martes, 10 de enero de 2006

Locomotoras y viajes !.

Queridos Lumumberos !
                                       Los recuerdos de Marcos Medalla, sus viajes en viejas locomotoras, la experiencia de haber visto el Chile de ayer y de hoy, seguro despertò en nuestros Lumumberos experiencias individuales de viajes similares. Muchos de nosotros en la vieja europa, fuimos testigos y actores de viajes "interminables" en las màquinas a vapor que circulaban en el campo socialista. Viajè muchas veces a la U.R.S.S. en tren desde Alemania, hasta que las autoridades de este ùltimo pais le pararon el carro a los sovièticos, que no admitirìan màs chatarra en sus rieles, por el daño que estos ocacionaban con sus ruedas a punto de entregar las herramientas. Salìamos en un tren a petròleo Ruso desde Colonia (Alemania), pero ya en Polonia nos cambiaban la màquina por dos a vapor, mientras el Ruso recogìa un nuevo convoy del oriente para emplumàrselas a occidente nuevamente para demostrar la modernidad del socialismo. Tal como lo señala Marcos en su relato, abrìamos las ventanas de los vagones y quedabamos màs embetunados que libertad La Marque con el carbòn. El tren se paraba en cada pueblo donde nos aprovisionàbamos de cerveza caliente y de sanguchotes frios. En los vagones siempre un compadre con cara de santurròn, pero que siempre resultò ser miembro de los servicios especiales de la KGB. Despuès de unas cuantas copas, se les soltaba la lengua, incluso te invitaba a compartir un "borsch", que cocinaba en una hornilla a carbòn, entregàndote una cuchara de aluminio con la que te quemabas la "comechaica". La caña de tè costaba dos kopeks, mientras que la ropa de las literas 7 kopeks. En los veranos parecìa baño turco el vagòn. Las viejas con las presas al aire y los varones en calzoncillos de una mezclilla rara, esperando la llegada de los fronterizos que te desparramaban las pilchas de las maletas, en busca de algo que podrìa significar que te dejaran en el pròximo andèn. Las frutas y comistrajo que traìas de Alemania habìa que consumirlos antes de cruzar la frontera a Polonia, mientras los soldados de la Republica Democràtica Alemana te hacìan recordar las pelìculas de gringolandia en el sentido que la soldadezca de la RDA en poco se diferenciaba de los guevones de negro del tercer reich. Ametralladora en mano te contaban hasta los ùltimos pelos del culo, despertaban a los niños colocàndole linternas frente a los ojos y te timbraban los pasaportes miràndote a los ojos como diciendo "dà gracias a dios guevòn que no te bajo del tren". En Polonia la operaciòn control era aùn màs tenebrosa : Los soldados entraban con perros, mientras un pelotòn custodiaba cada carro desde afuera con metralletas listas para entrar en acciòn. No podìa entrar ningun enemigo de la libertad a los paises socialistas. En Brset, la frontera entre Polonia y Belorusia, se cambiaba todo el tren de rodaje levantando los vagones con todo el perraje adentro. La operaciòn duraba algunas horas, tiempo que utilizaban los soldados con cara de pocos amigos para revisarte hasta las costuras de los calzoncillos. La relaciòn con el "jefe" del vagòn era de vital importancia. El mismo compadre que te taìa el tè y te ofrecìa un plato de borsch, entregaba el dato de los guevones que valìa la pena revisar. Debo confesar que nunca me revisaron. Las botellas y los regalitos pal compadre siempre entregaron sus frutos. Recuerdo, sin embargo, cuando a una mujer de pocos años le encontraron una biblia en el equipaje. La sacaron a patà en la raja del vagòn y la mantuvieron en una sala hasta segundos antes que el convoy reanudara su marcha. Llegò echa una Maria Magdalena con sus bultos a medio cerrar. Se trataba de una estudiante de eslavistica de la universidad libre de Berlin, que viajaba invitada por la universidad Lomonosov de Moscù. Querìa tomar el tren de vuelta inmediatamente, pero este se demoraba dos dias en llegar y la visa no la autorizaba a quedarse en Brest, ciudad cerrada para extranjeros. La multa fuè de 500 dòlares, los ùnicos que tenìa. Cuando el tren partìa de Brest, ahì empezaba la fiesta. Los parroquianos dejaban de sudar tinta china, puesto que no habìa màs controles. A pesar de la salvajada de los "allanamientos" en el tren, me parecìan legìtimos. Pasò mucho tiempo antes que entendiera que se trataba de un acto màs de violencia silenciosa el estado para "los turistas" que tenìan la infamia de salir de las fronteras de la patria. Ni hablar de la operaciòn visa. Habìa que considerar por lo menos una semana para explicar en el consulado de Bonn las razones de viajar al paraìso terrenal. Quedò en el pasado, pero siempre que he viajado a Moscù en los años posteriores a la hecatombe, paso por los controles de aeropuerto y me llegan los temores de antaño. Los soldados son los mismos y el gueveo en la fila de los "no Rusos", te balancèan con preguntas nà que ver. En Moldavia, tubimos que esperar en el aviòn una visa, en circunstancias que en el conbsulado Moldavo de Frankfurt, te mandaron de viaje con la promesa que esta se entregaba en segundos en la frontera : 50 dòlares por nuca, màs dos horas de espera sin poder ni echar la corta. Falta mucho por hacer en esos paises, o es que hay que hacerlo todavìa todo de nuevo ?.  Hablando ahora de locomotoras y trenes varios, un alcance : me he enterado por la prensa chilena que los automotores TL 593 de fabricaciòn española que adquiriò la empresa de ferrocarriles del estado funcionan solo dia por medio. Eso muestra el estado de despiste de los ejecutivos de la empresa. Los famosos automotores Españoles han sido comprado por varias empresas latinoamericanas y en todos los sitios existe el mismo reclamo. Funcionan tarde mal y nunca, pero son baratos. Pasarà lo mismo con los submarinos Españoles/Franceses que adquiriò hace poco la armada de Chile ?. Ahì los pasajeros tienen pocas posibilidades de salir a empujarlos. Los patefierros Españoles son requetepesados y tampoco fuè posible echarlos a andar. Un fuerte abrazo a todos, con la fraternidad de siempre.
Ren챔
Alemania, 10.01.2006.-

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