EL AMIGO EVO
En su inicio en la Presidencia me sorprendi처 agradablemente en su relaci처n hacia Chile. Dej처 de lado el lenguaje confrontacional e hizo gestos de buena crianza, como invitar a Lagos y Bachelet a su toma de posesi처n y asistir a la de Michelle. Siete mil chilenos reunidos en un estadio terminaron gritando ”¡mar para Bolivia!”. Era, también, un gesto de simpatía a la historia personal de Evo y, sobre todo, a las expectativas que ha provocado en su pueblo.
En estos tiempos con más pesadillas que sueños -algunas cotidianas, otras en el horizonte con signos apocalípticos, como las relacionadas con Oriente Medio y el medio ambiente-, no extraña que algunos, muchos, consciente o inconscientemente, se dejen llevar hacia aproximaciones o conclusiones aún no justificadas sobre hermandades entre países y ejercicios de crecimiento y equidad en cada uno de ellos. Es, quizás, un homenaje que se rinde a nuestro propio pasado, el de aquellos que en los ’60 y principios de los ’70 estaban en edad biológica y mental de soñar.
Pero durante las celebraciones del D챠a del Mar, Evo retom처 la actitud que ya es idiosincrasia, retomando ataques como los del ex Presidente Mesa, aquel intelectual de triste recuerdo, elefante en la cristaler챠a de la diplomacia y del simple buen criterio. Una encuesta mostr처 una reacci처n esperable entre los chilenos: 62% se opone a solucionar el enclaustramiento de Bolivia si ello implica concederle una franja territorial soberana.
Evo ha retomado en estos d챠as su estilo primero hacia Chile: relaciones multifac챕ticas, reuniones con agenda abierta, mensajes al gobierno pero tambi챕n de pueblo a pueblo. Quiz찼s reflexion처 o puso atenci처n a otro aspecto de la encuesta mencionada: 75% de los entrevistados estar챠a dispuesto a conceder a Bolivia una salida al Pac챠fico, siempre que ello no signifique cesi처n alguna de territorio.
El presidente boliviano –indígena, de escasa educación formal, de ruda vida- aún está a tiempo de lograr lo que no obtuvieron políticos de viejo cuño, militares golpistas, populistas y corruptos, académicos y abogados: bañarse en el Pacífico con libreta, quizás de residente temporal primero, de conviviente después, de cónyuge, socio y hermano finalmente, en la lucha por el desarrollo y la dignidad de los ciudadanos y los pueblos. En ese proceso, debería poner tras la puerta, bajo la alfombra, la palabra “soberanía”, que sirve de pretexto a cavernícolas del Titicaca y del Mapocho para no hacer nada. Primero el mar, la costa, el tránsito de bienes y personas. Ya vendrá la soberanía, seguramente sin dolor ni agitación por parte de los chilenos. Proceso, amigo Evo. Y no puede existir proceso, ni acercamiento, en situaciones estancadas.
En su inicio en la Presidencia me sorprendi처 agradablemente en su relaci처n hacia Chile. Dej처 de lado el lenguaje confrontacional e hizo gestos de buena crianza, como invitar a Lagos y Bachelet a su toma de posesi처n y asistir a la de Michelle. Siete mil chilenos reunidos en un estadio terminaron gritando ”¡mar para Bolivia!”. Era, también, un gesto de simpatía a la historia personal de Evo y, sobre todo, a las expectativas que ha provocado en su pueblo.
En estos tiempos con más pesadillas que sueños -algunas cotidianas, otras en el horizonte con signos apocalípticos, como las relacionadas con Oriente Medio y el medio ambiente-, no extraña que algunos, muchos, consciente o inconscientemente, se dejen llevar hacia aproximaciones o conclusiones aún no justificadas sobre hermandades entre países y ejercicios de crecimiento y equidad en cada uno de ellos. Es, quizás, un homenaje que se rinde a nuestro propio pasado, el de aquellos que en los ’60 y principios de los ’70 estaban en edad biológica y mental de soñar.
Pero durante las celebraciones del D챠a del Mar, Evo retom처 la actitud que ya es idiosincrasia, retomando ataques como los del ex Presidente Mesa, aquel intelectual de triste recuerdo, elefante en la cristaler챠a de la diplomacia y del simple buen criterio. Una encuesta mostr처 una reacci처n esperable entre los chilenos: 62% se opone a solucionar el enclaustramiento de Bolivia si ello implica concederle una franja territorial soberana.
Evo ha retomado en estos d챠as su estilo primero hacia Chile: relaciones multifac챕ticas, reuniones con agenda abierta, mensajes al gobierno pero tambi챕n de pueblo a pueblo. Quiz찼s reflexion처 o puso atenci처n a otro aspecto de la encuesta mencionada: 75% de los entrevistados estar챠a dispuesto a conceder a Bolivia una salida al Pac챠fico, siempre que ello no signifique cesi처n alguna de territorio.
El presidente boliviano –indígena, de escasa educación formal, de ruda vida- aún está a tiempo de lograr lo que no obtuvieron políticos de viejo cuño, militares golpistas, populistas y corruptos, académicos y abogados: bañarse en el Pacífico con libreta, quizás de residente temporal primero, de conviviente después, de cónyuge, socio y hermano finalmente, en la lucha por el desarrollo y la dignidad de los ciudadanos y los pueblos. En ese proceso, debería poner tras la puerta, bajo la alfombra, la palabra “soberanía”, que sirve de pretexto a cavernícolas del Titicaca y del Mapocho para no hacer nada. Primero el mar, la costa, el tránsito de bienes y personas. Ya vendrá la soberanía, seguramente sin dolor ni agitación por parte de los chilenos. Proceso, amigo Evo. Y no puede existir proceso, ni acercamiento, en situaciones estancadas.
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