domingo, 18 de enero de 2009

Dos dias mas y nos quedamos sin BUSH !!

Un relato pestilente

Por Elizabeth Subercaseaux

Más temprano que nunca, cuando el sillón de la Casa Blanca aún está tibio, los hombres del Presidente empiezan a contar la verdad sobre lo que ocurrió en los últimos ocho años. Y el resultado es un espeluznante conjunto de atrocidades, malos juicios, decisiones equivocadas y mentiras.

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Washington.- Mientras está en la Casa Blanca, el Presidente de Estados Unidos suele contar con la lealtad y el silencio tanto de sus colaboradores como de los periodistas. No se lo desacredita, no se propaga a los cuatro vientos lo que dijo o no dijo ante tal o cual situación, y ni hablar de lanzarle un par de zapatos por la cabeza, como hizo un reportero en Bagdad. ¡Es el Presidente de Estados Unidos, por el amor de Dios! Pero una vez que el Mandatario se va se destapa la olla y empiezan a salir los trapos sucios, lo que realmente pasó allí dentro y cómo se movieron los hilos. Finalmente, el hombre a quien resguardaron con tanto celo queda al descubierto. Los colaboradores escriben libros o dan entrevistas en las que cuentan lo que ocurría entre esas paredes desde las cuales se pretendía regir los destinos del mundo.

En el caso de Bush, el destape ha empezado inusualmente temprano, cuando aún no se ha subido con su señora y su perro al helicóptero que lo sacará por última vez de la Casa Blanca y lo pondrá rumbo a su futuro como el ex Presidente norteamericano más odiado de la historia. Tal vez porque el índice de rechazo de Bush es tan alto, sus colaboradores están contándole a la prensa cómo se manejaron las cosas mucho antes de lo acostumbrado. Tanto en la prensa como en las radios y televisión aparecen casi a diario, haciendo declaraciones, despejando dudas, revelando secretos. Lo que Bush hizo y dejó de hacer. La revista "Vanity Fair", por ejemplo, publicó un reportaje de más de diez páginas que recoge las versiones de numerosos cercanas al gobierno de Bush. Y el resumen de lo que fue ese gobierno, dicho por ellos mismo, es un espeluznante relato de atrocidades, malos juicios, decisiones equivocadas, mentiras.

2001, 11 de septiembre

La misma noche del 11 de septiembre, que terminó definiendo lo que sería el gobierno de Bush, ya se habló de invadir Irak. Según ha contado Richard Clarke, consejero de contraterrorismo de la Casa Blanca: "Esa noche, en cuanto el Presidente regresó a Washington, nos reunimos el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld; el vicepresidente, Dick Cheney; el secretario de Estado, Colin Powell; el Presidente y yo. El primero en tomar la palabra fue Rumsfeld: ‘Tenemos que atacar a Irak’. Todo el mundo se quedó en silencio y yo miré Colin Powell como diciéndole ¿de qué está hablando? Powell se dirigió a Rumsfeld: "¿De qué diablos está hablando usted?". Y nunca voy a olvidar lo que Rumsfeld respondió: Mire, no hay suficientes blancos en Afganistán. Tenemos que bombardear algún otro lugar para probarles, ustedes saben, que somos grandes y fuertes". Esa noche les dije que Irak no tenía nada que ver con los ataques, pero eso pareció no importarle un comino ni a Rumsfeld, ni a Cheney ni al Presidente".

Michael Brown, director de la Agencia Federal de Emergencias, contó que en una de las frenéticas reuniones de esos días se encontró con Bush, Cheney y Condoleeza Rice. "El Presidente no hacía preguntas, las hacían Rice o Cheney. En un momento, el Presidente se levantó para irse de la sala, se volvió hacia todos nosotros y dijo: ‘Que Dios nos ayude. Lo único que tenemos que hacer esta noche es rezar para que Él nos guíe’. No le dije nada, nadie se habría atrevido a hacerlo, pero pensé: ¿Usted es el Presidente de Estados Unidos y nos está diciendo que recemos porque esto nos queda grande?".

