La estrategia “yo misma” rinde sus frutos Se acabaron los nervios en el comando de Bachelet, mientras aflora el mal humor en el de Pi챰era. Los resultados del debate, m찼s las encuestas, perfilan un panorama dif챠cil de modificar en los pr처ximos siete d챠as. Fue la semana feliz de Michelle Bachelet.
Buen fin de semana
Naci처n Domingo |
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Alejandro Kirk / Rodrigo Dur찼n
Alborozada, pocos minutos después del debate del 4 de enero, Michelle Bachelet dijo al enjambre de reporteros tal vez la frase más reveladora del vuelco que habían tomado los acontecimientos en su campaña desde diciembre: “Pude ser yo, expresarme como yo quería…”.
Cierto, tanto Bachelet como Sebasti찼n Pi챰era llegaron a ese foro con 찼nimo opuesto, apertrechados como estaban de datos que el p첬blico entonces no conoc챠a: las encuestas que dan a la candidata una ventaja pr찼cticamente irreversible. Paz para una, angustia para el otro. Ella iba a reforzar su mensaje, 챕l a revertir la marea. Muy dif챠cil.
En t챕rminos b챕licos, siempre apropiados, tras la confusi처n y el repliegue producidos en la Concertaci처n por aquella suma mec찼nica de los votos de Pi챰era y Joaqu챠n Lav챠n y la imagen de unidad que ambos desplegaron esa misma noche, as챠 como el sacud처n parlamentario de la DC, la iniciativa estrat챕gica pas처 al campo de Bachelet cuando se estructur처 una l챠nea de comando y se pas처 de la tecnocracia comunicacional a la pol챠tica activa. Ese fue el sentido de poner a dos veteranos operadores pol챠ticos, Sergio Bitar y Andr챕s Zald챠var, al frente del comando.
Para algunos, sin embargo, Bachelet emerge como vencedora en un juego prohibido para ella, como una pel챠cula de torneos medievales en que tras romper lanzas, caerse del caballo y trenzarse en un duelo feroz, quien gana y tiene compasi처n por el vencido resulta ser, al alzar el yelmo de hierro, una fr찼gil mujer.
¿Frágil mujer, Bachelet? ¿O había algo más detrás de aquel comentario del “yo”? ¿No fue acaso este debate el clímax del giro lanzado por ella misma en su discurso la noche del 11 de diciembre? Las encuestas asi lo confirman.
La frase del “yo” inevitablemente nos trasladó a aquella noche inaugural de las incertezas, en el debate de octubre, cuando apareció ante las cámaras no la mujer llana que había conquistado 60 por ciento de las preferencias de voto, sino una señora empaquetada, tiesa y de rostro adusto que medía todas sus palabras y reprimía sus gestos. Si aquella fue la noche aciaga de los expertos comunicacionales, la del miércoles fue la noche triunfal de la otra política, la del factor “yo misma”.
EL MARKETING
Encuestando a la gente sobre sus preferencias y hábitos, y encaramados en curvas y gráficos, los técnicos concertacionistas de turno habían concluido que los chilenos y chilenas deseaban una candidata más bien varonil para reemplazar a Ricardo Lagos, o a aquella carta invencible, el “panzer” José Miguel Insulza. O sea, barítonos de figura pesada y respuesta rápida, capaces de poner en su lugar al atrevido Sebastián Piñera.
Al Ries, un conocido gurú norteamericano del marketing, afirma algo singular: los estudios de mercado son inútiles, porque la gente no tiene cómo saber de antemano qué producto nuevo se le va a convertir después en imprescindible. Ries admite que el producto viene primero y la conciencia de la necesidad, después. Y, por eso, en esta línea, si en los sondeos de marketing le preguntan a los chilenos qué tipo de líder prefieren, la memoria propia y la genética les llevará en un viaje de cinco mil años al modelo que siempre fue: un hombre fuerte, seguro de sí mismo, protector, patriarcal, recto y severo. Nada de indios sin corbata y, mucho menos, mujeres “lloronas”. De allí la imagen empaquetada de Bachelet en el primer debate.
Pero la última encuesta del diario “La Tercera” junto a la empresa DataVoz, realizada antes del debate, demuestra que no es la firmeza viril lo que las personas más valoran, sino la honestidad. En otras palabras, a Bachelet la mayoría le cree que hará el mejor Gobierno que pueda, en tanto que a Piñera le cree que reprimirá sin misericordia a los delincuentes.
Cuando Bachelet logró por fin, como ella dijo, volver a ser ella misma, “expresarme como yo quería, en el tiempo que existe, y poder decirle a la gente lo que yo quiero hacer y cómo soy una persona en la que hay una relación directa entre lo que hago y lo que digo”, allí, en ese episodio, se decidió la suerte del torneo.
