. La vieja Habana lo conmovió. La recordaba en los rincones de su memoria y en las fotografías de los semanarios que recibía de sus amigos. Más nunca pensó que el deterioro de casas y edificios hubiese llegado a tal extremo. Las conversaciones con sus conocidos de antaño los terminaron de convencer. En Cuba había una revolución diferente a la que se imaginaba. El bloqueo y el constante asedio de Estados Unidos de América no podían ser los únicos culpables del zafarrancho y del despilfarro. La intimidación de la población por las instituciones del estado habían quebrado el crisol que esta familia había guardado con tanto celo y por tantos años. Los detalles del encuentro no son posibles de resumir en este mensaje. La desilusión lo llevó a iniciar un libro sobre “La revolución de los olvidados”. Los protagonistas son nada menos que el pueblo Cubano entero. Incluidos los disidentes, los escapados, los jubilados, los encarcelados, los que protestan en silencio, los igualados en sueldos y salarios, los que abren o cierran el tarro, los campesinos, los soldados que reprimen, los soldados que son reprimidos, el negocio de la policía política y los soplones, las Jineteras que tienen que salir a vender su carne para parar la olla, los turistas “revolucionarios” que las compran, los que se emborrachan en Varadero y tiran la casa por la ventana en los lugares no accesibles para el pueblo trabajador, los que languidecen sentados en las veredas frente a sus moradas, los que sueñan volver a los inicios de la revolución, cuando aún era posible abandonarla, los jóvenes y la violencia en el malecón de la Habana. Llegaron solo hace tres semanas al monstruo del capitalismo Alemán. Llegaron del paraíso al infierno. O fue que todo era al revés ?. Un fuerte abrazo, con la fraternidad de siempre.

Ren챕

Alemania, 18.07.2008.-

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