Chaíto, general

Cha챠to, general 짰

El jueves 2 de agosto, el general 짰 Ra첬l Iturriaga Neumann, fue arrestado por la polic챠a de Investigaciones en un departamento de las Torres de Miramar, en San Mart챠n con 8 Norte, en Vi챰a del Mar, vale decir, en pleno centro de la ciudad. Estaba en fuga desde hac챠a 52 d챠as para evitar el inicio del cumplimiento de la pena impuesta por la Corte Suprema por el supuesto secuestro y desaparici처n de Luis Dagoberto San Mart챠n, militante del MIR, en 1974.

La prensa, siempre guiada por oscuros designios contra el legado del gobierno militar y sus defensores, ha pretendido que el mejor comando del pa챠s no ofreci처 resistencia, que no utiliz처 su pistola CZ 9 mm, y que vest챠a pijama, bata y gorro, y que abri처 la puerta esperando la entrega del diario para acompa챰ar el desayuno de las 9:00 horas.

Desmentimos todo, se챰ores. Como buen militar, se levantaba a las 5:00 de la ma챰ana. Vest챠a, con la gallard챠a de siempre, su traje de campa챰a, a첬n cuando desentonaba con el decorado del departamento. Un oficial de Inteligencia no habr챠a ca챠do en este garlito del diario, de ninguna manera se챰ores. Mostr처 sus dotes para las artes marciales ofreciendo feroz resistencia, a pesar de su escasa estatura. En la trifulca un detective sufri처 la quebradura de una u챰a tratando de ponerle las esposas. Otro recibi처 feroz pisot처n de un colega, agravando las dolencias preexistentes de un gran juanete. Otro sinti처 mareos en ese 19째 piso, quiz찼s afectado por v챕rtigos ante la presencia del gallardo militar. Pero el general se recuper처 prontamente y orden처 a los detectives llevarlo al veh챠culo y conducirlo donde correspond챠a, ante un oficial superior, para hacerle entrega simb처lica de su espada.

Debemos reconocer hidalgamente que el general ® se sintió sorprendido cuando los efectivos de Investigaciones se identificaron con apelativo, nombre y N° de placa, lo sacaron del edificio ante vecinos y prensa en pleno día, lo trasladaron en un vehículo institucional, lo llevaron al cuartel de Investigaciones con dirección pública conocida en Santiago, y pudo entrevistarse con su abogado. Como comando fundador de la Dina, jefe de su Brigada Purén, jefe del Departamento de Operaciones Exteriores del organismo, no puede aún entender la falta de prolijidad y de falta de respeto hacia las más elementales medidas de seguridad, de inteligencia, de compartimentación. Este digno soldado no puede menos que expresar su preocupación por el estado de indefensión en que, por tal situación, debe encontrarse el país ante el enemigo interno, seres despreciables sin dios ni ley, enquistado en la prensa, en los tribunales, en el corazón del Estado. O quizás fue una artimaña de guerra sicológica utilizada contra él, para desconcertarlo. La campaña para disminuirlo ya está en marcha: ya hay quienes dicen que “no alcanzó a pasar agosto”, mes de los gatos y de la gente deteriorada física y mentalmente.

Sin embargo, s처lo el duro entrenamiento recibido en la Escuela de las Am챕ricas en Panam찼 y en otras aulas acad챕micas de Estados Unidos en las t챕cnicas de supervivencia y lucha en las m찼s adversas condiciones geogr찼ficas, clim찼ticas y de correlaci처n de fuerzas, le ha permitido superar estos tr찼gicos 52 d챠as de vida clandestina; en este caso, en la jungla asfaltada de esta ciudad llena de infiltrados extranjeros disfrazados de turistas. Este soldado es un ejemplo para clases y oficiales de la actual generaci처n, si, se챰ores.

Sabe que las condiciones de detenci처n ser찼n terribles en las mazmorras en que padecen honorables oficiales. El Ej챕rcito cort처 la subvenci처n para gastos judiciales. Hay presiones extremistas para que en la c찼rcel eliminen el sauna, la cancha de tenis, las caba챰as individuales o para dos, el wifi y a첬n los notebook, los permisos para salir a hacer algunas compras a la feria y al supermercado, la celebraci처n de cumplea챰os en compa챰챠a de distinguidas se챰oritas en locales exclusivos.

Pero todo lo superar찼. Para ello se prepar처 toda la vida. Para enfrentarlo todo por la Patria.