POCO HOMBRE
Al ahora coordinador del “comité político-estratégico” de Bachelet, Sergio Bitar, poco le faltó para invitar a Piñera a dirimir sus diferencias en el patio, como en el colegio. “Poco hombre” fue el epíteto, que por lo espontáneo dejó a Piñera, el acorralador por naturaleza, acorralado; al empresario habituado a explotar en segundos el lado débil de su interlocutor, paralizado con ese gesto nervioso, una semisonrisa petrificada.
Le llovieron las críticas a Bitar, y desde TVN hasta “La Segunda” , lo convirtieron en los días sucesivos, obsesivamente, en protagonista de un incidente deleznable, primitivo. Jorge Schaulsohn lo acusó de haber arruinado la gran performance de Bachelet, mientras el RN reconvertido, Andrés Allamand, aseveró que se trataba de un retrato de la intolerancia de la Concertación, de que Bachelet no consigue controlar a su equipo, y que ese equipo es un grupo de exaltados.
Pero, ojo. ¿Qué dijo la jefa? Dijo: “Sebastián Piñera prefirió atacar, dar opiniones descalificadoras sobre personas que no estaban ahí para defenderse y eso provoca reacciones”. O sea, Bachelet comprendió la pasión y falta de cálculo de Bitar, dos conceptos que alguna vez no tan lejana fueron la única manera decente de hacer política. Allí Bitar fue también Bitar y su imagen quedará para el anecdotario, con su dedo en el pecho de un Piñera perplejo, tal vez pensando que un combo le estropearía la cara. En diez años más esa foto seguirá circulando, todos celebrarán el temperamento sanguíneo de Bitar, y nadie se acordará de las críticas de protocolo y civilidad.
LA VIEJA GUARDIA
La llegada del ex ministro al comando de Bachelet se produjo entre codazos, y la semana de su estreno no fue auspiciosa. Una serie de “ruidos” en el acople entre los “nuevos rostros” y el grupo heredado de la primera vuelta, encabezado por Ricardo Solari (PS) y Jaime Mulet (DC) -cuyo punto más álgido fue el desencuentro entre Bachelet y Soledad Alvear-, coyuntura que pareció lesionar seriamente las aspiraciones de la doctora.
Siete d챠as despu챕s la casa ya mostraba signos de orden, debido a la r찼pida tomada de riendas que hizo la veterana dupla Zald챠var-Bitar. Inmediatamente se dispusieron ciertas medidas para atajar las embestidas del desbocado Pi챰era, quien por esos d챠as saboreaba el golpe de efecto de la veloc챠sima incorporaci처n de Joaqu챠n Lav챠n a su campa챰a.
En el campo concertacionista, se le dio, en primer lugar, vital importancia en el nuevo esquema de campa챰a a las salidas a terreno, aquella vieja herramienta electoral.
“Terreno, terreno, terreno”, fue lo que exigió majaderamente la propia Bachelet en una reunión con parlamentarios concertacionistas en el Congreso.
Un segundo mandamiento fue instalar la elecci처n como una confrontaci처n entre la Concertaci처n y la derecha, no como uno entre Bachelet y Pi챰era. En ese cuadro, el Gobierno tambi챕n entr처 en la cancha y envi처 potentes se챰ales de que no era lo mismo votar por uno u otra.
El proyecto de cambio del sistema electoral binominal, una demanda del Partido Comunista y vieja aspiraci처n de la Concertaci처n, articulado por Bitar y el Presidente Lagos, desnud처 la contradicci처n entre las promesas -y quien sabe si hasta la genuina voluntad del candidato Pi챰era- y la inmadurez democr찼tica de la coalici처n que lo secunda, en particular de la UDI.
LAS DOTES PRESIDENCIALES
No se puede decir que Bachelet sea propietaria de una oratoria flamífera. No es Evita Perón. No fue ésa su victoria en el debate, sino la calma de quien se sabe adelante, y las “gaffes” del propio Piñera.
Algo lo alter처, a Pi챰era, antes del encuentro. Lo sac처 de su estudiado libreto de la sonrisa permanente, el gesto jovial, el mech처n entrecano suelto sobre la frente bruna, la voz c찼lida que quiere cuidar de abuelitas y abuelitos. Apareci처 aqu챠 el Pi챰era irritado que debe presidir consejos de gerencia, luchando contra sus ya conocidos tics.
En aquel estado sali처, se encontr처 con el furioso Bitar, se lo sac처 de encima, tuvo que enfrentar a una jaur챠a de periodistas, y finalmente se descolg처 impaciente, anunciando que se iba para su casa. Pero no era ese el plan. Lo esperaban en media hora en la sede de RN, entre ellos LND (ver A Sangre Fr챠a en p찼gina 14). Lleg처 all챠 finalmente una hora y media despu챕s, pero no hab챠a ya, y nunca hubo, 찼nimo de fiesta. Tampoco entre los pocos UDI que lo fueron a acompa챰ar al Espacio Riesco, que circulaban desganados o francamente aburridos en la sala adyacente (ver Alta Zoociedad en p찼gina 11).
