Queridos Lumumberos !
Los Suecos no siempre se hacen los Suecos cuando se trata de cosas trascendentales. Lo demostró el embajador de Suecia en Chile durante los primeros dias del golpe militar. No recuerdo su nombre exáctamente, pero los chilenos saben de quien estoy hablando. Llevó a sus casas a cuanto cristiano encontró en las calles durante el toque de queda. Ya sea en la puerta de la boite Lucifer, de la tia Carlina o debajo del balcón de su amante. Los milicos en las calles sabÃan que se trataba del embajador de Suecia, cuando aparecÃan en las avenidas los faroles de su vehÃculo con una bandera Sueca. Todo el mundo le tenÃa respeto. Porque habÃa que tener cojones para enfrentarse a las bandas de pacos y milicos, aún sabiendo que podÃa haber aterrizado en el Mapocho o en el zanjón de la aguada. Algo similar hizo el embajador de la ex Republica Federal de Yugoslavia, Don Rafael Tabor, amigo y compañero de armas del gran Tito. Por una de esas casualidades de la vida, tengo el gran honor de que me considerara su amigo. Recién ahora sale a la luz pública la suerte del embajador de Suecia durante la segunda guerra mundial en Alemania. Don Raul Balenberger de apenas 32 años de edad, resultó ser el ángel de la guarda de miles de judios que debÃan haber sido transportados a los campos de concentración y de exterminio. Se dedicó a falsificar pasaportes con nombres que sacaba de una guia de teléfonos y metérselos en los bolsillos de los que portaban una estrella de David amarilla en el pecho. SabÃa que los transportes al oriente no eran de reubicación en los nuevos territorios "adquiridos", sino que los viajes gratuÃtos eran de "one way ticket". Las maletas y las pertenencias se analizaban una vez concluÃdo el viaje, pasando a ser patrimonio del Reich y de los pelafustanes que gobernaban los campos. No contento con ello, Raul Balenberger viajó a europa del este con el mismo propósito. Entregó cientos de documentos más falsos que sostén de maricón, pero afortunadamente el régimen fascista no tenÃa ya la infraestructura para realizar investigaciones, en la proximidad del ejército rojo. Muchos testimonios de sobrevivientes dejan en claro que fueron dos los factores fundamentales : los documentos falsos entregados por Balenberger y los golpes del ejercito rojo a los invasores. Una vez en Budapest, HungrÃa, se perdió la pista de Balenberger. Pasaron los años y en Israel se inició la búsqueda de Balenberger para declararlo oficialmente "justo" y ver la posibilidad de que descansara, al igual que Oscar Schindler, en el cementerio de sus iguales. Recién hace dos dias, el ministerio de relaciones extriores de la Federación Rusa, entregó una documentación al Rabino principal de Rusia sobre Raul Balenberger. Fué apresado en Budapest a finales de 1944 y enviado en un avión de carga militar a Moscú. Nadie conoce los motivos de su detención, pero si ahora se sabe cual fué su destino. Una vez en Moscú, fué enviado a patá en la raja a la Lubianka donde permaneció encerrado por espacio de dos años. Nadie atendió su argumento de ser el ambajador de Suecia en Alemania, aunque se sabÃa que debÃa tratarse de un personaje de muchas influencias. Tampo nadie puede decir hoy dia cual fué su martirio en las mazmorras de la plaza "Dezhinskaia". En los archivos siniestros de la KGB se econtró apenas la inscripción escrita a mano, de que Raul Balenberger murió de un infarto en 1947 en su celda. La tarjeta era similar a la tarjeta que recibÃamos en Donskoy a nuestra llegda, según la và por televisión : datos personales, color del pelo, de los ojos, edad, estatura,cuantos pelos en el culo, etc. Solo al final, tambien a mano, : Fué cremado y sus cenizas esparcidas en terrenos baldÃos de las afueras de Moscú. Segun los archivos de instituciones Suecas, habrÃa sido envenenado con una substancia con la cual se experimentaba en esos dias para la guerra bactereológica. Simbolicamente existe en Israel un sepulcro que deberÃa haber recibido parte de sus cenizas, visitado por los pocos sobrevivientes de holocausto. A veces paso verguenza ajena por los crÃmenes de la que fué mi segunda patria. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre.
Ren챕
Alemania, 27.09.2007.-
Harald Edelstam se llamaba ese embajador Sueco en Chile, fallecido en 1989. Su historia comenzo en la segunda guerra mundial cuando Edelstam ayudo a los luchadores de la resistencia noruega a escapar de las garras del nazismo. Luego conocimos su heroismo en Chile.
ResponderBorrarEsta otra historia del embajador sueco en Alemania y rescatada de los archivos de nuestra patria adoptiva, es otro ejemplo porque debemos aun luchar contra los regimenes dictatoriales, de un lado o del otro. No se trata de buscar crimenes en la URSS, para ser luego acusados de traidores, maricones o vendemadres por ciertos "hijos de Stalin" que viven su amargura en la misma Suecia.
Lo que relata Rene esta documentado y es una pagina mas de la lista de crimenes olvidados.
Nadie quiere destapar cloacas, pero tampoco nadie quiere que se repitan cosas como esta.
Pocos recuerdan que nuestro Pablo Neruda fue nuestro Oskar Schindler, antes que Schindler y antes que este embajador sueco en Alemania.
Neruda fleto un barco completo, el Winipeg, lleno de espa챰oles victimas del franquismo, movio cielo y tierra hasta que logro sacarlos de Espa챰a y llevar el barco a Valparaiso con la preciosa carga.
Esos "gallegos" terminaron siendo chilenos y contribuyendo con su talento y su fuerza a la patria chilena.
Menos mal que despues de eso, nadie llevo a Neruda a una carcel secreta ni esparcio sus cenizas en lugar desconocido.
Siempre llega la justicia para los hombres justos; sus acciones no quedan sin contar y finalmente reciben su reconocimiento.