viernes, 2 de septiembre de 2005

Angustias de una madre

Ante la detención de Marco Antonio, debemos tranquilizar a su madre. Quizás podría servir lo siguiente, que escribí en 1995, en vísperas del arresto de Manuel Contreras para que cumpliese su condena.
 

CARTA A LA ANGUSTIADA FAMILIA DE UN SOLDADO[1]

 

El proceso al general Manuel Contreras y al coronel Pedro Espinoza por el asesinato del ex canciller Orlando Letelier tuvo todas las peripecias a que nos ha acostumbrado este tipo de juicios en las cortes chilenas... a pesar de ser tan pocos. El camino  para encarcelarlos fue largo, lleno de amenazas, de expresiones de dignidad herida, de acusaciones solapadas de abandono... La impotencia ante la soberbia de los victimarios provoca a veces como respuesta la iron챠a. La siguiente es un ejemplo.

 

Un soldado con muchas charreteras y entorchados ha sido condenado en Estados Unidos, Chile, Italia y pronto lo ser찼 en Argentina, como autor intelectual de varios cr챠menes. Unanimidad internacional. Su familia seguramente est찼 angustiada ante el futuro. Para su tranquilidad, aunque sin tener el don de la clarividencia, puedo sin embargo anticiparle los siguientes hechos, cualesquiera sea la forma y las circunstancias en que empiece a cumplir su condena en nuestro pa챠s:

        Quienes vayan a arrestarlo estar찼n debidamente identificados y se presentar찼n a la luz del d챠a

        Durante su traslado, la patrulla que lo lleva no ser찼 atacada por misteriosos e invisibles guerrilleros, el prisionero no morir찼 en un intento de  fuga ni su cuerpo ser찼 lanzado por sobre los muros de alguna embajada ni ser찼 encontrado decenas de a챰os m찼s tarde en una fosa com첬n de alg첬n cementerio p첬blico ni en un foso de cal en el desierto

        Ser찼 encarcelado en un lugar conocido, con direcci처n p첬blica y hasta tel챕fono

        Sus guardianes serán gendarmes y/o soldados con uniforme, que usarán su verdadero nombre y no “chapas”

        Tendr찼 tres comidas al d챠a y lugares apropiados donde hacer sus necesidades fisiol처gicas

        No ser찼 sometido a ning첬n tipo de apremio: no ser찼 torturado ni f챠sica ni sicol처gicamente, no ser찼 privado de sue챰o ni alimento, la seguridad de su familia no ser찼 amenazada

        En caso de necesidad, los tribunales se apresurar찼n a acoger un recurso de amparo.

 

Espero haber contribuido en algo a su tranquilidad y serenidad. Miles de familias no han tenido las mismas garant챠as, y ya han perdido toda esperanza. Les saluda atentamente...



[1] Publicado en el semanario Dimensi처n, Quillota, junio de 1995.

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