Pero tras el debate, mientras los adalides de la moderaci처n, verdaderos o falsos, se concentraban en los modales de Bitar, aparecieron las encuestas sobre el encuentro. Primero la Gemines-LUN, dando un empate, y m찼s tarde la que se ha tomado en serio, de Time Research, que atribuy처 a Bachelet una percepci처n favorable de 48 por ciento, contra 41 del candidato derechista. M찼s revelador a첬n, seg첬n el sondeo, 54 por ciento de los encuestados encontraron que Bachelet hab챠a sido m찼s honesta, contra 36 por ciento para el contendor. Demoledor.
El s찼bado apareci처 la encuesta electoral que otorga 11 puntos de ventaja a Bachelet y que obligar챠a a Pi챰era a obtener 70 por ciento del voto indeciso. Todo esto lo sab챠a 챕l antes de ir al foro televisivo, lo que explica mucho de su comportamiento. Los indecisos, 13 por ciento seg첬n la encuesta, no est찼n en Vitacura y La Dehesa, sino en todo el universo social, aunque son un poco m찼s pobres que el promedio. O sea, en el segmento donde gana m찼s claramente Bachelet.
Especulaciones aparte, lo m찼s probable es que los votos de los indecisos reflejen la misma composici처n del resto, y que Pi챰era no conseguir찼 el 70 por ciento que necesita para cambiar el resultado.
EL DEFECTO DE SER MUJER
Andrés Allamand, ahora convertido en vocero, mantiene la estrategia de debilitar a Bachelet por lo que aparentemente considera su peor defecto: ser mujer. En una entrevista con “La Segunda”, Allamand reconoce que Bachelet es “más cálida” que Piñera, pero también dueña de una “gigantesca fragilidad”, en tanto que su líder muestra capacidad y don de mando.
En el debate, dijo, Piñera “avanzó muy bien teniendo en cuenta la tremenda campaña de victimización de la candidata, donde cualquier crítica que él le pueda formular es tildada inmediatamente de machismo”.
En el mismo diario, el publicista Jamie Ordovás, para quien la campaña de Piñera “está utilizando códigos lúdicos muy simples, que apelan a lo femenino y a la pasividad”, critica a Bachelet por “no haber sido más inteligente y no hablar de sus defectos: ser mujer, no ser tan clara”.
Aquel gravísimo defecto de Bachelet, ser mujer, no es subsanable, por suerte, y es probablemente la clave de todo. Ella ha sido durante toda la campaña de Piñera una persona “sin carácter”, “mal preparada”, “principiante”, “víctima” y, de remate en la víspera del encuentro televisivo, también “tuerta”. Lo que motivó una reacción creativa el jueves, cuando a iniciativa de la Corporación La Morada, que controla la radio Tierra, una multitud femenina desplegó un lienzo que ocupó toda la fachada del palacio presidencial con las caras de las mujeres de la historia de Chile, de Javiera Carrera a Sola Sierra, para fundamentar que “Chile necesita una mujer en La Moneda”.
LA BRONCA DEL DIA DESPUÉS
Al d챠a siguiente del debate, los candidatos debieron seguir la senda que lleva a los indecisos. Los dos se fueron al sur. Primero, Pi챰era se reuni처 con un grupo de ex fubolistas profesionales, m찼s bien magro, la verdad, y ninguno en posici처n de generar pasiones de estadio (Hugo Rubio y Leonel Herrera, los m찼s conocidos). El candidato demostr처 que el dominio del bal처n no es su fuerte, o que posiblemente no estaba en su d챠a, porque como dijo alguna vez Jorge Valdano, debe ser dif챠cil ser Maradona todos los d챠as del a챰o y mucho m찼s tratar de lucir alegre y deportivo cuando se le viene a uno el mundo encima.
Más tarde Piñera se fue a Punta Arenas, donde aparentemente tenía pactado recibir el apoyo del caudillo regional Carlos Bianchi, ex DC, elegido senador independiente. Era una repetición del libreto escrito en Iquique, donde firmó una alianza con el ex socialista, ex PPD y ahora ex concertacionista alcalde Jorge Soria. Pero Soria y Piñera se asociaron cuando Bachelet estaba en repliegue, y tal vez un poco apresuradamente, como quizás esté pensando ahora el caudillo iquiqueño, quien luego del entusiasmo inicial, advirtió el viernes: “No me caso con nadie”, tras ser abucheado por la gente en las calles de Concepción. Bianchi, por su parte, más informado, coqueteó pero no prometió nada, generando más bronca entre los piñeristas.
El viernes, en el mismo comando donde se celebró con champaña la “victoria” del 11 de diciembre, en la tarde había caras largas y mal humor. A todos los niveles. Un anticipo de la noche de cuchillos largos que se puede venir encima de la derecha el 15 de enero. LND
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