jueves, 2 de agosto de 2007

Vivir de las glorias del pasado.

Queridos Lumumberos !
                                       Invitado por dueño de una empresa que repara y arrienda tornos soviéticos de diferentes tipos y calibres en Alemania, llego a Leningrado o a San Petersburgo, con la certeza de haber estado recién en la ciudad. La fábrica XXX de tornos de la ex Unión Soviética, tiene alrrededor de 70 mil metros cuadrados edificados, la mayoría de los cuales se encuentran casi al borde del desplome. El viejo "Staloboe" es un areal lleno de escombros y de sabores y aromas imaginarios del "borch" o de salianka. Las sillas y mesas están arrumbadas bajo un plástico negro lleno de polvo y de charcos de agua que se filtra por el techo, aun con un sol ardiente que calienta la admófera por encima de los 30 grados. El jardin infantil de antaño no tiene techo ni niños. Lo mismo la sala  de los encuentros y conciertos. Solo quedan las arengas en las murallas de cumplir planes y de mantener el estandarte de un triunfo lejano en la competencia socialista. Tengo un nudo en la garganta. La desolación me congela el alma y no atrevo a decir nada para no desmoralizar a mi acompañante : un viejo ingeniero de la misma fábrica, que ahora se encarga de cuidar las ruinas del edificio por 50 dólares al mes. Llegamos a una sala habilitada para la reparación de los tornos que se buscan y se compran en todo el territorio de lo que fué la Unión Soviética. Algunos en estado calamitoso, pero igual se les dá vida nuevamente. En la sala se terminan de instalar la electrónica de mando de los aparatos, comprados a una empresa Alemana que de alguna manera represento. Por lo menos por este viaje. La electrónica original es obsoleta y llena de perillas y botones que ya no funcionan. En la sala trabajan 10 operarios, los últimos 10 de los 6400 trabajadores de otros tiempos. Uno de los aparatos tiene 8 "cabezas" que desarrollan labores simultáneas con los metales. El orgullo de la tegnología soviética de otros años. En otra sala, cuatro maestros chasquillas aserruchan las maderas que deberán ser el sarcófago para trasportarlo a Alemania en barco. -Ud. debe saber que ahora en Rusia no se produce ni un solo torno-, me dijo en voz baja el viejo ingeniero. -nosotros ahora vendemos la historia tegnológica de la Unión Soviética-. En el pasado tres empresas de leningrado producían más de 22.000 tornos al año. Unos 10.000 eran comprados en el extranjero, principalmente de Italia y Alemania. Los tornos importados fueron hace tiempo presa de comerciantes inescrupulosos, que los embalaron y vendieron a paises vecinos, sin darle cuenta a nadie. Principalmente a las republicas del báltico. El rompehielos "50 años del triunfo" sobre la Alemania Nazi, fué terminado el año pasado. Pero se trató de solo del pintado de un monstruo que fué enteramente construído al final de la Unión Soviética. Hoy Rusia no estaría en condiciones técnicas de llevar a cabo esta tarea. Me lo dijo lacónicamente el hombre, tratando de mantener en los labios el cartón de un cigarrillo tambien histórico que le temblaba, por la emoción. - Ahora Rusia presta asistencia técnica para apagar los incendios de europa del sur-, agrega. Sin saber que los aviones que trasportan las cargas de agua, fueron construídos en los años 70 en la Unión Soviética, a la cual le corresponderían las glorias de los Iliuchin 76. Rusia, como lo dijimos ya en una oportunidad, produce 5 aviones al año, la mayoría de los cuales son aviones equipados con tegnología extranjera, fundamentalmente de carga. Hace dos meses visitó la vieja fábrica Sergei Ivanov, probablemente el futuro presidente de Rusia. El hombre aseguró haber visto rodar lágrimas por las mejillas de Ivanov. En su tiempo, su padre y su abuelo, fueron trabajadores de XXX. Le pongo XXX como nombre, porque ya no tiene nombre alguno. Probablemente llevaba en nombre de algunos de los caciques de la revolución de Octubre. Prometió devolverle la gloria a la empresa, asi como tambien al resto de las fábricas que hacían temblar a occidente en los años de la guerra fria.  Y a pesar que todo brilla en Leningrado, se trata de luces y candilejas prestadas. El consumo y los petrodólares que la hacen posible, no pueden ocultar la miseria del mercado del trabajo. Hay trabajo para todos, me decía el hombre, pero con los sueldos no se puede vivir ni una semana. Algo similar sucede en Moscú. La segunda ex fábrica que visitamos fueron solo escombros. El areal ya fué vendido a una empresa de Moscú. Concretamente, al alcalde Luchkov, pero a nombre de su esposa. No entramos, por el cartel que decía que existía peligro de derrumbe o desplome del edificio. Ahí no se producía ya nada, aunque las fotografías del kiosko de una anciana en las postrimerías de la fábrica, hablaban otro idioma y de otras glorias. En las cercanías del edificio, un grupo de adolecentes bebiendo cerveza en botellas litreras. Un muchacha, paliducha y verde de tanto soplar en una bolsica de neoplen, me pidió el paquete de cigarrillos que tenía en el bolsillo. Le regalé hasta el encendedor. En el aeropuerto muchos jubilados en uniforme se amontonaban para llevar nuestras maletas. Subí al Boing de la Aeroflot como si tuviera cargas de plomo en los zapatos. Abrazé al viejo ingeniero y le pasé 200 dólares sin que nadie lo notara. Le prometí volver, para ver si Sergei Ivanóv cumplía sus promesas. Me dijo que a lo mejor ya no se encontraría entre los vivos, pero que si volvía el año siguente, probablemente aún seguiría cuidando el edificio que fué por muchos años su hogar y el de sus com´pañeros de labores. Fueron dos dias que me dejaron como pañuelo. Echo mierda !!. Un fuerte abrazo, con la fraternidad de siempre.
Ren챕
Alemania, 02.08.2007.-

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