Chao a la pobreza
Por Felipe Lamarca, economista
El t챠tulo de esta columna no es s처lo un recurso medi찼tico para invitar a leerla, sino que es un sue챰o seriamente posible en el Chile de hoy. En efecto, el arduo esfuerzo de los chilenos durante los 첬ltimos 30 a챰os en el marco de una concepci처n socioecon처mica apropiada y permanente en el tiempo, permite ahora, durante un repunte de la actividad mundial, mostrar sus frutos y traducirlos en un dividendo extraordinario de dignidad pa챠s.
Si analizamos la tendencia de las cuentas fiscales del 2004 podemos concluir que 챕stas, en definitiva, terminar찼n con un super찼vit del orden de 20%, ya que los ingresos habr챠an aumentado en cerca de un 25%, mientras los gastos lo habr챠an hecho s처lo en torno al 5%. Cuento corto, contamos con un excedente de al menos 5.000 millones de d처lares. 쩔En qu챕 los invertimos? En dignidad, pues.
No podemos seguir figurando bien parados en cuanto ranking aparece por ah챠 si detr찼s del sof찼 escondemos casi un 20% de nuestra poblaci처n en extrema pobreza e indigencia. Esto no resiste el m찼s elemental an찼lisis de est챕tica pa챠s. Estos compatriotas nuestros que viven en extrema pobreza son 646.205 familias, en las que cada uno de sus integrantes subsiste con menos de un d처lar al d챠a. Como la familia chilena promedio es de 3,9 personas, de acuerdo a las clasificaciones sociales actuales, necesita al menos de 120 d처lares mensuales para empezar a salir de la pobreza extrema.
En consecuencia, si ustedes dividen s처lo el excedente fiscal del 2004, que como ya dijimos bordear찼 los 5.000 millones de d처lares, por el n첬mero de familias en extrema pobreza e indigencia, se dar찼n cuenta de que 챕ste alcanza para un poco m찼s de los 120 d처lares mensuales por familia por un per챠odo de cinco a챰os. Agreguen, adem찼s, que hoy estas familias no viven con cero peso, sino con una cierta proporci처n de d처lar por integrante. Entonces, estamos seguros de que con ambos montos sumados mensualmente durante cinco a챰os, podemos concretar por fin aquel sue챰o otrora imposible de llegar al bicentenario con un Chile digno, sin pobreza.
El ejercicio anterior lo he realizado no 첬nicamente para que puedan apreciar en toda su magnitud lo que hemos logrado (y que si decididamente queremos, podemos ser capaces de concretar), sino tambi챕n para se챰alarles que debemos llegar a los pobres preferentemente por la v챠a de subsidios directos y baratos de implementar. Digo esto, porque si bien en nuestro pa챠s no hay muchas estimaciones fiables del impuesto burocracia en la gesti처n de las pol챠ticas sociales, en otros pa챠ses m찼s desarrollados o parecidos al nuestro, este costo burocr찼tico se traga alrededor del 40% de los recursos sociales.
Por otra parte, la dignidad a la que la gente aspira no es s처lo a salir de la pobreza prioritariamente, sino tambi챕n a tener libertad y soberan챠a sobre sus recursos, por escasos que sean. Como no tengo dudas de que el super찼vit del 2004 ya lo tenemos en el bolsillo y como apreciamos hoy lo que ser찼 el 2005, de algo m찼s podr챠amos disponer.
Si realmente sentimos que los pobres no pueden esperar y somos verdaderamente tan solidarios como nos creemos, inventemos lo m찼s r찼pido posible c처mo llegar mejor y m찼s barato con estos fondos a las familias pobres de Chile. A lo mejor, una soluci처n a considerar podr챠an ser ingeniosas licitaciones que permitan aprovechar la creatividad, eficiencia e infraestructura de distribuci처n del sector privado -a costo burocracia cero-, dada la cuant챠a de los recursos involucrados.
Apur챕monos antes de que la plata dulce se nos deshaga en la boca, ya que en t챕rminos reales el d처lar actual est찼 pr찼cticamente en los m챠ticos 39 pesos. Celebremos 챠ntimamente que por fin haya llegado la hora de los d챕biles y los humildes, que es el mayor regalo al que aspiraba nuestra sociedad.
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