sábado, 17 de enero de 2004

A los que aun no quieren abrir los ojos!

La Tercera

Por Antonio S찼nchez G., Venezolano de origen chileno, asesor de la Comisi처n Pol챠tica de la Coordinadora Democr찼tica de Venezuela y miembro de su Comisi처n de Asuntos Exteriores

Los chilenos abrieron los ojos

Ch찼vez mata varios p찼jaros de un tiro: azuza los conflictos regionales, le pavimenta el camino a Evo Morales y le mete un dedo en el ojo a Ricardo Lagos

Fecha edici처n: 17-01-2004
 
Cuando a comienzos del 2003 -encontr찼ndose Venezuela en uno de los paros c챠vicos m찼s impresionantes de Am챕rica Latina- visitamos Santiago con la misi처n de dar a conocer la lucha de la oposici처n democr찼tica contra los intentos autocr찼ticos de Hugo Ch찼vez, encontramos desconfianza, incredulidad y rechazo. Fuimos recibidos por el encargado pol챠tico y el responsable para Sudam챕rica de la Canciller챠a, mantuvimos una charla cordial e informativa con los jefes de las fracciones pol챠ticas de la C찼mara de Diputados y terminamos nuestra ronda con el jefe de la fracci처n parlamentaria de la Democracia Cristiana, que nos recibi처 con senadores que parec챠an conocer la situaci처n de Venezuela.
Volvimos a Caracas sin muchas esperanzas y con la triste impresi처n de que los dem처cratas venezolanos no contaban con el respaldo ni la comprensi처n de los dem처cratas chilenos. Si se except첬a a los senadores DC -que nos declararon su solidaridad- y la generosidad de Sergio Bitar, uno de los chilenos m찼s cercanos a la Venezuela democr찼tica, volvimos con las manos vac챠as. Si bien tanto Sergio como Patricio Aylwin nos apuntaron entonces la 첬nica ruta posible: el Refer챕ndum Revocatorio. Por entonces, Jimmy Carter hab챠a presentado en Caracas una propuesta que consultaba ese mecanismo, incluso con fecha fija: el 19 de agosto de 2003. Recuerdo que Sergio nos dio el consejo perfecto, al que entonces nuestra Coordinadora Democr찼tica no supo atender con diligencia: "Arr찼nquenle el brazo. Tienen una fecha, y en luchas tan duras como las que ustedes est찼n librando, las fechas son la clave".
Me result처 doloroso reencontrarme con Isabel Allende en la oficina de la presidencia de la C찼mara: nuestros hijos fueron juntos al mismo colegio en los tiempos en que yo militaba en el MIR y su padre dirig챠a el gobierno. Pens챕 que ello me facilitar챠a darle a conocer la verdad de lo que suced챠a en Venezuela. Fue quien menos dispuesta estuvo a atender los argumentos de quienes habr찼 considerado una avanzada del "golpismo venezolano". Almorzamos en el comedor de la C찼mara: para nuestros comensales y los diputados de los diversos partidos que hac챠an sobremesa, la situaci처n en Venezuela estaba clar챠sima: una suerte de Salvador Allende en uniforme gobernaba una rep첬blica caribe챰a, llevaba a cabo un intento revolucionario y se encontraba con la feroz oposici처n del momiaje local. Punto.
Desde entonces ha corrido much챠sima agua bajo los puentes. El r챕gimen ha comenzado a desenmascararse, la naturaleza autocr찼tica del presidente ha quedado de manifiesto y los intentos por dirigir una cruzada conspirativa y desestabilizadora en la regi처n han alcanzado logros importantes. Que desde Miraflores y la Casa Amarilla se financiaba a cocaleros e indigenistas, a piqueteros y otros grupos subversivos de distintos pa챠ses de la regi처n, lo sab챠amos desde poco despu챕s de que asumiera el Ministerio de Relaciones Exteriores Jos챕 Vicente Rangel, hace cinco a챰os.
Conversando en M챕xico con un amigo chileno, me confes처 estar pronto a dirigirse a Caracas para encontrarse con Ch찼vez. Cuando le pregunt챕 por el motivo, me respondi처 con una enigm찼tica sonrisa: "Voy en busca de respaldo financiero". Para los n찼ufragos irredentos de la fracasada izquierda revolucionaria latinoamericana, Caracas parec챠a -y debe seguir pareciendo- la benefactora isla de la salvaci처n.
De all챠 que en Venezuela no tuvi챕ramos ninguna duda de que tras las movilizaciones de cocaleros e indigenistas que terminaran con el gobierno de S찼nchez de Lozada se encontraban la inconsistente ideolog챠a bolivariana y el 첬nico Bol챠var verdaderamente vigente, aunque fuertemente devaluado. El r챕gimen ha recibido en estos cinco a챰os por concepto de exportaciones petroleras m찼s de US$ 120 mil millones, que hoy nadie sabe d처nde fueron a dar. El pa챠s est찼 m찼s pobre que nunca. 쩔Por qu챕 no ponerlos al servicio de los delirios imperiales del 첬ltimo de los mohicanos? M찼s a첬n: que tras el s첬bito encantamiento del teniente coronel con las hipot챕ticas playas bolivianas se encuentra el deseo de empujar al gobierno de Mesa al abismo que se merece, cae dentro de los fr챠os c찼lculos de un exitoso aunque demoledor estratega. Porque Ch찼vez sabe a Mesa entre la espada de cocaleros y la pared de los indigenistas, y la regionalizaci처n de su reclamo mar챠timo no le dar찼 el piso pol챠tico que nunca posey처.
Ch찼vez mata, pues, varios p찼jaros de un tiro: azuza los conflictos regionales, debilita a첬n m찼s al gobierno de Mesa, le pavimenta el camino a Evo Morales -que est찼 a las puertas del poder- y le mete un dedo en el ojo a un gobernante como Ricardo Lagos, que representa su ant챠poda pol챠tica. Gracias a lo cual enturbia el ambiente que debiera imperar en el Grupo de Amigos del Secretario General de la OEA, 첬nico garante internacional para la soluci처n de la grave crisis de gobernabilidad de Venezuela.
A Ch찼vez le importa un bledo la mediterraneidad boliviana. S처lo le importa una regi처n desestabilizada, una Bolivia al borde del abismo, una pieza en un domin처 pronto a empujar toda la regi처n andina por el despe챰adero del populismo y la autocracia. El cree que esa era la integraci처n con la que so챰aba Bol챠var. Como Chile parece indicar el camino correcto, Ch찼vez se ha propuesto acorralarlo. Por cierto, con no pocas simpat챠as de algunos de sus irresponsables vecinos.
쩔Lograr찼 su prop처sito? Por fortuna, respecto de Ch찼vez y el chavismo los chilenos han abierto los ojos. Volvimos a comienzos de a챰o a Santiago y para nuestra inmensa satisfacci처n fuimos recibidos con brazos abiertos por todos los partidos pol챠ticos, con la obvia excepci처n del Comunista. La izquierda chilena ha recibido una buena cucharada del ricino bolivariano. Debiera mirarse en el espejo chaveciano, estaci처n final de las utop챠as castristas. La relaci처n Lagos-Ch찼vez, si fuera por los protagonistas, bien podr챠a terminar sobre un ring. Chile debe apostar por los dem처cratas venezolanos. Nosotros, por una alianza s처lida, estable y duradera con Chile, ejemplo en una regi처n de payasos playeros.

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