Tortura autorizada

En diciembre de 2002, Bush firmó un memorando que autorizaba las denominadas "técnicas mejoradas" de interrogación, que no era otra cosa que un brutal sistema de tortura. Alberto Mora, el consejero naval, ha contado que cuando vio el memorando pensó que se trataba de una equivocación. "Creyendo que una vez que arreglaran el error todo se aclararía y corregirían el memo, me reuní con Jim Hay-

nes, el consejero legal del Departamento de Defensa y le dije que ese documento estaba autorizando el trato abusivo en contra de los prisioneros y la tortura. Su respuesta instantánea fue, no, no. Le pedí que por favor lo analizara con cuidado y que lo habláramos una vez que yo regresara de mis vacaciones". Me fui a Miami a pasar la Navidad pensando que resolveríamos el asunto de manera correcta y ética, pero a mi vuelta me encontré con que no se trataba de ninguna equivocación. Todo lo que decía el memo había sido pensado y analizado, y se había adoptado este curso de acción, la tortura, de manera deliberada".

John Bellinger, asesor legal del Consejo de Seguridad Nacional, dijo: "Una de las grandes tragedias de este gobierno ha sido su política hacia los detenidos: la decisión de instalarlos en Guantánamo sin participación de la comunidad internacional, las órdenes ejecutivas que crearon comisiones militares, aspectos de las política de interrogatorios de la CIA, enviar detenidos a otros países para que fueran torturados lejos de nuestras fronteras, la decisión de pasar por alto la Convención de Ginebra".

Abu Ghraib

Kenneth Adelman, miembro del directorio de Políticas de Defensa de Donald Rumsfeld, contó su conversación con el secretario de Defensa una vez que se destapó el escándalo de la tortura a los prisioneros en una cárcel norteamericana en Irak. "Bueno le dije a Rumsfeld , la manera como usted ha manejado esto de Abu Ghraib me parece abismante. ‘¿Qué quiere decir con eso?’, respondió él. Digo que este escándalo se filtró en enero de 2004. ¿Acaso en la primavera usted no sabía nada? Él dijo entonces: ‘Eso es totalmente injusto, yo no tenía la información’. Y le respondí: ¿Y qué información tenía? Usted tenía las fotos, la misma información que teníamos nosotros. Sabía de las fotos, ¿verdad? A lo que él contestó: ‘Yo no vi las fotos. Hay muchas cosas que pasan aquí y yo no le sigo el hilo a cada una de las historias’. Yo le dije: ‘Disculpe, yo tenía entendido que usted declaró que le había hablado al Presidente de Abu Ghraib en enero. Si el asunto era lo suficientemente importante como para decírselo al Presidente, ¿no era lo suficientemente importante como para haber hecho algo? Pero él insistía: ‘Lo siento, no pude conseguirme las fotos’. ¿Me está diciendo que alguien en este edificio, que trabaja para usted, tenía esas fotos, y usted como secretario de Defensa no se las pudo conseguir en cinco meses?".

Cheney, el feroz

Colin Powell conoció de cerca de Bush y a Cheney, los mismos que prácticamente le tendieron una trampa para obligarlo a decir al mundo, en las Naciones Unidas, que Sadam Hussein sí tenía armas de destrucción masiva. Por esos años decía que Bush "tenía el instinto de una calibre 45", es decir, instintos de cowboy. Y según ha contado Lawrence Wilkerson, consejero de Powell, "Cheney sabía exactamente cómo pulir, limpiar y mantener al punto esa pistola. Sabía exactamente cuándo entregarle un memo o cuándo hacer esto o lo otro, y conocía al dedillo las palabras que debía usar con el Presidente para entusiasmarlo o desalentarlo".

Cheney, han contado los propios colaboradores de Bush, era astuto, silencioso, maquiavélico y enteramente convencido de que el curso de acción, en todos los campos, era el correcto. "Un hombre que no dudaba y por lo mismo muy peligroso", ha dicho Richard Clarke. "Si volviera a estar en la mismo posición, haría exactamente lo mismo", dijo Cheney hace unos días en entrevista. ¿Y no se arrepiente de nada, no reconoce ningún error?, preguntó el periodista. "¿De qué me voy a arrepentir? Hemos hechos grandes cosas por este país".

No todos están de acuerdo con él. Bob Graham, senador por Florida y jefe del Comité de Inteligencia del Senado, dijo: "Nuestro principal problema ahora es conseguir que el mundo nos crea cuando hablemos de la seriedad de algo. Hoy nos están diciendo: ustedes fallaron de tal forma en Irak que ¿por qué vamos a creerles que ahora lo van a hacer mejor? Y esa es una pregunta muy difícil de contestar. Mientras combatíamos a los iraquíes, el Taliban y Al Qaeda se robustecieron, se unieron y ahora son una organización internacional. El peligro es mucho más grande hoy de lo que era antes del 11 de septiembre".

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